El capitalismo y los derechos humanos globales

En nuestro tiempo el capitalismo ha dominado total y plenamente el planeta. Requiere la desaparición de los Estados Nacionales y la subordinación de todos los habitantes de la Tierra a un único Estado Supranacional. Cada día será más clara esta exigencia. Las organizaciones mundiales que desde el siglo pasado nacieron se conforman en una red, en un entramado de instituciones al servicio de la subclase de capitalistas transnacionales. Estos organismos internacionales han asumido funciones de codirección y supervisión del funcionamiento de los gobiernos nacionales y por eso hoy vemos con mayor frecuencia la intervención de tales organizaciones mundiales en los asuntos internos de los países y la supeditación de los políticos a las exigencias de las instancias supranacionales. Y no puede ser de otra manera. El capital domina el mundo y por tanto sus intereses son los mismos en todos los rincones del mundo. Tal situación reclama la estandarización de conductas, de métodos productivos, de habilidades laborales, de derechos humanos, etc. El capitalismo global requiere y exige la unificación de todo y de todos, entorno a sus intereses. Se requiere de un instrumento jurídico que garantice en cualquier parte del planeta la salvaguarda de los intereses del capital. Pero a la vez que los “Derechos” sean los mismos en cualquier parte del planeta. Y en estos, entran los “Derechos Humanos”.

Quitarse de enfrente o dominar al feudalismo o a sus vestigios fue siempre el objetivo revolucionario e histórico del capitalismo. Pero pasado ese instante, el régimen de producción capitalista se vuelve reaccionario. Nunca ha sido bondadoso ni humanista. El keinesianismo existió por la presencia del campo socialista y porque al paso del Ejército Rojo de la URSS por los países éstos adoptaban el socialismo. Esa acción sirvió de contrapeso y de fuerza social para que el capitalismo flexibilizara sus pretensiones de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. La evidencia está en que a la caída del bloque socialista viene el desmantelamiento de los estados de bienestar social y el surgimiento del neoliberalismo.

Una de las principales contradicciones del capitalismo es aquella en la cual el capitalista se apropia lo que sus trabajadores producen. Con la globalización o mundialización del capital, esta contradicción ha adquirido dimensiones planetarias. El capitalismo mundializado ha integrado sus procesos parciales de los distintos países en un único proceso global. Y en esta transformación el capitalista ha dejado de ser un individuo para convertirse en un colectivo. Hoy domina la asociación de capitales sobre el capital individual, pero en ese conjunto de capitales individuales existen ciertos capitales que son los dominantes, los hegemónicos. De esta trabazón de capitales ha surgido como capital social un capital conformado con capitales de todo el mundo pero con un núcleo hegemónico. Al lado de la subclase de “capitalistas transnacionales” ha surgido una subclase de “capitalistas en funciones” formada por los ejecutivos de las empresas y organismos empresariales que se encuentra diseminada por todo el mundo y que no necesariamente aporta capital, aunque sí participa de la plusvalía o ganancia extraída a los verdaderos trabajadores asalariados.

El capitalismo en sí es inestable. Por más que sus teóricos quieran presentarlo como un sistema en equilibrio, el régimen de producción del capital es contradictorio. La competencia que acabó con el feudalismo se ha convertido en competencia entre capitalistas. Los capitalistas luchan unos contra otros para no perder el mercado para sus mercancías y, consecuentemente para no dejar de ser capitalistas. En esta guerra competitiva los fuertes terminan absorbiendo a los capitales pequeños.

Las condiciones de nuestro tiempo son distintas a las de hace algunos años atrás. Por eso la materia de los “Derechos Humanos” deberá necesariamente ser diferente. Seguramente en la conferencia de la ONU que se realizará del 7 al 11 de abril en la sede de Nueva York surgirán planteamientos acordes a la evolución del capitalismo mundializado o global.