Raúl y Obama con Mandela
Miguel González Ibarra
12 de diciembre de 2013
Nelson Mandela tuvo también la virtud de unir lo que en el pasado era impensable e imposible.
Los mandatarios de Cuba y Estados Unidos estrecharon sus manos, lo cual, quiere decir, que los representantes de dos modelos antagónicos, irreconciliables, radicalmente distintos, se encontraron, se saludaron.
La imagen protagonizada por Raúl Castro y Barack Obama, de inmediato ocupó los espacios de los medios de comunicación mundial, incluyendo, por supuesto, el de las potentes redes sociales.
El análisis de tal acontecimiento sigue de manera intensa. Las especulaciones no se hacen esperar. Hay quienes opinan a partir de lo subjetivo y no de los hechos históricos.
¿Acaso el encuentro significa la desaparición de la lucha de clases, cuyo concepto abarca y llega hasta la brecha entre países poderosos y débiles, o dicho de otro modo, que está extinguida la contradicción entre el imperialismo y el mundo que trabaja y lucha por liberarse de la opresión y explotación estadunidense?
De ninguna manera. La lucha de clases en el mundo persiste. Hoy con más rigor y crudeza que en aquellos tiempos, cuando Carlos Marx redactó el Manifiesto Comunista y su obra cumbre “El Capital”, auxiliado por su gran hermano Federico Engels. Del mismo modo, la confrontación del imperio norteamericano y los países que se proponen la liberación nacional, por consecuencia, la liberación social, porque, ambas, van de la mano y no se pueden separar, está hoy tan vigente como en los momentos cuando el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, convocó a la sublevación que rompiera las cadenas del colonialismo, la dependencia y la explotación y, se construyera sobre esas ruinas, un régimen socioeconómicopolítico que garantizara techo, comida, empleo, medico, medicinas, aulas, buen salario, cultura y recreación para todos los habitantes del planeta, sin excepción de nadie ni de ninguno.
Pero, en fin, el encuentro Raúl-Obama en los funerales de ese gigante de la historia, Nelson Mandela, no es más que el nivel mundial, indiscutible, alcanzado por el líder sudafricano en su batallar por terminar con la esclavitud bajo la denominación del Apartheid; lo cual, conlleva a concluir que su lucha fue contra el capitalismo, simbolizado por el Estado imperial de la Unión Americana y a favor del sistema socialista, representado por la isla de la libertad, Cuba.
La aportación de Mandela a Sudáfrica y al mundo, tiene tanta fuerza, y es de tal magnitud, que logró unir a los antagónicos, a quien promueve la guerra, el terrorismo, la violencia y el odio (Estados Unidos de Norteamérica), y al abanderado de la paz, la concordia, la reconciliación y la felicidad en los cinco continentes de la tierra (Cuba). Es, ni más ni menos, lo que representan Raúl y Obama. Y es el mérito histórico de Mandela.
Sin lugar a ninguna duda, Mandela se quedó, sigue y seguirá del lado de los partidarios de la paz, la concordia, la reconciliación y la felicidad de los pueblos del mundo, porque, para que ésta se dé, la felicidad, tienen que haber y disfrutarse el pan y la sal en la mesa de todos los humanos, sumando ya siete mil millones en todo el globo.
Blog del autor: http://miguelgonzalezibarra.wordpress.com/
Twitter: @MGonzalezIbarra
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