Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Vicente Leñero "asesinato"

Wenceslao Vargas Márquez

29 de marzo de 2015

Murió hace unos días el escritor Vicente Leñero y son varias las áreas de las letras mexicanas que quedan de luto. Trabajó Leñero el periodismo, la dramaturgia, la novela, la crónica, el guion cinematográfico. ¿Cuál área pierde más con la pérdida de Vicente Leñero? Fue un ingeniero civil dedicado exitosamente a las letras. Su trabajo periodístico ha sido más conocido que sus novelas. Trabajó en diarios nacionales y fundó el que quizá sea el semanario de información, análisis y crítica política más importante de México.

Esto es muy conocido. Es menos conocido su trabajo en el guion cinematográfico o la novela. Así, quiero quedarme con dos de sus principales obras: Asesinato y Los Albañiles. Ambas narran crímenes. Ambas nos dejan en el suspenso con la borrosa solución del misterio.

La obra Asesinato (¿novela?, ¿crónica?, ¿investigación periodística?) narra la muerte de una pareja de personajes de la política y la cultura mexicana en el año de 1978. En ella, durante cierta noche del sexenio de López Portillo (octubre de 1978), fue asesinado Gilberto Flores Muñoz (secretario de Agricultura de Ruiz Cortines y director en ese año de la multimillonaria industria azucarera estatal del país), y su esposa, la escritora Asunción Izquierdo.

Días antes un nieto había dicho a amigos cercanos de su propósito de asesinar a sus abuelos. Compró dos machetes y los llevó a la casa de ellos con quienes pasaba la noche pues su papá, alto funcionario del IMSS de Arsenio Farell, se hallaba en Xalapa, Ver., asistiendo a una reunión de médicos.

En la mañana del día 6 amanecieron muertos a machetazos Flores Muñoz e Izquierdo. Uno de los dos machetes comprado por el nieto Gilberto Flores Alavez estaba aún clavado en el cuerpo de la abuela y surgieron testigos fidedignos tanto de las amenazas del nieto como de la compra de las dos armas y de su introducción a la casa durante la noche del día 5.

El juicio se llevó a cabo y tuvo una resolución final e inatacable apenas hace 3 años, en febrero de 2011 (así de rápido), aunque Flores Alavez recuperó su libertad física en 1991, siempre apoyado por su padre, el huérfano unigénito Gilberto Flores Izquierdo.

Surgen desde luego las analogías entre autores. La más señalada por los críticos es la comparación entre la obra Asesinato de Vicente Leñero y A Sangre Fría del norteamericano Truman Capote. A mi juicio son equivalentes sólo en el sentido de que narran crímenes semejantes. Capote, el asesinato del matrimonio Clutter y sus hijos a manos de dos asaltantes ocasionales en su propia casa. En cambio la obra Asesinato, de Leñero, comprende una compilación y un análisis detallado de la documentación derivada del proceso.

Ambas novelas se leen con permanente suspenso. La otra obra suya que quiero comentar es Los Albañiles. En ella se narra otro asesinato, el de un vigilante de una obra en construcción. Vicente Leñero narra las motivaciones sicológicas para efectuar el crimen por parte de la larga lista de personajes que crea. Cada uno tiene un motivo para matar a don Jesús. La solución es incierta y es por eso que esta novela cae en lo que los especialistas llaman la noveau roman, superación de las novelas clásicas policiales (la de Agatha Christie o Ellery Queen y sus homólogos). En ellas el lector debe hallar al responsable antes que lo diga el autor; en la renovada novela policial de lo que se trata es de descubrir las motivaciones sicológicas para el crimen y dejar la respuesta final al lector-detective.

De este caso es Los Albañiles. La película la actúa genialmente López Tarso en el papel de don Jesús. La recreación cinematográfica del ambiente de la obra en construcción es impresionante (y disculpen el lugar común). Más que equiparar a Leñero con Capote, prefiero equipararlo con Jorge Ibargüengoitia. Ambos periodistas contemporáneos, ambos con estudios de ingeniería (en Jorge, parciales) ambos escribiendo novelas de crímenes, ambos dramaturgos.

De Ibargüengoitia dos son las obras que más rozan las ya citadas aquí de Leñero. Se tratan de Dos Crímenes y Las Muertas. En Las Muertas, Ibargüengoitia recupera una investigación del drama social que significaron las Poquianchis en 1964, hace medio siglo, drama criminal de cuatro hermanas de las que nadie se acordó en este 2014 del cincuentenario. Pues bien: yo encuentro a Las Muertas de Ibargüengoitia a la mitad de dos extremos que son el extremo literario de A Sangre Fría de Capote y el extremo periodístico de Asesinato de Leñero.

Leñero fue autor de una veintena de guiones de cine, una decena de novelas, 14 otras de teatro y tres compilaciones de cuentos. De los guiones de Leñero me queda en la memoria (y no por él, disculpen, sino por Patricia Llaca) el de La Habitación Azul.

Con Vicente Leñero se va del mundo de las letras y del periodismo un guardián de la memoria colectiva. Se van con él los memoriosos que hacen falta en estos cinco siglos de desmemoria y crímenes. Lo recordaremos con Memorial de Rosario Castellanos escrito para Tlatelolco pero que parece escrito para Ayotzinapa: “No busques lo que no hay: huellas, cadáveres… No hurgues en los archivos pues nada consta en actas. Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria… Recuerdo, recordemos”. Es pertinente preguntarle a Castellanos y a Leñero: ¿Hasta cuándo? Es ella quien contesta: “Hasta que la justicia se siente entre nosotros”.

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