El Rumiante
Doctora Eduwiges Lamoglia
03 de junio de 2014
Doctora: Le escribo ahora, a punto de dejar la silla que por tres años me tocó en suerte ocupar, gracias al voto de los ciudadanos tepixcleños, pero he de comentarle que la experiencia no fue del todo grata, pues me tocó bailar con la más fea.
La verdad, no sé si hice bien en lanzarme a la política después de haber fungido más de 20 años como funcionario de la Secretaría de Planeación y Desarrollo, luego en el SIAPA, en la CONAGUA, y de ahí le brinqué de candidato a la alcaldía.
Cuando se llevaron a cabo las elecciones, el candidato de la empanada me sacó un buen susto, pues le gané con una diferencia de 700 votos, pero ahí estuvo mi gran amiga Águeda Galicia con sus agremiados en el consejo municipal electoral, defendiendo mi triunfo con uñas y dientes, pues me lo quisieron hacer tablas.
Llegando, una de las primeras acciones que tomé fue la de conseguir un préstamo para pagarle a los trabajadores, ya que no había dinero para afrontar la nómina, que incluía la navidad y prestaciones de fin de año, pues entra uno a la alcaldía la segunda quincena de septiembre y muy rápido se llega diciembre.
Fue en ese primer trimestre cuando me enemisté con los trabajadores, pues ellos están acostumbrados a que se les pague a tiempo, y como yo no podía enfrentar ese gasto (pues eran muchos los aviadores) me agarraron tirria, y es hora que cuando me ven me tuercen la boca, me sacan la lengua, y hasta ha habido algunos que me la refrescan.
También hubo enojo por la remodelación del parque de mi madre, digo, del parque de la madre, obra que me pareció muy prioritaria, y que se hizo en el 2012, con una inversión cercana a los 5 millones de pesos.
Cuentan también las malas lenguas que yo me engrapé el estomago y mi ñora se hizo la lipo a costas del erario público, pero eso no es cierto; lo hicimos con dinero propio, pues ambos quisimos dar una mejor imagen a nuestro amado pueblo de los tepixcles.
Los primeros dos años me sentí acongojado por la escasez de dinero, por los reclamos de los trabajadores, por la inconformidad del pueblo, y por las maltratadas de Águeda, pero no me quedaba de otra, tuve que apechugar.
Para no sentirme mal, me fui a despachar a un restaurante de los de la avenida Jacarandas, donde sabían los regidores, el síndico y mis funcionarios que me podían hallar, pero era yo quien no la hallaba, y hubo veces que pensé dejar a mi suplente.
Finalmente, llegó a mi rescate Seguro que Sí, por lo que me pude lanzar a hacer obras de remodelación de calles importantes de la ciudad, de agua potable, de plazas y espacios para la juventud y la ciudadanía en general.
Ahora me veo bien fregón entregando obras por aquí, obras por allá; no que antes andaba regalando tinacos y estufas ecológicas por las colonias y las comunidades, mientras que la gente me gritaba: Pa´ qué queremos tinacos, si no tenemos agua…
Doctora, cree usted, que con estos antecedentes pueda seguir en la política, ¿o mejor me retacho como funcionario? Aunque también me queda la opción de dedicarme a la iniciativa privada; me gustaría contar con su valiosa asesoría, pues nadie aconseja como usted a quienes nos encontramos en estas encrucijadas.
Atentamente: El rumiante
Mi querido y nunca bien ponderado rumiante, esto de la política es un albur, pues lo más importante es pertenecer a un grupo que te impul$$$e, o contar con algún padrino influyente, pues si mal no recuerdo en tiempos de Excelso, hizo alcaldes a dos de sus amigos, que nunca volvieron a ser; me refiero a Remigio Rosales Vega y a Braulio Pérez Valdivia.
Fue así como le aplicaron a Remigio la de “Zapatero a tus zapatos” y a Braulio también; pues se regresó con los profes.
En mi vasta experiencia como psicóloga de políticos, me he podido dar cuenta que es muy raro el ser humano, que luego de probar las mieles del poder quiere salir de ese círculo, pero como te repito, no es nada más por su querer, influyen diversos factores.
Por fortuna para ti, sabes trabajar, y estás preparado, porque hay quienes no saben trabajar y no están preparados, y se aferran de una manera obsesiva al poder, así es que la llevas de ganar.
Te sugiero que visites mi consultorio para platicar más ampliamente sobre el tema, pero la verdad si has tenido un gran avance, pues te decidiste a adelgazar, y eso habla de que te importa tu imagen y tu salud, pues de haber seguido detrás de un escritorio, o escondido en alguna de las dependencias donde has trabajado, es posible que dejaras eso aspecto de lado.
Me hubiera gustado que te comportaras como un toro de lidia, que te enfrentaras a los problemas con valentía y vigor, pero al parecer no llevas la fama en el nombre, y tuviste que conformarte con dejar pasar estos tres años que ya casi terminan.
Seguro tu ánimo está muy magullado, debido a la andanada de epítetos que te echó encima la lideresa de los sindicalizados, los plantones y las rechiflas, pero no todo fue malo, y hay que reconocer que al menos tu gabinete, los regidores y el síndico, se solidarizaron contigo.
Me dices qué pa dónde le das, pero yo creo que eso ya está definido, pues si te avientan con otro hueso en la política lo vas a agarrar; así es que estaré esperándote para prestarte el libro de Maquiavelo, donde dice que los hombres en general son ingratos y volubles; que se dedican a aparentar lo que no son y a disimular lo que sí son. Así es que, sin agraviar a ningún político (ni a ti) me gustaría tenerte en mi diván, para platicar al respecto, no leaunque que tenga que mandarlo ampliar.
Recibe mi cariño y mis mejores deseos: Viki Lamoglia.
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