La diabetes y la dieta
Octavio Camelo Romero
12 de enero de 2015
Primero fue el sábado 10 de enero del 2014 cuando platicando con uno de los maestros jubilados de la UAN, que por cierto sus sobrinos lo tratan de despojar de un estacionamiento ubicado en la calle Bravo entre Zacatecas y San Luis, me enteré que padece la diabetes y que se inyecta insulina dos veces al día, por la mañana y por la tarde. En una amena charla fui informado que por la mañana mi amigo “trota” 8 kilómetros diarios, 4 de ida y 4 de venida. Acostumbra ir cada año a “Talpa” a darle las gracias a la virgen por permitirle seguir viviendo. Y de vez en cuando se “echa” sus copitas de vino tinto “u lo que caiga”. Lo que me sorprendió fue su dieta rica en proteínas y grasas de origen animal. Su nutrióloga le recomendó porciones pequeñas de frutas, verduras y carnes de todo tipo incluyendo las de cerdo; incluso mi “contlapache” me comenta que cuando se coloca la botella de vino por un lado también acomoda en buen lugar un jamón de pierna de cerdo para “botanear”. Y al preguntarle si esa dieta combinada de vegetales y animales le era saludable, su respuesta fue contundente: me la indicó una doctora nutricionista, esto es, una nutrióloga o una especialista en nutrición. Con esa respuesta ya ni seguí preguntando.
Al día siguiente, 11 de enero del mismo año, alrededor de las 9 horas voy al café de un amigo periodista el cual se encuentra instalado en las inmediaciones del antiguo Jardín San Román. Mi colega estuvo internado en la clínica del IMSS por causa de su diabetes. Todavía no ha recuperado totalmente su salud; se traslada en una silla de ruedas porque no puede apoyar en el piso uno de los pies; antes de su percance, diariamente nos encontrábamos en su negocio a las 7-7:30 de la mañana; pero hoy acostumbra llegar después de las 10:30-11 horas. En este domingo llegó a su hora acostumbrada y ya estábamos alrededor de una mesa los amigos, entre quienes se encontraba un médico especialista en patología. Como pudo se sentó al lado de nosotros y pidió de desayunar una hamburguesa con papas fritas. Atónito me quedé cuando escuche la instrucción que le daba a la muchacha que nos estaba atendiendo. Sin salir de mi asombro le pregunté si esa dieta no le hacía daño. Y la respuesta fue semejante a la de mi compañero del día anterior. Mi nutrióloga me la indicó y debo comer carne varias veces por semana.
Este es un problema estructural y obedece a la formación de las escuelas de medicina que preparan médicos para administrar los medicamentos y productos de la industria farmacéutica o de las industrias dedicadas al área de la salud. En el siglo XVIII nació y estudió el irlandés George Macilwain quien escribió 14 libros sobre “medicina y salud”. El popularizo la teoría de la “naturaleza constitucional de la enfermedad” referida al cáncer. Dicha teoría parte de la concepción de que la “enfermedad” no es el resultado del deterioro de un órgano, de una célula ni de una reacción; tampoco concibe a los factores externos como causantes de la mala salud. La enfermedad es concebida como el resultado del deterioro de múltiples sistemas orgánicos; es un síntoma derivado de las características constitucionales de todo el cuerpo. Esta concepción es opuesta a la “visión local” que considera a la enfermedad como el resultado de la acción de un único agente externo que actúa sobre un lugar específico del cuerpo humano. Según esta visión local las enfermedades se pueden eliminar o tratar localmente con sustancias químicas aisladas. Esta concepción localista es la que sirvió de fundamento para el desarrollo de las industrias de la salud y es la que prevalece en las escuelas de medicina para la formación de los administradores de los fármacos y productos de las industrias farmacéuticas.
La teoría de la “naturaleza constitucional de la enfermedad” evolucionó hacia la dieta alimenticia como sistema para la prevención y en algunos casos la cura de algunas enfermedades dentro de las cuales se encuentran el cáncer, la diabetes, la obesidad, las enfermedades autoinmunes, etc. La tecnología contemporánea permite medir los biomarcadores asociados a la diabetes y a la vez, tener evidencias contundentes de que la dieta de vegetales es mucho más adecuada para reducir los niveles de azúcar, de colesterol y de insulina en sangre que ningún otro tratamiento. Las investigaciones muestran que cando la diabetes tipo 2 es tratada con dieta de vegetales es posible revertir la enfermedad y el enfermo olvidarse de sus medicamentos. La diabetes tipo 1 pertenece a las enfermedades autoinmunes y está relacionada con el consumo de leche de vaca y con un destete prematuro. Hoy sabemos que el sistema autoinmune puede atacar a nuestro propio organismo mediante un proceso de mimetismo molecular inducido por las proteínas animales que se abren camino hacia nuestro flujo sanguíneo. Por eso las proteínas animales deben cambiarse por proteínas vegetales. En fin.
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