¿Por qué no te cambias al PRI?
Ulises Alan Rodríguez
11 de noviembre de 2013
Hace ya algunas semanas, mientras cenaba con una amiga en el restaurante del Hotel la Loma, ésta, de repente me preguntó: ¿Por qué no te cambias al PRI?
La pregunta –inocente y sin mala intención-, la soltó a bocajarro después de que platicamos unos minutos sobre las enormes vicisitudes a las que se enfrenta quien trata de impulsar un proyecto político diferente, encaminado a cambiar las cosas. Por supuesto, la respuesta para Eunice fue un rotundo “PORQUE NO”, acompañado de una sonrisa. Sin embargo, el cuestionamiento me hizo reflexionar al respecto.
Soy hijo único y también hijo de madre soltera, fui criado por mi mamá y mi abuelita, es decir, aunque no tuve padre, tuve más de una madre y eso lo compensó todo. Mi mamá trabajó desde finales de los años setenta y hasta hace 3 años que se jubiló, en el Tribunal Superior de Justicia del estado. Durante ese lapso de tiempo, pudo conocer a profundidad los vicios del sistema priísta de gobierno, entre otras cosas, porque aún sin tener conciencia de ello, fue víctima de esos vicios. Yo nací en junio de 1989, cuando Carlos Salinas apenas completaba 7 meses ejerciendo la presidencia de la república - misma que arrebató un año antes al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano-. Curiosamente, a Salinas ha sido al único presidente al que he conocido. Fue cuando tenía yo 5 años, el 21 de julio de 1994, porque vino a inaugurar junto al gobernador Rigoberto Ochoa Zaragoza, la presa de Aguamilpa.
Era una práctica común –que se mantiene- la del acarreo en las giras presidenciales, mi madre era agremiada en ese entonces del SUTSEM, dirigido desde 1981 por Águeda Galicia Jiménez y como todos los agremiados, debían asistir al evento donde el presidente Salinas daría su discurso, no era opcional, a quien desacatara la instrucción, se le descontarían 3 días de salario, un lujo que una sencilla secretaria que era madre soltera y de la que además, dependía su madre, no podía darse. Así es que fuimos –me llevó como supuesta distracción- hasta Aguamilpa, en autobuses calurosos donde una mujer pasaba lista a quienes iban, para verificar los asistentes y detectar a aquel que no haya obedecido. Después nos entregaron un sándwich aplastado y un refresco al tiempo de mala calidad. Al llegar al sitio donde se instaló el templete, permanecían todos de pie mientras esperaban a que arribara el mandatario, cubiertos únicamente por una lona negra que mitigaba el sol, pero que producía un calor casi insoportable. Aun así, mi mamá tuvo fuerzas para abrazarme cuando advirtió que se aproximaba el helicóptero que transportaba al presidente. Aquella ocasión no pude imaginar que el calvo y diminuto personaje que hablaba al micrófono, era el hombre más poderoso de nuestro país y menos, que su influencia seguiría vigente casi 20 años después.
“Ese cabrón mató a Colosio”, susurraban las personas que teníamos al lado, sin embargo estaban ahí, porque seguramente, igual que mi mamá, no podían darse el lujo de exponerse a que les descontaran 3 días de salario. Salinas fue breve y se marchó tal como llegó. La escena la he guardado todos estos años y me pesa admitir, que alguna vez al menos, también yo fui “acarreado”. No podría estar en el PRI, que ha hecho de la clase trabajadora mexicana un botín electoral, que hace las veces de bastión y que es aprovechable en sus campañas. El sistema del PRI- Gobierno, limita las libertades y abusa de la necesidad del pueblo, eso debe quedarnos claro.
Imposible sería olvidar también, las reuniones a las que asistí, donde se juntaban mi mamá y sus compañeras, para analizar la insoportable situación que permeaba en el tribunal de justicia, a finales de 1998, cuando era gobernador Rigoberto Ochoa Zaragoza y presidente del tribunal José Luis García Basulto. Más de una docena de mujeres platicaban y se preguntaban ¿qué hacer? Ante los abusos de quienes en la teoría, debían impartir justicia a los nayaritas. Hablaban, por ejemplo del interminable acoso del que eran víctimas las más jóvenes y atractivas empleadas, a quienes el entonces secretario general de acuerdos, el Lic. Joel Rubén Cerón Palacios –apodado “Cerdón”- ponía entre la espada y la pared, ya que si no accedían a sus bajos y ruines, deseos, amenazaba con mandarlas a algún juzgado en la sierra u otro lugar alejado de donde ellas vivían al lado de sus familias. ¿Con quién quejarse? García Basulto tenía las mismas prácticas, además de que es sabido que fue uno de los más corruptos funcionarios que ha habido, soportado en el cargo solo porque era compadre del gobernador en funciones, Ochoa Zaragoza. No, definitivamente jamás podría militar en un partido que fomente ese tipo de prácticas.
Los abusos de esa camarilla pararon cuando, en julio de 1999, ganó la gubernatura el abanderado de la “Alianza por Nayarit”, Antonio Echevarría Domínguez y designó magistrado presidente del poder judicial al Lic. Adán Meza Barajas, quien a su vez, sustituyó un perfil como el del detestable Cerón, por el de un abogado serio y moderado, el Lic. Elpidio Cortés Conchas.
No era el momento aquella cena, pero me hubiera gustado decirle a Eunice que no solo no puedo estar en un partido con las características del PRI, sino que además, ha sido mi deseo desde siempre, aportar mi granito de arena para que poco a poco, le ganemos terreno a esa enorme maquinaria de corrupción y prácticas soterradas.
¿Podría estar en un partido que utiliza a los maestros mexicanos como bastión de votos en cada campaña y que ahora, con la reforma educativa, pretende desprenderlos de muchos de los derechos y beneficios ganados a lo largo de años de lucha, bajo el disfraz de que pretenden mejorar la educación en México?
¿Podría estar en el PRI, el partido que fue cómplice de Ney González para que pudiera durante 6 años robar al estado y pactar con criminales, exponiendo a los nayaritas a un infierno en el que cientos, sino es que miles, perdieron la vida?
¿Podría uno creer en el PRI que festeja lo que hace Roberto Sandoval, los 500 mil pesos diarios que gasta en publicidad aún cuando hay comunidades indígenas en nuestro estado en completa marginación? ¿El PRI que rinde homenajes a un funcionario y a un organismo de seguridad que se encarga más de reprimir y extorsionar ciudadanos, que de protegerlos?
Definitivamente, sería imposible para mí, estar en el PRI.
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