La supranacionalidad del capital

Después del periodo comprendido del día 10 al 17 de noviembre, de toda una semana de reposo forzoso debido a un mal funcionamiento de mi organismo, nuevamente me reintegro a la labor periodística con el propósito de seguir poniendo a su distinguida y honorable consideración, el análisis y la reflexión de los sucesos en el acontecer diario. Muchos de estos temas ya los hemos tocado con anterioridad, sin embargo la tozudez de su planteamiento nos obliga a analizar y reflexionar con la misma terquedad. En este tiempo retumbó en los medios de comunicación masiva, la noticia e información proporcionada por Wikileaks al periódico nacional “La Jornada”, del contenido de las “clandestinas” negociaciones que están a punto de firmar en el denominado “Acuerdo de Asociación Transpacífico”, TPP por sus siglas en inglés. Según Agustín Ramírez, presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, el contenido de este acuerdo va en contra de la reforma constitucional al sector telecomunicaciones, no es una medida válida para proteger los derechos de autor y limita la posibilidad de que en el mediano plazo más mexicanos tengan acceso a servicios de banda ancha. Algunas voces afirman que esta es una extraordinaria ofensiva del capital trasnacional contra de la soberanía de las naciones y los derechos de los trabajadores, los ciudadanos y los consumidores. Y denuncian que como ocurrió con el TLCAN, las beneficiarias de este acuerdo serán a lo sumo las 500 empresas en las que se concentra el 70% de las exportaciones manufactureras. Al resto del país le perjudica. Alertan de la posibilidad de usar el acuerdo TPP para abordar cuestiones adicionales como la reconsideración por parte de México a la exclusión de la inversión privada en su industria petrolera. Por otra parte “Medicinas Sin Fronteras” alerta de la pretensión del gobierno estadunidense de incorporar en tal acuerdo la restricción al acceso a medicinas de bajo costo para millones de personas. En el acuerdo TPP están involucrados Estados Unidos, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur, Vietnam y Japón.

No se puede olvidar que la acumulación del capital al igual que las otras manifestaciones del capitalismo son productos históricos y presentan por lo mismo características generales y específicas correspondientes a cada fase o etapa del desarrollo capitalista. Por eso son perfectamente diferenciables los momentos evolutivos del capital y en cierta medida, previsibles algunos fenómenos sociales. Tampoco se puede ignorar que la presencia del bloque socialista jugó el papel de muro de contención de los apetitos desmedidos del capital y permitió el surgimiento de ciertos toques humanistas en las condiciones de vida de los trabajadores y de su explotación. Empero estas circunstancias no impidieron “la acumulación de capital” ni la “lucha competitiva” por conquistar nuevos mercados o para no ser expulsados de los ya conquistados. Con la desaparición del “bloque socialista” el capital se volvió más apetente de la plusvalía e inició un proceso de aniquilación de fronteras, de acercamiento tempo-espacial de los centros de producción y los centros de consumo, de la construcción de un tejido mundial de inversión de capitales provenientes de distintos lugares del planeta y de la consecuente estandarización de los métodos productivos, de la unificación de las legislaciones laborales, de la construcción de organismos supranacionales, etc. Es innegable que en países atrasados los estragos sean de mayores dimensiones. Y más lo serán si la clase política gobernante no comprende el fenómeno social y deja indefensa a su población. Pero será peor si quienes se dicen defensores del “pueblo” se empantanan en el pasado que a la postre será conquistado y dominado por el capitalismo mundial.

Por estas circunstancias hace falta una verdadera izquierda que por lo menos sirva de muro de contención de los apetitos desmedidos del capital mundializado. Lo que anuncia Wikileaks, lo que sucede con TLCAN y los demás tratados de libre comercio, etc., son las adecuaciones organizativas, normativas, políticas, educativas, etc., de los países del planeta a los intereses del capitalismo mundial. Y si algún gobierno nacional deja de funcionar, este mismo capital lo suple con otro. Lo acabamos de ver con Putin en lugar de Obama y con el ascenso de China y del Vaticano a la cúspide del poder mundial.