“El fantasma de don Tino”
Ulises A. Rodríguez
18 de noviembre de 2013
Hace una semana, el pasado viernes 8 de noviembre, el alcalde de Tepic, Héctor González Curiel “El Toro”, rindió su segundo informe de gobierno.
Cuando al día siguiente, en la mayoría de los medios impresos, pero sobre todo en las redes sociales, se desataron las críticas, burlas y los reclamos hacia el alcalde -así como también una que otra crónica que hacen un esfuerzo conmovedor por lavar la cara a la pésima gestión de Héctor González-, apareció en el muro personal de facebook de mi amigo Rogelio Plascencia, la foto que ilustra la presente nota, en donde aparece el propio Rogelio acompañado de su amigo personal, don Justino Ávila Arce, quien fuera presidente municipal de Tepic hace poco más de 14 años.
La foto, que apareció justo a las 9:30 de la noche del sábado posterior al informe del alcalde en las páginas de inicio de la mayoría de usuarios de facebook con el título:“ME ACORDE DE DON TINO”, vino a poner el dedo en la llaga. Es un hecho que desde que don “Tino” –como se le conocía- se desempeñó como presidente municipal y después de su fallecimiento –antes de finalizar su gestión-, la comparación con los 4 priístas que lo han sucedido, Ney González, Manuel Cota, Roberto Sandoval y Héctor González, es obligada. Sobra decir que ninguno de los anteriores sale bien librado de dicha comparación.
El fantasma de don Tino sigue merodeando por palacio municipal y por todo Tepic. La gestión del hombre sencillo cuya primera decisión al frente del ayuntamiento capitalino fue dejar de gastar en publicitar su propia imagen, pues consideraba una falta de respeto al pueblo que gobernaba, desviar dinero público que era necesario para realizar obra, a algo tan frívolo como alimentar su ego.
Fue don Tino, probablemente, uno de los primeros en sorprenderse con su propia victoria electoral en julio de 1999, cuando la “Alianza para el cambio” ganó la gubernatura y la mayoría de posiciones en juego, incluida la segunda más importante políticamente hablando: la alcaldía de Tepic. Beneficiario de dos situaciones coyunturales, la pésima administración de Félix Torres Haro y el arrastre popular de la campaña aliancista encabezada por Antonio Echevarría -quien a su vez fue beneficiario también del hartazgo de los nayaritas con los gobiernos encabezados por el PRI-, don Tino no desperdició la oportunidad de gobernar Tepic ni traicionó la confianza que los ciudadanos depositaron en él, supo estar a la altura de su compromiso histórico.
Ney se quejó durante su trienio (2002-2005), de que sus diferencias políticas y partidistas con el gobernador Echevarría, habían significado un obstáculo para su desempeño al frente de la alcaldía de Tepic. No obstante, cabe señalar que durante el gobierno municipal de Ney se destinaron mayores recursos que durante la gestión de don Tino Ávila y éste último, supo hacer más con menos, teniendo como fórmula una cualidad que el hijo de don Emilio M. González, desconoce: la honestidad. Además, don Tino no gobernó sobre un lecho de rosas, pues recordemos que también tuvo diferencias políticas con el gobernador Echevarría. Ambos fueron candidatos de una alianza entre las principales fuerzas opositoras en Nayarit, el PAN y el PRD, pero cuando se intensificaron las campañas presidenciales del 2000 –esto, a los pocos meses de haber asumido sus cargos-, Toño rompió el acuerdo hecho un año antes entre las dirigencias nacionales de ambos partidos, donde se establecía que de no ir en alianza con un candidato común –recordemos que cabía esa posibilidad–, el gobernador de Nayarit se mantendría neutral y brindaría “piso parejo” a los dos candidatos presidenciales del PAN y PRD, que serían sin duda Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas. Toño se inclinó de inmediato por el guanajuatense, con quien tenía amistad de años y eso hizo que prácticamente echara de su gobierno a los elementos perredistas que habían colaborado en su campaña, cuyo ejemplo más visible es el del entonces subsecretario general de gobierno, Guadalupe Acosta Naranjo, así como también comenzó a regatear apoyo a los ayuntamientos encabezados por el PRD, entre los cuales estaba Tepic. Aún con eso, don Tino no se detuvo a lamentarse y mucho menos a atacar al gobernador, enfocó sus energías a trabajar para los tepicenses.
En los poco más de 25 meses que don Tino estuvo al frente del ayuntamiento, soportó de manera estoica los ataques de la prensa que añoraba los viejos gobiernos priistas y de algunos periodistas que no toleraron que don Tino dejara de pagarles generosos bonos quincenales, a cambio de hablar bien del alcalde, práctica que sí habían fomentado sus antecesores. Soportó burlas por el problema ocular que padecía y nunca tuvo una actitud rencorosa ni hostil para quienes le prodigaban hostilidad. El gobierno de Justino Ávila recibió una deuda pública de 53 millones de pesos, además de 11 millones que se le adeudaban al IMSS por parte de la administración anterior, encabezada por Félix Torres. Cuando la señora María Eugenia Jiménez –que asumió la alcaldía a la muerte de don Tino– entregó a Ney la presidencia municipal, se había disminuido esa deuda a poco más de 5 millones de pesos, se había pagado al IMSS lo adeudado y se dejó un fondo para asegurar los gastos de fin de año y el pago de aguinaldo a los trabajadores. De ese fondo, ya no quedaba nada para noviembre pues Ney González lo “invirtió” en no se sabe todavía qué. El impuesto del 12% a la Universidad Autónoma de Nayarit, nunca tuvo que ser regateado por nuestra máxima casa de estudios al ayuntamiento capitalino, pues el pago de este recurso fue siempre una prioridad del XXXV Ayuntamiento de Tepic.
¿Cómo no van a sentirse achicados Ney González, Manuel Cota, Roberto Sandoval y Héctor González frente a la figura de don Tino? Ney, utilizó el ayuntamiento como su caja chica para financiar sus aspiraciones al gobierno estatal en 2005, como también lo hizo más tarde Roberto Sandoval en 2011. Ambos gastaron más en publicidad que en obra pública y la poca que realizaron, fue gracias a recursos federales. Manuel Cota y Héctor González, más grises en sus desempeños, abandonaron al municipio a su suerte y se dedicaron a ocultar lo hecho por sus antecesores, mismos que después fueron gobernadores.
Ahora que comienza a circular la especulación de que en enero, el actual alcalde Héctor González solicitará licencia al cabildo para separarse del cargo y estar en disposición legal de asumir una diputación local de representación proporcional en agosto próximo, sabemos cuál ha sido su pago para sortear y ocultar los desvíos de recursos por parte del anterior alcalde, Roberto Sandoval.
Podría escribirse un libro entero, con las diferencias entre los estilos personales de gobernar de don Justino Ávila Arce y quienes le sucedieron, pero termino con una anécdota y acaso, una reflexión:
Hace años, la señora María Eugenia Jiménez Valenzuela me platicó algo que es bien sabido, ella fue la última persona en hablar con don Tino antes de que éste falleciera aquel 12 de noviembre de 2001. Me dijo que la última recomendación que le hizo su amigo, fue: “Maru, ahí te encargo Tepic”. También pidió don Tino, que para su funeral no se gastara en flores ni se hicieran gastos onerosos, fue sencillo hasta en la muerte. Hasta allí la anécdota.
El pueblo de Tepic y los problemas que padecemos, no le importaron a Ney, ni a Cota o a Roberto Sandoval, tampoco le hemos importado al “Toro”, que se apresta a renunciar dentro de unos meses para asumir su premio por servir de cómplice a las trapacerías del pasado y por dedicarse más a jugar golf que a sus funciones como alcalde. ¿Queremos más de lo mismo?
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