Dinero tirado en educación
Octavio Camelo Romero
19 de noviembre de 2013
El día 18 de noviembre del 2013 los medios nacionales de comunicación masiva dijeron que el presidente mexicano Enrique Peña Nieto había anunciado para el 2014 la cuantiosa inversión de 592 mil millones de pesos para el sector educativo del país, la cual representa un aumento del 15% en términos reales a dicho sector en lo va del gobierno peñanietista, mismo que ha priorizado su gasto en educación, salud e infraestructura. En el mismo evento realizado en el salón Manuel Ávila Camacho de la residencia oficial de Los Pinos, Peña Nieto destacó la inversión de varios programas del gobierno federal en materia educativa. Los programas de Escuelas de Excelencia impulsado para abatir el rezago educativo contará con 8 mil 600 millones de pesos, y el de Escuela Digna que busca mejores condiciones para prestar el servicio tendrá mil 330 millones de pesos, cantidad que servirá para el crecimiento de dicho programa en un 70%. Al programa de dotación de computadoras o tabletas a alumnos de quinto y sexto año de primaria se le destinarán mil millones de pesos y a la infraestructura educativa se le destinarán 18 mil 348 millones de pesos.
Pero de qué sirve tanta inversión cuando directores de escuelas primarias asociados con profesores de sus plantillas, con la estructura sindical y con algunos funcionarios de la Secretaría de Educación Pública sabotean a tales programas. Ese dinero se va a tirar porque los saboteadores son integrantes de la propia estructura educativa. Da la impresión que ni la SEP ni los organismos empresariales tienen claridad del fenómeno social de la educación en el país ni mucho menos del propósito de la relación entre la educación y las fuerzas productivas materiales, ya no digamos de la relación entre la educación y el ser humano. No son pocos los empresarios y funcionarios de los Institutos de Educación que consideran a la escuela como fábrica de preparación de mano de obra.
No podemos olvidar que desde las primeras comunidades humanas la educación de los pueblos tenía, tiene y seguirá teniendo la gran tarea de transmitir a las nuevas generaciones las experiencias histórico-sociales de las generaciones presentes y pasadas, así como de registrar los problemas que éstas generaciones no pudieron resolver y que por lo tanto dejaron pendientes de solución para las generaciones venideras. Dentro de todos los aspectos del fenómeno educativo destaca el perfil, la personalidad y cualidades del ser humano en cada etapa de desarrollo de la sociedad.
En la actualidad los requerimientos del capitalismo mundial respecto a los consumidores, a los trabajadores e incluso respecto a los propios capitalistas difieren por ejemplo de los tenidos al principio del siglo pasado. Y para tener una especie de “control de calidad” han inventado lo que denominan “evaluación”. La mentada evaluación se reduce a pruebas estandarizadas para medir conocimientos y habilidades que debe tener la juventud para participar activa y plenamente en el capitalismo mundial como asalariado de conformidad con la lógica de la política y de la ideología neoliberal. El neoliberalismo es la política y la ideología del capitalismo mundial que tiene como objetivo desmantelar toda forma y aspecto del Estado de Bienestar. Por eso únicamente le interesa la relación entre la instrucción, la productividad y el mercado. Las pruebas estandarizadas como PISA y otras sirven para que los organismos internacionales del capital sepan cuáles países se están distrayendo de los intereses neoliberales.
Sin embargo en México la responsabilidad de la mala o buena educación pública la tiene el Estado Mexicano, quien asume el monopolio de la formación y de la capacitación del magisterio nacional. Si el profesorado no está formado conforme a los requerimientos del capitalismo internacional, entonces lo primero que se debe hacer es cambiar el diseño curricular de las normales y capacitar a la planta docente de dichas normales, así como reeducar al magisterio en activo. Si esto no sucede, es la secretaría de educación pública la que no está atendiendo el mandato de las nuevas condiciones del país. Pero además de reeducar a los maestros en activo se deben modificar los criterios de promoción. Queda claro que la calidad educativa no se mide por el puntaje de estas pruebas estandarizadas.
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