Manuel Cota al frente de la CNC
Marco Vinicio Jaime
04 de septiembre de 2014
El Senador nayarita, Manuel Cota Jiménez, es ya el Presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), luego del acto de toma de protesta correspondiente efectuado el pasado jueves 28 de agosto en Zapopan, Jalisco, en el marco de la clausura del XXIII Congreso Ordinario de esa central agraria; acto que encabezó el jefe del Ejecutivo Federal, Enrique Peña Nieto, en compañía del Gobernador del Estado vecino, Aristóteles Sandoval, funcionarios del gabinete presidencial, así como de la dirigencia nacional del PRI.
Cota Jiménez, recibió el respaldo del Presidente Peña, tras de afirmar en su mensaje que el campo es prioridad del Gobierno Federal, y “servir a los campesinos, es su convicción y compromiso”. De tal suerte que agregó “estar seguro de que con el nuevo liderazgo de la Confederación Nacional Campesina, vendrán todavía mejores tiempos para el campo”.
Así, el nuevo líder cenecista, puso de manifiesto su empeño por la consecución de una CNC a la altura del reto presente en el sector agrario del país, vía una nueva “revolución verde”, en la que los esfuerzos de poderes, órdenes de gobierno y propios campesinos, desde el marco de sus respectivas competencias, impulsen los beneficios tangibles de productividad, comercialización y rentabilidad de los que tanto se urge.
De conformidad, Cota Jiménez resaltó la oportunidad coyuntural de contar con un Gobierno Federal comprometido con las causas del campo, toda vez del impulso de reformas constitucionales, como la energética y hacendaria, que harán posible entre otros, según afirmó, la implementación de un singular sistema de “utilidades compartidas” a través del fortalecimiento de la “tenencia de la tierra: no a la expropiación, sí a la ocupación temporal”, la no dependencia mayoritaria de la importación de fertilizantes, a la par de la apertura crediticia para facilitar el desarrollo de la industria agrícola respectivamente.
Ahora, tocará turno pues, de cristalizar las bondades propugnadas para el sector, y de hacer asequible, por consecuencia, a cada campesino y familia de este país el crecimiento programado.
Los actuales, son días aciagos, donde la actividad del campo mexicano enfrenta una merma significativa, principalmente ante la abrupta modernización y su avasallante interconexión global: economía, comercio, productividad, política y sociedad, que aúna el diezmado porcentaje –de apenas un 20 por ciento aproximadamente - de población en zona rural, y de subsecuente operatividad agrícola, de acuerdo a las mediciones efectuadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la que una batalla singular por el control hegemónico de tales elementos, ha provocado el subyugante retroceso de las naciones con economías débiles, dependientes obligadas de las potencias y de las propias economías emergentes.
Aunque si bien México está considerado como una economía emergente, frente a la riqueza que lo caracteriza, paradójicamente sus niveles de productividad agrícola no han sido lo suficientemente capaces para dar respuesta eficaz a la demanda interna: erradicar el hambre y coadyuvar a la generación de riqueza y su imprescindible distribución equitativa, de ahí que los índices de pobreza y pobreza extrema vayan en aumento, y donde Nayarit, preocupantemente, cabe decir, registra un lugar preponderante. Por ello, sentar las bases para superar la feroz competencia global y promover el fortalecimiento de la producción agrícola, (empezando por la organización de los campesinos en un evidente marco de ganancias y beneficios recíprocos), garantizando el aprovechamiento racional y sustentable de los recursos naturales, requerirá de la suma inteligente que integra un gran frente de trabajo multidisciplinar, garante de resultados, en función de la eficiente reversión de los males económicos y (a)políticos que mantienen postrado al campo, donde por ahora, cabe señalar, la división, la incomunicación y la simulación, permean para mal el ejercicio de no pocos que detentan responsabilidades neurálgicas, y solo han sido factor de desgaste y ostracismo.
Cota Jiménez al frente de la CNC, posee pues la seria responsabilidad de conducir los trabajos que asimismo erradicarán los vicios que en su momento eclipsaron la razón de ser de una Confederación cuya misión fue organizar, respaldar y optimizar al máximo, las bondades de tal sector que llegó a ocupar el 80 por ciento del millón, 964 mil 375 kilómetros cuadrados de la superficie territorial de la nación. De tal suerte que los tiempos del oscurantismo clientelar, la hegemonía monárquica y unidireccional, el doble discurso, la simulación y el manipuleo mercadotécnico, habrá de ceder su lugar a la correlación estratégica de esfuerzos, el contacto directo y programático in situ, en un marco a su vez de eficaces líneas comunicacionales: políticas y sociales.
Por lo cual, grandes pues, son las expectativas del campesinado, de la nación, ante el desafío que depara ya desde el corto, para el mediano y largo plazo, el plano local y nacional. ¿Se estará a la altura? Así se espera por el bien de todos.
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