Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Fascismo puro

Octavio Camelo Romero

24 de noviembre de 2014

Los eventos que muestran la propensión del Estado Mexicano al fascismo no son pocos ni de últimas fechas.  Simplemente recordemos las jornadas de protesta de los médicos en el siglo pasado; la de los ferrocarrileros, la de los maestros, la presencia de los frentes populares en la década de los años 70 del siglo pasado; los movimientos estudiantiles del 68 y del 70-71, etc. La respuesta del Estado ha sido única: la represión brutal. Antes se acusaba del delito de disolución social, hoy de terrorismo, siguiendo la línea norteamericana. Pero a partir del gobierno de Miguel de la Madrid se empezó a dar un viraje de 180 grados a la tímida política social del Estado de la Revolución Mexicana. La etapa del crecimiento sostenido del 5%, del Estado fuerte, de la economía mixta, de la política del pleno empleo había llegado al punto de retroceso, al momento de volver a los tiempos atrás del porfirismo, al momento del surgimiento de las condiciones socio-económicas que dieron origen a la revuelta de 1910. La historia volteó la dirección de la flecha exactamente para atrás. Había que ir al desempleo, a la inseguridad, a la hipoteca del país, a la dependencia de los extranjeros, a la militarización de la vida social de los mexicanos, etc. Esa era y es la tarea que el capitalismo transnacional le asignaba y le asigna a quienes estén en el aparato de Estado. Y para estar en el Poder Ejecutivo y congraciarse con estas fuerzas transnacionales Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto hicieron su tarea de desmantelamiento del Estado de la Revolución Mexicana y transnacionalizaron al Estado Mexicano, además de militarizar al país y desarmar a los mexicanos.

México se encuentra en una tensión nerviosa y política que todavía no sabemos a dónde nos conduzca. La inconformidad social se siente, se percibe a flor de piel. Lo preocupante es que quienes están en el Poder Público no se han percatado de ello. La multitud de marchas son la expresión de ese estado de descontento social con el Orden al cual han sometido al país. Si a eso se le llama proyecto de nación o algo parecido, pues el malestar social es contra ese proyecto de nación que tiene a más del 50% de los mexicanos en condiciones de pobreza y en el desempleo. Ese descontento, ese malestar sin embargo no autoriza de ninguna manera la represión contra la forma callejera de manifestarse. Las autoridades civiles y militares se quejan de que hay violencia, pero no se han puesto a pensar en que la violencia la ha generado el Estado Mexicano transnacionalizado. Y lejos de buscar alguna salida a la desesperanza de quienes no encuentran un empleo, de quienes no tienen que comer, de quienes no encuentran a sus familias desaparecidas, de quienes han perdido para siempre a algún familiar a consecuencia del estado de violencia que se vive, lejos de buscar esa salida se les anuncia que serán reprimidos con todo el poder del Estado.

El rumbo que lleva el país se ve reflejado en China dónde cualquier inconformidad es ahogada con la fuerza de las armas. Seguramente el presidente está interesado en esos métodos represivos.  Pero la ciudadanía todavía no se ha manifestado con toda su crudeza. Ha sido muy prudente con todo y que a sus marchas han infiltrado grupos violentos para justificar una represión masiva. Ante semejante situación es conveniente que por lo menos se explore la oportunidad de refundar al país, de crear un nuevo constituyente. Y aunque no se darán grandes cambios por todos los compromisos internacionales que se han generado, por lo menos flexibilizar la vida social y las políticas sociales del Estado Mexicano transnacionalizado. En fin.

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