A 38 años del primer fraude electoral que viví
José Torres Zamora
12 de noviembre de 2013
A la memoria de mi maestro Pepe Narváez, quien me enseño mucho y aprendí poco.
El viernes pasado se cumplieron 38 años del primer fraude electoral del que tengo memoria. Cómo no recordar el 9 de noviembre de 1975. Aquel día me levanté más temprano que de costumbre pese a que dos días anteriores a la histórica jornada electoral no había dormido, pues un grupo de Estudiantes santiaguenses radicados en el D.F y otras Universidades del país principalmente de Guadalajara y Sinaloa, encabezados por Rafael Ruiz Cordero, andábamos muy activos, primero nos reunimos en un local que Kiko Sevilla tenia por la céntrica calle 20 de Noviembre y ahí planeamos acciones contra el PRI y su candidato Rogelio Flores Curiel, una de ellas hacer pintas de repudio al candidato, recordándole el halconazo y su participación directa en la masacre estudiantil del jueves de Corpus, luego hicimos bombas de pintura negra para manchar el emblema del tricolor que a sabiendas de ser violatorio a la ley electoral, habían fijado los logotipos del PRI invitando al electorado a votar por ese partido, todas casi frente a las principales casillas electorales de la cabecera municipal y por ello decidimos mancharlos con las bombas de plástico llenas de pintura negra como una muestra de repudio popular. Así el grupo de estudiantes Universitarios acataron el acuerdo: a la media noche del viernes 7 de noviembre, salimos listos y armados con la pintura y brochas para cumplir la consigna. La vieja camioneta de Kiko Sevilla, una Ford de caja larga, resultaba insuficiente para la muchachada que iba deseosa de cobrar venganza contra el asesino de estudiantes y su partido, no era para menos esa rebelión popular, pues en Santiago participaban en esa jornada electoral Santiaguenses distinguidos como Ismael Macías Acevedo, quien era el candidato a la Presidencia municipal de Santiago y en su equipo figuraban personajes de todos los estratos sociales, gente querida y respetada como Don José María Narváez Madrigal, Ramón y Manuel Hernández Moreno, Eduardo “El botas” Mendoza, Jesús Flores Raygoza, Javier Castellón y Manuel de la Torre, Rigoberto Trujillo Fernández, ”El Gringo” Vallarta Robles, Ángel “El güero” Nuño, Vicente Montaño, El profe Roberto Arce, las profesoras Irene Flores Cobos, la seño Orozco, el zapatero Flavio Larios, el Rebeco Orozco, Antonio El “Guarino” Gallardo, mi padre Alejo Torres y un mar de Santiaguenses que como todo ejército popular, se preparaban para la gran batalla de ese domingo, donde se definiría el destino del municipio y del estado en lo general.
Luego de salir del local de Kiko, enfilamos rumbo al estadio, parque infantil, jardín Juárez y Mercado como no cabíamos en la caja de la camioneta, unos íbamos a pie, recuerdo que Servando Peña Anguilano, entonces estudiante de la UAS, junto con otros jóvenes que no recuerdo sus nombres bombardeamos el logo priista que estaba ubicado en la esquina de 20 de Noviembre y Jiménez, no sin antes hacer una pintas en contra de Flores Curiel, donde hoy se encuentra Teléfonos de México, en esos estábamos cuando escuchamos fuertes pisadas de botas con protectores que en ese tiempo usaban los guachos y en la semioscuridad, vimos como los soldados correteaban a los compañeros. Servando y un servidor brincamos la acera para escondernos en el taller de Araiza, pero unos grandes perros lo impidieron y no hubo de otra que meternos debajo de un carro abandonado, con las llantas ponchadas, pero con el miedo no tuve problemas para meterme, pero por mi obesidad al salir le batalle y Servando tuvo que ayudarme a salir. Ahí tirados al suelo vimos pasar al ejercito con rifle y bayoneta detrás de los estudiantes que no alcanzaron a subirse al carro de Kiko y como pudieron evadieron al pelotón de Soldados que ya andaban sobre los compañeros, mientras que Francisco “Coleman” Romero y el Perico Cano, cercanos a Flores Curiel, iban detrás de nosotros borrando las pintas.
Recuerdo que otro día en vísperas de la elección, fui al mercado para ver por la mañana las pintas hechas en el centro de la ciudad, me lleve tremenda sorpresa, todas estaban tachonadas, luego me tope con el Licenciado “Coleman” y el “Perico” Cano. Luego en tono festivo el licenciado Romero me reclamo. “Pinche “Cocoy” cuando te manden hacer pintas, háblame por teléfono, nos ponemos de acuerdo y así ni ustedes, ni nosotros nos desvelamos, me dijo con burla y entendí que fueron ellos quienes andaban acompañados de los soldados borrando las pintas.
El domingo me aliste, junto con otros dos jóvenes santiaguenses Arturo Orizaga y Rafael Basto Becerra, fuimos nombrados representantes de la casilla de Botadero, nos habían mandado ahí dizque por ser esta una urna de la probables “casillas zapato”, pues de aquí es José Monroy Velázquez, ex candidato priista a la alcaldía en 1975. Yo me opuse a que los tres fuéramos a Botadero, ahí había gente que podía defender la casilla, como la maestra Rosalina Martínez de la Paz, su padre Marcelino y otros que simpatizaban con Gascón Mercado, también me opuse a esta táctica de no enviar a gente del lugar a sus casillas respectivas, pues en el grupo de jóvenes había tres Mexcaltecos, Rodrigo Uribe, Juan Calderón y Efraín Calvillo, este último hijo del presidente de la casilla, dueño de la marisquería “El camarón” y conocido como Carranza, quien al ver llegar a los representantes de la casilla unos jóvenes de la cabecera municipal, les dijo cuando aun estaban en la panga. “Se regresan en la misma o se van nadando hasta El embarcadero, ustedes deciden, aquí no queremos a los de izquierda”, le advirtió amenazante, presidente de la casilla. Obvio los muchachos regresaron.
Andrés Tarabay Amaral, quien tiempo después fundó y formó parte del equipo de “Diario de Aztlán”, nos confirmó las marranadas que se hicieron en esa elección, pues él fue jefe de los mapaches en la región de Yago, donde en clave recibía instrucciones para reventar Casillas que favorecieran arrolladoramente a la oposición.
El jefe de esa operaciones truculenta fue un tal diputado federal de apellido Calero, quien por radio de las unidades de la CFE ordenaba “hacer lenta la votación”, así en Pozo de Ibarra, eran la media noche y seguían votando, lo mismo en la casilla del cine ideal la cola era interminable de votantes. En la madrugada cerca de las dos de la mañana del diez de noviembre ayudados con sumadoras eléctricas que prestaron empleados de la naciente Tabamex, salimos de la casa de Ismael Macías a proclamar el triunfo. Santiago se ganó de calle, los priistas no podían fraguar el fraude, pues salvo las casillas de Botadero, Mexcaltitán y las Haciendas, donde hasta los muertos votaron, no se podían igualar los resultados abrumadores del resto del municipio. Luego vino el gran debate en el Partido Popular Socialista (PPS) Alejandro Gascón se aferró al todo o nada y al final perdimos, pues la dirección nacional del PPS encabezada por Jorge Cruickshank, negoció y vendió el triunfo de Nayarit por una senaduría para su persona, enseguida cínicamente propuso a la asamblea nacional que el PPS, para enfrentar al imperialismo, se aliara con López Portillo.
Esa fue la gota que derramó el vaso y llevó a Alejandro Gascón Mercado, candidato ganador (pero defraudado), se escindiera y formara el Partido del Pueblo Mexicano (PPM). Luego, cinco años más tarde, el PPM con el Partido Socialista Revolucionario, con el Movimiento de Acción y Unidad Socialista, con el Partido Comunista, con una parte del PMT y con el Movimiento de Acción Popular, formaron, el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
El “Mailas” Macías fue candidato a Diputado Federal de ese partido, por este primer Distrito Federal Electoral, pero ya no fue lo mismo, la gente estaba resfriada y decepcionada, muchos habíamos sido víctimas de la represión al corrernos de nuestros trabajos, como castigo por habernos atrevido a desafiar al PRI y lo peor haberlo vencido y humillado, como lo hizo Toño Echevarría y la “Güera” Valdivia en 1999, quienes sin duda cosecharon ese descontento popular acumulado desde 1975.
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