Pemex y CFE al postor designado
Octavio Camelo Romero
11 de diciembre de 2013
A punto de llegar al objetivo. Adecuar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a los intereses del capitalismo mundial. No es únicamente la “industria petrolera”, es también la “industria eléctrica” y la “industria minera”. Toda la naturaleza del subsuelo que no ha costado ningún céntimo, el capital mundializado se quiere apropiar de ella e incorporarla a su dominio para obtener las grandes ganancias. Por el mismo precio se legitimará la presencia de empresas trasnacionales que en la actualidad prácticamente están fuera de la ley como Schulmberger (www.slb.com), Halliburton (www.halliburton.com), Repsol (www.repsol.com), Weatherford (www.weatherford.com), Baker Hughes (www.bakerhughes), entre otras. La modificación de los artículos constitucionales es con el claro propósito de desechar ciertos conceptos incómodos como propiedad de la Nación, exclusividad de la Nación, etc., y sustituirlos por otros concordantes con los intereses del capitalismo mundial en general y del capitalismo chino-usa en particular.
Los estrategas extranjeros y mexicanos que dirigen las políticas públicas de México estuvieron pulsando las opiniones y las reacciones de los distintos segmentos de la población y empresarios. Por eso de repente aparecían en los medios internacionales de información declaraciones y artículos por demás provocadores. Entre estos medios estuvo el Wall Street Journal (WSJ) que anunció la ruptura del actual gobierno con el pasado histórico de la expropiación de la industria petrolera y la creación de PEMEX. La argumentación a favor de esa ruptura se centró en la supuesta incompetencia de la industria paraestatal y en la carencia de recursos públicos para refinanciarla. Esa argumentación se viene escuchando desde el gobierno de Miguel de la Madrid. En aquel entonces para declarar como no-estratégicas a las industrias petroquímicas y así poder venderlas. Y tras Don Miguel, vinieron Don Carlos, Don Ernesto, Don Vicente, Don Felipe con el mismo cuento. Y hoy Don Enrique saca del baúl de las artimañas el mismo cuento. La diferencia entre el pasado y el presente se llama China y el Pacto por México.
Hasta el momento los estrategas de las políticas del régimen peñanietista han tenido éxito gracias al buen manejo en el “Pacto por México”. Prácticamente allí han resuelto los “nudos ciegos” irresolubles. Se puede afirmar en base al desempeño que ni la República Popular China tiene este instrumento eficiente y eficaz para solventar las dificultades políticas del gobierno. En un supuesto lenguaje científico-político, en el “Pacto por México” se dice que están representados los intereses económico-políticos de los empresarios, de trabajadores, de los burócratas, de los políticos, a través de los tres partidos “grandes”, PRI, PAN y PRD. El “Pacto” es como esas medicinas buenas para todos los males. No hay que olvidar la “santa” alianza del PRI y del PAN para enterrar al Estado producto de la Revolución Mexicana y para desmantelar el modelo mexicano de la “economía mixta”. Esta mancuerna de partidos denominada “PRI-AN”, inicia sus acciones en el periodo presidencial de Miguel de la Madrid. Conformaron una estrategia para además de acabar con el patrimonio de los mexicanos, devolver la industria petrolera a sus antiguos dueños, para volverla a manos de los extranjeros. Para ello había que presentar a PEMEX como una industria insolvente, y así justificar su entrega al capital transnacional. Ya casi terminaron con su tarea pero con el agregado de CFE. En fin.
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