Contracción del mercado nacional

En el régimen de producción capitalista se fusionan dos procesos; uno es el "proceso de producción" y el otro es el "proceso de circulación", del Capital. En estos procesos encontramos claramente diferenciados dos tipos de consumo. El consumo personal que es el consumo de los medios de vida y el consumo productivo que es el consumo de los medios de producción. Dentro del consumo personal se encuentran el  consumo de los trabajadores, de los empresarios, de los desempleados y demás lumpenproletarios.  Al lado de los productos del consumo de los empresarios se hallan los productos de la canasta de los mexicanos pobres que son la mayoría de los habitantes de este país, de esos connacionales que medio comen cuando bien les va. Sin embargo antes de consumir primero se tienen que vender las mercancías. Este es el verdadero problema del país, que la realización de las mercancías en cuanto valores cada vez se efectúa mediante el sistema crediticio; se venden los productos a crédito directo o a través de los plásticos; se hace un consumo presente comprometiendo a futuro un ingreso incierto; se crea un falso espejismo de una reactivación económica. El crecimiento espectacular del consumo a crédito lo único que muestra es que no hay dinero circulante y que la circulación de mercancías está obstruida por la falta de liquidez. Esta situación de crisis capitalista obliga al capital a buscar la manera de satisfacer su necesidad de circulación mercantil y encuentra el mecanismo a través del crédito, bien sea con plásticos, bien con préstamos bancarios, etc.

La falta de liquidez de las familias de los trabajadores mexicanos se debe al deterioro del salario real como consecuencia de la política perversa de combinar inflación con salarios mínimos, esto es, incrementar los salarios por debajo de la inflación para que según los funcionarios del gobierno, haya una mano de obra barata y vengan los capitales transnacionales a explotar al Pueblo de México. La inflación se tiene en los productos de amplio consumo, del gas, de la gasolina, del transporte, etc.; combinada con salarios bajos da como resultado inmediato estancamiento del mercado doméstico, descontento, conflicto social. Esto explica lo dicho por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) en el sentido que las ventas en los supermercados cayeron en julio 3.2 por ciento en términos reales una vez descontada la inflación. Dicho organismo también señaló que en medio de un clima de bajo consumo interno y retroceso del poder adquisitivo de la población y con relativos niveles de inflación elevada, en julio las ventas en términos nominales a tiendas iguales crecieron apenas 0.7% en comparación con julio de 2013. Y las ventas a tiendas totales (TT), que se refiere a todas las tiendas, incluyendo las aperturas de los últimos 13 meses, tuvieron una importante desaceleración, mostrando el peor resultado de los últimos nueve años. Estamos pues ante el peligro de la parálisis económica. Una contracción del mercado nacional. En fin.