Todos somos Ayotzinapa
Octavio Camelo Romero
31 de noviembre de 2014
No se equivocó el presidente de México al decir que en el país “todos somos Ayotzinapa”, inclusive él que ha estado muy cuestionado. Y es que no se trata de ningún nombre de poblado o de normal, sino la denominación de un movimiento multidimensional de carácter mundial, pues ha rebasado las estrechas fronteras nacionales y se ha dimensionado en el planeta al igual que el capital global. Más aún, a este movimiento se ha incluido el sector ideológico-político del capitalismo transnacional. Y no es para menos, pues ha dejado al descubierto la corrupción en el aparato de Estado, la impunidad, el contubernio entre las fuerzas del orden y el “crimen organizado”, la inseguridad, la ilegalidad, el fracaso del Estado de Derecho y, sobre todo, la presencia oficial del fascismo puro.
En días pasados el Centro de Estudios del Sector Privado (CEESP) criticó al gobierno porque la propuesta, análisis y aprobación de las reformas estructurales no impidió que México cayera seis niveles en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial (FEM), y afirmó que la falta de resultados es el motivo de la constante baja en las expectativas de crecimiento. Y alertó que quienes ven a México desde el exterior como lugar para hacer negocios centran su atención en la corrupción, la regulación tributaria, la ineficiencia burocrática y el ambiente de crimen y robo. Recordemos que el Foro Económico Mundial, FEM, es la institución de mayor jerarquía hasta el momento, del capitalismo global y de la naciente Clase Capitalista Transnacional. Lo relevante en la crítica del sector privado es que en el foro mundial nuestra competitividad está rezagada en relación con otras empresas mundiales. Y en torno a esto surgen una serie de cuestionamientos sobre monopolios, competencia, teoría del valor, moralidad del sistema político-económico mexicano, etc.
Para nadie es desconocido que en el capitalismo contemporáneo, en el capitalismo global existen monopolios u oligopolios diseminados por todo el planeta aunque sus matrices estén en USA, Inglaterra, Alemania, Francia, Japón, etc. Sin embargo de su existencia no se sigue que el mercado se maneja a su voluntad y que desaparece consecuentemente la competencia intercapitalista. El asunto no tiene mucha ciencia. La ganancia es el objetivo del capital. Y se invierte donde tiene la tasa de ganancia más alta con riesgos moderados. El valor de las mercancías lo determina el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción y reproducción. Quien desarrolla las fuerzas productivas del trabajo o la tecnología de la empresa produce mercancías con menor tiempo invertido o a menores costos. Esto permite a la empresa competir y apropiarse de más mercado que antes pertenecía a otro productor. Y también le permite a la empresa hacer quebrar a sus competidores y ampliar su inversión. Pero en la medida en que se generaliza el desarrollo tecnológico, en esa medida desaparece la ventaja competitiva y dicha empresa se ve asediada por otros competidores que al saber de la tasa alta de ganancia, se decidieron a invertir en ese ramo. Esto es lo que en realidad sucede. Por lo tanto los empresarios nacionales tienen que desarrollar sus métodos productivos y su tecnología si quieren aparecer en el concierto internacional o global del capital. Y esa idea errónea de matar de hambre a los trabajadores a lo único que va a llevar al país es al rezago económico. El comercio se desarrolla teniendo los compradores capacidad de compra y esta solamente se logra pagándoles más.
Pero al lado de estos aspectos objetivos de la economía surgieron, con el “movimiento Ayotzinapa”, las exigencias de la moralización de la vida política y de los instrumentos, órganos e instituciones del Estado Mexicano Transnacionalizado. Por eso para su beneficio las instancias del Estado Transnacional coinciden con las legítimas aspiraciones del Pueblo mexicano y todos nos fusionamos en el eslogan “todos somos Ayotzinapa”. Por eso hoy lunes primero de diciembre debemos marchar desde el monumento a la “hermana agua” hasta donde nos permita la autoridad. La cita es a las 16 horas. En fin.
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