Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

¿El Layín de la gente?

Ulises Rodríguez

29 de diciembre de 2015

Hace poco más de una semana se llevó a cabo lo que se promovió como “la cabalgata del siglo”, diseñada para el lucimiento personal del polémico alcalde de San Blas. Hilario Ramírez Villanueva, quien gusta de ser llamado “El amigo Layín”. La cabalgata en sí, no tenía otro propósito que el de demostrar músculo político a tan sólo 16 meses de las próximas elecciones a gobernador.

A propósito de este tema, hubo dos opiniones en redes sociales que rescato porque no tienen desperdicio. Lo expresado en el muro del periodista Héctor Gamboa Soto, titulado “Necesitamos un psiquiatra” y donde hace una breve descripción de los excesos del alcalde, al mismo tiempo que advierte la preocupación que debe causarnos como nayaritas el hecho de que alguien con esas características, con esos excesos y deficiencias, tenga seguidores. Seguidores que piensan más en su interés personal que en el destino que pudiera aguardarle a nuestro estado si Ramírez Villanueva llegase a ser el próximo inquilino de Palacio de Gobierno ¡Toquemos madera!

El otro texto que me pareció interesante, es el del Diputado federal Guadalupe Acosta Naranjo. “Layín el candidato emergente de Roberto Sandoval y Edgar Veytia”, texto en el que desliza la información –de una fuente seria, a decir del propio ex dirigente nacional del PRD- de que, frente al nulo crecimiento de la senadora Margarita Flores y la animadversión que siente Sandoval Castañeda por Manuel Cota y Raúl Mejía, desde hace algún tiempo, el gobernador de Nayarit promueve y cabildea el apoyo para la candidatura en 2017 de Hilario Ramírez, con quien él y el fiscal Edgar Veytia pudieran tener fuertes intereses en común.

Ambas afirmaciones tienen mucho de fondo. Suscribo absolutamente lo expresado por Gamboa, es preocupante que personajes como Layín tengan seguidores que quieran sentarlo en la oficina del gobernador, pero en el fondo es el reflejo de la falta de confianza de la ciudadanía en una clase política tradicional que sienten lejos de sus aspiraciones. El éxito de personajes como Hilario Ramírez, solo puede ser posible cuando la desvinculación entre la clase política y gobernante respecto de los ciudadanos, es lo suficientemente amplia y termina por convertirse en caldo de cultivo para que, sujetos como el aludido, con carretadas de dinero -que seguramente no es propio- pretenden comprar la voluntad en un pueblo que, convertido en miserable por malos gobiernos, no tienen más que vender que su propia dignidad. Rodeando al presidente municipal de San Blas, hay muchos personajes que saben de sus deficiencias y del riesgo que representaría para Nayarit una eventual administración suya, sin embargo, sacrificando principios y el interés general de los ciudadanos, han optado por apuntalar a Ramírez Villanueva.

Layín es un espejismo, lanzando al aire billetes de veinte pesos para que la gente –en un acto degradante- se abalance a juntarlos como si de ello dependiera la vida. El actual gobierno de San Blas es el mejor ejemplo de la forma de gobernar de Layín: funcionarios mediocres, un cabildo sometido a sus intereses, ausencia de servicios públicos y falta de pago a empleados, un municipio abandonado porque su alcalde anda haciendo campaña para convertirse en gobernador. Cabe aquí preguntarles ¿Ese es el gobernador que quieren?

Por otro lado, retomando lo dicho por Acosta Naranjo, la cercanía de Layín con Roberto Sandoval y con el fiscal Edgar Veytia no son nuevas. Hace meses, a la salida de su departamento sobre la avenida Insurgentes, arriba de una reconocida pizzería, platiqué unos minutos con el alcalde –nos conocimos hace años, cuando yo era parte del comité estudiantil de la unidad académica de derecho y, al igual que al resto de los alcaldes de aquel entonces, solicitamos su apoyo para poder realizar un viaje escolar-, acompañado de mis amigos Lenin Paz y Carlos Lepe.

-¿Dónde se ve dentro de tres años?- le solté a bocajarro apenas transcurridos un par de minutos de salutaciones y formalidades, en enero de éste año, hace ya 11 meses.

-Como gobernador de Nayarit- me respondió sin siquiera meditarlo un par de segundos o titubear en su respuesta.

-Pero primero hay que gobernar bien San Blas, ¿no?, Porfirio López Lugo lo dejó en las ruinas- le aseveré.

-Mira Chino –como me llama cada vez que me saluda-, yo le dejé tronado el municipio al cabrón ese –Porfirio-, pero cuando regresé, resulta que me lo dejó más tronado todavía. Ahorita es una flojera vivir en San Blas-

-Oiga y ¿qué hace aquí?-

-Pues aquí vivo en Tepic, ir para allá ahorita, ¡con este pinche calorón está de la chingada!, además, me citó mi amigo Roberto Sandoval, ahorita voy a comprarle un regalo al centro para no llegar con las manos vacías. Ya me dijo que quiere que yo sea el próximo [gobernador, se entiende] y me van a apoyar con todo Chino. Mira, me acaba de dar este teléfono que dizque para traer “pines” o ¡sabe qué chingados!- nos dijo al tiempo que nos mostraba a mis amigos y a mí, un moderno teléfono BlackBerry color negro con acabados color plata.

Para quienes conocen a Ramírez Villanueva, saben que su comportamiento excéntrico tiene ciertos dejos de mitomanía, sin embargo, el apoyo del gobernador y del fiscal Veytia se han dejado sentir sobre el hombro del oriundo de Huaristemba. Eso es indiscutible.

Las aspiraciones de Layín se van a topar con un freno: ningún gobernador en nuestro estado, al menos en las últimas cinco décadas, ha logrado imponer a su sucesor. Las esperanzas de Layín para ser gobernador, no sólo se basan en su lamentable pero innegable popularidad, sino en las condiciones que Sandoval Castañeda pueda construirle a su aspiración, el problema es que Sandoval ya está mermado políticamente, a tan sólo año y medio para que abandone la gubernatura, pocos gobernantes pueden presumir el nivel de desgaste que trae consigo Sandoval Castañeda. Eso sin contar con la probable intervención del poder central del país, desde donde no se tolere más el comportamiento de un personaje como Layín y mucho menos, el avance en sus aspiraciones, pues hacerlo sería permitir de manera descarada que accedieran al poder personajes con evidentes vínculos non santos. Pero, como bien dice el diputado Acosta, “Cada quien escoge a sus compañeros de viaje y él tiene derecho a escoger a Veytia y Roberto”… o como reza el dicho, “Dios los hace y solitos se juntan”.

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