Tepic, Nayarit, martes 26 de noviembre de 2024

Bienvenida la reforma de ley para la protección animal

Sergio Mejía Cano

26 de Noviembre de 2024

Este pasado 12 de noviembre de 2024 se aprobó la reforma constitucional que establece la prohibición del maltrato a los animales; enhorabuena. Con esta aprobación se reforman los artículos 3, 4 y 73 de nuestra Carta Magna, para garantizar la protección, el trato adecuado, la conservación y el cuidado de los animales en todos sus aspectos, así como evitar el maltrato a todos los seres vivientes.

Desde luego, como cada quien lleva agua a su molino entre la ciudadanía, no han faltado las voces que ojalá y esta reforma contemple también la prohibición de las peleas de gallos; pero, sobre todo, las corridas de toros, en donde es más fehaciente la tortura que sufre un toro antes de ser sacrificado cruelmente sin más poder de defensa más que su propio instinto de conservación. Por cierto, la respuesta común de los que gustan de las corridas de toros a los que se oponen a ellas, es que en los rastros matan a los vacunos más feo y, que no le hacemos el feo a la carnita asada.

Se entiende que esta reforma para evitar el maltrato de otros animales debe de contemplar en lo general el que ya no haya este tipo de espectáculos, como también las peleas de perros, ya que entre algunos de los puntos que establece esta nueva ley, se dice que se debe prohibir el maltrato en la crianza, aprovechamiento y sacrificio de animales, la utilización de animales silvestres en espectáculos con fines de lucro y velar por el bienestar, seguridad y preservación de los animales, por lo que se deberán incluir contenidos sobre la protección de la fauna en los planes y programas educativos y, desde luego, establecer mecanismos para penalizar el maltrato animal.

Claro que las reses ya se consideran como animales domésticos y no silvestres, pero el maltrato en los cosos taurinos es más que evidente bajo las risas, burlas y el gusto criminal de quienes gozan y disfrutan de este cruel espectáculo que les hace aflorar sus instintos más bajos que traemos todos los humanos que, por cierto, también estamos considerados como pertenecientes al reino animal.

En el portal de internet de La Jornada del día de ayer lunes, aparece una foto de una manifestación con el encabezado: “Condenan el consumo de carne”, y en el pie de la foto con la leyenda: “Activistas pro derecho de los animales marcharon ayer por Paseo de la Reforma para condenar que la sociedad consuma carne, fomentar una dieta basada en vegetales e impulsar una legislación con penas más severas a los que maltraten a la fauna”.

Se ha dicho constantemente que, según estudios científicos los seres humanos no somos carnívoros; sin embargo, ahora ya lo somos genéticamente debido a los métodos para consumir carne de otros seres vivientes, por lo que no consumimos la carne en forma cruda y, además, porque de acuerdo a nuestra constitución física, esta no nos permite cazar y devorar la caza en el preciso momento. Pero también se ha documentado que, de acuerdo a esa genética que se creó en la humanidad a lo largo de los años de estar consumiendo carne de otras especies, nuestro organismo necesita las proteínas que porta la carne, por lo que, si nos dedicáramos nada más a consumir vegetales, nuestras defensas orgánicas disminuirían drásticamente, tal y como se ha visto el deterioro de la mayoría de las personas que se dicen vegetarianas y ahora también, veganas.

A finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado fue cuando se pusieron de moda los restaurantes vegetarianos, por lo menos en Guadalajara, Jalisco, ciudad en la que me tocó ver cómo proliferaron de un día para otro este tipo de restaurantes. Según se dijo en su momento, esto se debía a un coletazo de la onda hippie, los niños flor que comían pétalos, zacate y todo tipo de yerbas que encontraban en los parques y jardines en donde pernoctaban; aunque obviamente que el vegetarianismo ya existía de hace muchos años en muchos países, pero según se dijo en su momento, fueron los existencialistas quienes promovieron el consumo de vegetales, más que carne, a nivel mundial. En aquellos primeros restaurantes vegetarianos el producto determinante fue la soya, con la que se hacían diferentes platillos con imitación carne; sin embargo, hoy en día con la soya transgénica también hay posibles riesgos en la salud humana, por lo que ya no hay a qué atenerse.

Así que bienvenida esta nueva ley para la protección de los animales que, ojalá y no nada más prospere, sino que se afiance de bien a bien y se aplique en todos sus aspectos y penas afines.

Sea pues. Vale.

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