El mundo de la lectura

Contra lo que muchos pensamos, “leer” es un fenómeno histórico-social y es a la vez un proceso bio-psico-social complejo constituido por maduraciones biológicas, operaciones psicológicas y actividades o prácticas sociales. La visión unilateral biologisista de la lectura, salpicada de un ontogenismo trasnochado, hizo que hasta hace poco tiempo se entendiera que “leer” es un proceso relativo y a la vez, es un instrumento de desarrollo bio-psicológico. Sin embargo es conveniente develar el error de muchos de nosotros al concebir a la lectura como el desciframiento de grafías, como la traducción sónica de grafos, etc. Desde luego que leer es en primera instancia descifrar grafemas, pero también es comprender, es interpretar, es crear, es disfrutar, etc., lo cual supone el desarrollo de las capacidades de la memoria auditiva, de la memoria visual, de la memoria experiencial o vivencial, de la comparación, de la identificación, de la diferenciación, de la analogía, de la generalización, etc. Comprender o interpretar una palabra, una frase o un texto implica asociar “lo que se lee” con lo vivido o “con lo experimentado en la vida social”.  De aquí se desprende una visión más abarcativa de la “lectura” concibiéndola como la interrelación de varios procesos, entre los cuales se localizan la sensación, la precepción, la representación, el recuerdo, la asociación, la significación, la valoración, la creación, le disfrute, etc.

Es relevante no olvidar que la lectura inicial requiere del desarrollo de factores verbales previos para tener éxito en el proceso lector. Por lo tanto, la estimulación en comprensión lectora supone un trabajo paralelo de desarrollo de habilidades verbales o psicolingüísticas, si éstas no han sido desarrolladas. Es fundamental conocer los procesos cognitivos que se ponen en juego cuando leemos y también cuando escribimos. Los que mejor saben de estos asuntos dicen que si el enseñante entiende cómo aprenden sus alumnos a leer y a escribir, es decir, la forma de pensar de los niños en lo que respecta a la apropiación de este sistema de representación, entonces puede intervenir y orientar con mayor efectividad.

A través de los procesos perceptivos obtenemos y extraemos información de las formas de las letras y de las palabras. Esta información permanece un breve instante en nuestra memoria icónica la cual se encarga de analizar visualmente los rasgos de las letras y de distinguirlas del resto.  Esta memoria sin la memoria que nos permite atribuir un significado a los rasgos visuales que se han percibido, no es efectiva. Se requieren las gafas culturales para darle sentido a lo percibido. A este tipo de memoria se la denomina memoria operativa o memoria a corto plazo, en la que los rasgos visuales se convierten en material lingüístico. De aquí queda evidente que los fracasos en lectura raramente se deben a los procesos perceptivos. Por otra parte no se debe olvidar que además de la memoria operativa debe existir otra memoria a largo plazo dentro de la cual los sonidos de las letras del alfabeto se encuentren representados.

Los que saben de estas cosas dicen que cuando comienza la enseñanza sistemática de la lectura se desarrolla  la ruta fonológica. Comentan que es la etapa más difícil del proceso de enseñanza-aprendizaje porque somete al aprendiz a un triple proceso. En primer lugar, el niño debe tomar conciencia de que el lenguaje oral se divide en partes más pequeñas llamadas sílabas y fonemas. En segundo lugar debe asociar unos signos abstractos con unos sonidos. Signos y sonidos no tienen una relación lógica. En el signo gráfico no hay nada que indique cómo es su pronunciación. Y por último, el niño asocia o ensambla los distintos sonidos que va obteniendo del descifrado y forma de esa manera las palabras. De allí surge la maravilla del mundo de la lectura.