No basta con rendir cuentas
Francisco Cruz Angulo
11 de febrero de 2014
El Presidente Enrique Peña Nieto promulgó el fin de semana la nueva Ley del Instituto de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) que le concede plena autonomía y amplía el número de sus consejeros así como le otorga más facultades para que cumpla con sus objetivos.
De acuerdo a la nueva ley los ciudadanos podremos tener acceso a toda la información que generen los tres órganos de gobierno, partidos políticos, sindicatos y empresas descentralizadas para que sepamos en que, dónde y cuantos recursos públicos se aplican en el ejercicio del gobierno. Según el mandatario federal de esta manera se obligará a la rendición de cuentas y actuar con transparencia de nuestros gobernantes.
Del dicho al hecho hay mucho trecho, dice la vox populi. En efecto gobiernos van y gobiernos vienen y el mismo discurso. Recordemos que la lucha en contra de la corrupción pública y la opacidad en la rendición de cuentas la inició el ex presidente Miguel de la Madrid con aquel novedoso slogan de su campaña: “la renovación moral de la sociedad” que sería la línea estratégica de su administración.
Luego llegó Carlos Salinas al poder presidencial y para dar certeza que iría a fondo en contra de la corrupción metió a la cárcel a Joaquín Hernández Galicia “la quina”, líder vitalicio del Sindicato Petrolero y enseguida depuso a Carlos Jonguitud de la presidencia vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Solo que la medicina fue peor que la enfermedad. En vez de promover la democratización de ambos sindicatos lo único que hizo fue sustituir a los viejos caciques por otros que con el tiempo fueron peores que sus antecesores. Carlos Deschamps en el sindicato petrolero y Elba Esther Gordillo en el SNTE, hoy en la cárcel.
Fue tal la opacidad y falta de rendición de cuentas en el gobierno salinista que la venta de empresas paraestatales a la iniciativa privada tales como Telmex, Ferrocarriles nacionales, el Canal de televisión del estado (Univisión), y otras. Lo más emblemático de la opacidad fue el rescate bancario denominado el fobaproa que se hizo tras bambalinas y nunca se dio a conocer con transparencia los términos de la privatización de nuestro patrimonio nacional.
Otro esfuerzo de la transparencia lo hizo el presidente Vicente Fox cuando creó el IFAI. Si bien fue un gran paso en la rendición de cuentas, durante los dos gobiernos panistas se quedó en un organismo burocrático cooptado por los gobiernos estatales en tanto que decidía qué información podría tener acceso la población.
No hay duda que el haberle dado autonomía al IFAI y nuevas facultades por la actual Legislatura Federal representa un gran esfuerzo en la transparencia y rendición de cuentas de nuestros gobernantes. Sin embargo de que sirve que ahora podamos conocer en las páginas de internet en qué y cómo se gastan nuestros impuestos si cuando vamos al terreno de los hechos a constatar que allí están invertidos nuestros recursos nos llevamos la sorpresa que la obra está inconclusa, sobrevaluada o que de plano no existe.
En este caso lo más conveniente es de que exista la cultura de la denuncia ciudadana para que se finquen responsabilidades a servidores públicos corruptos. El problema es que no hay esta cultura de la denuncia porque es desalentada por los mismos procuradores de justicia que se hacen los disimulados o integran muy mal las averiguaciones previas, ya no se diga si están en contubernio con los funcionarios denunciados. La transparencia y rendición de cuentas debe tener consecuencias penales para todos aquellos gobernantes que utilizan el poder para engordar sus chequeras personales o el de su familia.
Mientras no veamos a funcionarios corruptos en la cárcel y reembolsando el dinero público que se robaron, por más autónoma que sea el IFAI seguirá siendo un instrumento de simulación.
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