Tepic, Nayarit, domingo 07 de diciembre de 2025

El supuesto predominio del ser humano sobre las demás especies

Sergio Mejía Cano

01 de Julio de 2025

Recientemente se dio a conocer en varios medios de información que las corridas de toros serían suspendidas definitivamente debido a la ley de protección animal ya vigente desde el año pasado; se alega que, a los aficionados a estas corridas no les entusiasma en lo absoluto que sean sin violencia, es decir, sin maltrato hacia los toros el que jamás se entera ni le dicen que lo van a matar después de martirizarlo cruelmente bajo el aplauso de los que gustan de esta crueldad.

Y, la semana pasada, también en diversos medios de comunicación se dio a conocer que una gran cantidad de galleros marcharon por las calles de algunas ciudades protestando porque se pretende prohibir las peleas de gallos que, por cierto, no están prohibidas constitucionalmente; sin embargo, se entiende que la llamada ley de protección animal también protege a estas aves, así como a todo tipo de especies vivientes.

Hay quienes afirman que tanto las corridas de toros como las peleas de gallos son una tradición en nuestro país, pero el problema es que antes de la invasión de los europeos a esta parte del continente americano aquí no había reses ni gallos domésticos; así que, por lo mismo, tradición, tradición mexicana no es ala cien por ciento. Que se hayan arraigado en el gusto de mucha gente, eso ya es otro cantar; lo que sí es un hecho muy palpable es que lo que exhiben es violencia, martirio, crueldad y, asesinato. Y si bien entre las peleas de gallos se matan entre sí mismos, el problema estriba en que los humanos les ponen unas filosas navajas para darse muerte y, aquí puede entrar la palabra asesinato debido a la consabida frase de que “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, porque son los humanos los que les colocan esas navajas en los espolones a los gallos.

Esa crueldad latente en la naturaleza humana que manifiestan muchas personas se aprovecha del instinto de conservación de los toros y gallos para decir que para eso nacieron: para embestir y pelear, respectivamente; sin embargo, ese instinto los obliga a defenderse haciendo caso a su natural instinto de supervivencia y conservación y no porque su instinto sea asesinar como lo hacen infinidad de humanos: por gusto y diversión o sin causa ni motivo.

Obviamente que, por lo regular, a quienes criticamos las corridas de toros, de inmediato la mayoría de los aficionados a la tauromaquia salen con la ya tan sobrada frase: ah, pero bien que disfrutan de una carnita asada, ¿verdad? Lo que pasa es que el ser humano está catalogado como un ser omnívoro, por lo que en su cadena alimenticia entran precisamente carnes de muchas especies tanto terrestres como marítimas y aéreas. Así que, si en nuestra cultura alimenticia entra la carne de res, pues que podríamos hacer los que ya nacimos dentro de esa costumbre en nuestras familias. También hay adoradores de la crueldad hacia los toros que afirman que en los rastros los matan más feo que en coso taurino; ¡ande pues! ¿Cómo puede haber más crueldad en una muerte instantánea a una muerte lenta mediante una tortura cuya tardanza tal vez se le haga eterna al todo al que le encajan banderillas en el lomo, lo pican con una lanza; pero, se ha documentado que, antes de salir a la plaza, a los toros los hacen tragar arena, les liman las puntas de los cuernos, los golpean con costales de arena en todo su cuerpo, etcétera; esto con el fin de que su fuerza merme y represente menos riesgo y peligro para el asesino, perdón, para el torero.

Si las corridas de toros pueden seguir siendo un espectáculo, pero ahora sin violencia, entonces las peleas de gallos podrían seguir, pero ya sin navajas en sus espolones; así de fácil; aunque, de todos modos, esas peleas en cierto modo significan violencia, pero en donde entra la mano humana al enfrentarlos, ya que si no los pusieran frente a frente como se hace en los palenques, los gallos por sí mismo no buscarían a otro con quien pelear a menos que invada su territorio.

Pero ¿por qué actúan muchos humanos con esta crueldad en contra de otras especies? Pues, según algunas personas con las que he comentado a este respecto, coinciden en decir en que, porque Dios les dio a los humanos el predominio sobre las demás especies; ¡mira, tú, no vaya siendo! ¿Cómo va a tener predominio un ser depredador como ha demostrado que son la mayoría de los seres humanos contra las demás especies que conviven con la Madre Naturaleza sin dañarla en lo absoluto? Alegan que porque así lo dice la Biblia. ¡No, pos sí!

Sea pues. Vale.

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