Tepic, Nayarit, martes 03 de diciembre de 2024

Nuevas formas de explotación capitalista

Octavio Camelo Romero

07 de diciembre de 2015

Ya lo había vaticinado Don Carlos Marx en la década de los 50 del XIX, las fuerzas productivas y las relaciones de producción mantienen una relación dialéctica en la cual cada una es dependiente de la otra y su unidad va determinando momentos y fases del desarrollo del organismo social dentro de la evolución del régimen capitalista de producción. Por eso no pueden ser las mismas relaciones de producción del siglo XVIII que las del siglo XIX y mucho menos que las del siglo XXI. Queda claro que el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo contemporáneo genera nuevas relaciones de producción y que la evolución de estas últimas impacta e influencia al ulterior progreso de las fuerzas productivas. Hoy se han mercantilizado, esto es, se han vuelto mercancías hasta los órganos de nuestro cuerpo, situación totalmente ajena en el siglo XIX. Por otra parte, en el tiempo contemporáneo el mercado o el lugar para realizar la compra-venta de una mercancía se ha trasladado desde los espacios externos hasta el interior de los hogares a través del Internet o de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Esta nueva situación y la mercantilización de la vida social y personal acontecen desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días, periodo del surgimiento de lo que hoy se denomina capitalismo global. Y la transmutación del mercado exterior al mercado interior de los hogares se le ha denominado consumo colaborativo o economía colaborativa. El término fue acuñado por primera vez por Ray Algar en el mes de abril del año 2007 y comenzó a popularizarse en 2010.

Aunque hasta la fecha muchos subestimaron la capacidad del hombre para edificar nuevas relaciones de producción o relaciones productivas, éstas en la actualidad constituyen un sistema económico en el que a través de plataformas digitales se ofertan y comercian  mercancías ya en su modalidad de objetos socialmente útiles llamados también bienes y servicios. Hoy vemos a través de Internet la oferta de choferes privados, tintorerías, empleadas del hogar, alojamiento, libros, etc. Las plataformas digitales establecen el marco de interacción. Los usuarios seleccionan su rol, ya sea de vendedor o de comprador. Interactúan entre ellos a través de la plataforma. Se está ante un sistema abierto y dinámico. Cuanto mayor sea el número de usuarios en la plataforma digital más será su valor, la confianza estará más contrastada.

El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural, además del económico, en los hábitos de consumo. De hecho es la migración de un modelo de consumo individualizado hacia un modelo social desarrollado gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Un buen ejemplo es la aplicación digital que conecta a pasajeros con conductores, donde un conductor inscribe su automóvil a Uber y él se convierte en chofer. Pasa por el usuario, lo recoge y lo lleva a su destino. Por su parte Uber hace el cargo del costo a la tarjeta del pasajero basado en la distancia y el tiempo calculado con el GPS. La compañía se queda con el 20% de comisión, y el 80% restante es para el conductor y dueño del automóvil. Si el dueño del automóvil tiene varios carros, entonces contrata choferes en condiciones libres de mercado. De esa manera las condiciones actuales de la mercantilización han dado paso a las nuevas formas de explotación del capitalismo. En fin.


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