Tepic, Nayarit, miércoles 04 de diciembre de 2024

Nayarit en la desesperanza: suicidios a la alza…

Marco Vinicio Jaime

05 de octubre de 2015

“Gente que todos los días surge de la nada,  llena la ciudad: niños, viejos y ‘marías’ que te piden algo con solo mirar. ¡Mira!, es esta gente, toda la que nos mira al pasar; algo está fallando en esta sociedad.”
-Alberto Escobar.

La desesperanza ante la percepción de un futuro sombrío, ha hecho mella en Nayarit: al día 10 de septiembre del presente 2015, en el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la Secretaría de Salud contabilizó 52 casos de este mal, registrando 20 de ellos en la Capital, lo cual comporta una cifra preocupante tomando en cuenta que esto se traduce en 9 decesos por cada 10 mil habitantes, rebasando por mucho la media nacional, que equivale a 5 por cada 10 mil habitantes.

No por nada, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (AIPS), que promueve todos los años desde el pasado 2003 el Día Mundial para su prevención, recibió con tristeza el reporte local, revelando en consecuencia una verdad incómoda: la absoluta ausencia precisamente de prevención; prevención que parte no del tradicional y cómodo esquema de un aislado programa de charlas y conferencias al margen de toda transversalidad y de la motivación adecuada, sino de congruencia, gran conocimiento de causa, efecto y solución; de humanismo y sensibilidad.

Pero más allá de los datos duros, fríos, muy fríos y por tanto lejanos -a decir de no pocas voces especializadas- de tal realidad que rebasa por mucho pues el vertical parte de novedades “suavizado” en el marco institucional, se encuentra el hecho evidente de una sociedad postrada en el lecho de enfermedad, que día con día pierde la batalla frente a factores inocultables de hambre, miseria, abandono, derrumbe moral, indolencia e incomunicación; cuando el pregón de: “todo está muy bien en unidad”, ya no es suficiente para negar lo que se esconde y meter las plagas y las pestes pululantes ‘bajo la alfombra’; de cuando la conducción popular pues se encuentra sujeta lamentablemente a impulsos de una voluntad caprichosa y la consiguiente improvisación de fortunas, a costa de la miseria de los desprovistos.

A decir de los expertos, el suicidio no es más que “la punta del iceberg” o el clímax de un severo desequilibrio de índole emocional, provocado obviamente por un abrupto daño acaecido en un determinado momento del desenvolvimiento del ser, daño que al no ser tratado con los medios adecuados –muchos de ellos plasmados en la Constitución General de la República y la particular del Estado como derechos inalienables, no gracia de alguien hacia tal o cual sector, valga decirlo-, deviene a su vez en un patrón comportamental en completa convulsión, ya que la mente intenta a marchas forzadas y por todo medio disponible reparar la herida, pero al igual que las físicas cuando son muy graves y no reciben ayuda profesional, terminan en un proceso necrótico de autoaniquilación.

La falta de atención, amor, de estabilidad física, material, familiar, mental, emocional y hasta espiritual, son elementos entre otros tristemente comunes, de todos los días, en la indiferencia, en el egoísto, en el egotismo, de unos con los otros, y por ahora, las estrategias de corte clásico y del recetario institucional, parecen quedarse desfasadas, y han sido otros canales que sí van a la raíz del asunto, las que han ido rescatando poco a poco lo que aún sucumbe a morir y su fuerza por vivir es admirable.

Es momento pues, de apostar por 1).- el impulso de  políticas públicas que partan de la congruencia y la transversalidad en el campo de los valores, 2).- reforzar de veras los canales comunicacionales con todos los ciudadanos, vía encuentros permanentes y programáticos para “checar constantemente el pulso de la sociedad”, ejercicio auxiliado de la invaluable fuerza de los medios de comunicación –apolítica e imprácticamente minimizada hasta el momento, vale decirlo también-, lo que permitirá detectar de primera mano su salud mental y emocional, y 3).- invertir pues la pirámide, y los hechos resuenen más fuerte que las palabras, de arriba hacia abajo.

La situación por la que se atraviesa, amerita cualquier esfuerzo por preservar lo más importante de un pueblo, su humanidad, su salud racional, sus ganas de vivir, y su consecuente suma en la toma de las decisiones mejores para un futuro mejor. ¿Se logrará poner un alto a la alza de suicidios y se revertirá el mal a tiempo?


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