Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Los homicidas de la creatividad

Octavio Camelo Romero

06 de marzo de 2014

La mundialización del capital, la cual además de consistir en la integración territorial de los países del mundo para constituir el espacio de su valorización, genera necesidades objetivas para su existencia y desarrollo. Entre otras, surge la necesidad del pensamiento creativo el cual requiere de una profunda conceptualización de la categoría “educación” y en especial, de la conformación de un verdadero sistema educativo impulsor, desarrollador de la creatividad, que abarque los niveles desde la educación inicial hasta el bachillerato. Ya apuntamos la urgencia del capital por acortar y adelantar a los tiempos naturales los aprendizajes de la lectura, del habla, del pensar, de la escritura y de la conservación de la habilidad y destreza infantil de la creatividad. La mundialización del capital requiere la estandarización de los procesos pero también, la formación pertinente de los humanos y el desarrollo en ellos del pensamiento complejo. Empero, el éxito está en relación directa con la conservación en los adultos del espíritu creativo de los niños.

No es de mal gusto decir que la creatividad nace con los niños. Los niños inventan y reinventan, descubren y redescubren el lenguaje, la escritura, la escultura, etc. Desde el momento mismo de la comunicación emocional entre el niño y su madre ya está inventando un lenguaje y un código. Cuando empieza a hacer los garabatos ya está inventando un lenguaje gráfico que para él tiene significado. Conforme crece o pasan los años, los niños inventan mundos fantásticos. Los que saben de estas cosas dicen que las ondas cerebrales theta que se tienen en la infancia se van perdiendo con el paso de los años. Pero hay quien afirma que se pueden recuperar. Sin embargo hay una interrogante al margen de tales ondas cerebrales. Si partimos de la premisa de la creatividad como elemento sustancial de los niños, ¿Por qué se pierde con la adultez? Más aún, ¿Por qué la creatividad se va perdiendo conforme se avanza en los centros educativos? Y es que el “sistema educativo” en la escuela y en la familia o sociedad, es poco impulsor del desarrollo de las habilidades requeridas para la maduración de la creatividad.

La creatividad implica satisfacer una necesidad, tener un impulso para realizar cierta actividad, explorar posibilidades, experimentar, fracasar en algunos intentos, tener una motivación intrínseca, etc. Por eso cuando un niño está bajo constante y permanente observación de su “quehacer”, se inhiben sus deseos creativos. Lo mismo sucede cuando se está sobre él evaluando o calificando lo que hace. Es una práctica desalentadora de la creatividad el suplir el placer interno por un premio externo en calidad de recompensa, o de comparar al niño con otro a especie de competición. A los niños se les debe dejar hacer lo que más les plazca y en el tiempo que ellos dispongan.

La escuela tradicional que todavía mantiene la charla del maestro como centro de la actividad docente no puede ser impulsora de la creatividad. Se requiere de una neuropsicopedagogía instrumentadora de una práctica docente que oriente la actividad no únicamente del docente sino también de los padres y de quienes conviven con los niños, para que desde los primeros años de vida se desarrollen de todas sus potencialidades humanas. Se requiere conservar el pensamiento creativo de los niños hasta la adultez.

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