Tepic, Nayarit, sábado 04 de enero de 2025

El que la hace la paga en igual o peor forma

Sergio Mejía Cano

02 de Enero de 2025

Una vez más ha quedado de manifiesto que, el ser viviente más cruel y despiadado de este planeta que habitamos es el ser humano. Gran indignación causó a la mayoría de los habitantes de Tepic, Nayarit, enterarse en forma presencial y a través de los medios informativos, tanto impresos como en portales de internet que, entre el 26 y 28 del pasado mes de diciembre, en la colonia Amado Nervo, habían aparecido varios canes muertos y otros aún con convulsiones, lo que hizo suponer de inmediato que habían sido envenenados.

Se dio a conocer también, que no nada más habían sido perros callejeros, sino que también los caseros los envenenados. El problema es que casos como este no son hechos aislados, pues si bien no es tan frecuente, ya se han dado a conocer otros casos similares sucedidos en diversas colonias de la periferia y hasta en las cercanas al centro de la capital nayarita; lo triste es que, por lo regular, no se da con los responsables.

Pero no nada más se han suscitado envenenamientos en las calles de la ciudad, sino que cotidianamente se informa o mucha gente se da cuenta del maltrato que algunas personas hacen a sus mascotas de todo tipo en sus domicilios, hechos que algunos de ellos se han llegado a denunciar y que afortunadamente la brigada de protección hacia los animales se llega a hacer presente y salvan a las sufrientes mascotas, algunas de ellas con claras muestras de desnutrición y deshidratación; algunas mascotas con golpes y falta de aseo, etcétera.

Ojalá y que, en casos como el de los envenenamientos en las calles y casas se investigara y se llegar al fondo del asunto y, en dado caso de que se identificara a el o los responsables, sondearlos a fondo mentalmente para que llegaran a expresar por qué actuaron de tal manera con una especie que en sí no le hacen daño a nadie; claro que hay canes agresivos, pero esto se debe precisamente al trato que han recibido por parte de los humanos con los que tienen cercanía o relación de mascotas.

Si bien se dice que no hay que desearle mal a nadie, pues ¿qué se les podría desear a las personas que maltratan de fea forma y hasta asesinan a canes, felinos, aves o cualquiera otra especie viviente? Y en sí, no es que se les desee algún mal a esta gente enferma de la mente que daña por gusto a otros seres vivientes, ya que la vida misma es la que se encarga de cobrar las malas acciones.

Nuestros ancestros nos han dicho que el que la hace la paga y que el mal que se le ocasione a otra gente se nos revertirá en igual o peor forma. Y al parecer estas palabras no nos han llegado hasta nuestros días nomás porque sí, porque quizás a alguien más le haya tocado ya presenciar y comprobar que, el daño causado a un gato o un perro, quien se los hace, al tiempo prácticamente le pasa algo muy parecido al mal que le generó a felinos y canes.

A finales de los años 50 del siglo pasado, en un baldío, de esos que había muchos en la incipiente colonia del Fresno en Guadalajara, Jalisco, miro que está un grupo de niños entre los que veo a mis dos hermanos mayores. Al momento de acercarme al grupo veo que uno de ellos, de los de más edad, ya como entre los nueve y 11 años, levanta una enorme piedra y la deja sobre un gatito que ya estaba inerte en el suelo, con la piedra se le aplasta la cabeza haciéndole saltar los ojos. Fue una imagen tan impresionante que jamás se me ha borrado de la mente.

A finales de los años 70, aquel niño que le había aventado la piedra al gatito, va circulando en una motocicleta por las calles de la colonia antes referida, el ahora joven ya trabajaba en el ferrocarril. Al llegar a un cruce de calles es atropellado por un camión del servicio urbano de la entonces línea “Analco-Moderna”; el camión lo tumba de la moto a este muchacho y, al momento de quererse levantar, según testigos presenciales, el chofer del camión, tal vez aplicando aquello de que sale más barato muerto que herido, echa en reversa el vehículo encima de muchacho y con las ruedas traseras le aplasta la cabeza a quien 20 años atrás se la había aplastado a un minino.

Un 07 de noviembre de principios de los años 80, día del ferrocarrilero, un compañero nos sugirió seguir el festejo en su domicilio. Este compañero tenía un gato que andaba entre los pies de quienes ahí estábamos. Un compañero ya pasado de copas agarró al felino, lo levantó y aventó estrellándolo contra la pared. En los años 90 ese compañero que había estrellado al gato, sufrió un grave daño por aneurismas y tampoco la libró.

Sea pues. Vale.

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