Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El dinosaurio se muerde su misma cola

Sergio Mejía Cano

19 de Julio de 2024

Bien se dice que para todo hay gente. Pero lo que llama más la atención es que haya personas que se inclinan ante otras dejando de lado su dignidad, honestidad y hasta su ética profesional e individual.

Ahora con el affaire del actual dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno Cárdenas, más conocido en el bajo mundo como “Alito”, quien ha sido señalado de probable enriquecimiento ilícito, malversaciones de fondos cuando fungió como gobernador de Chiapas y otras supuestas anomalías en su andar por la vida política y más allá, aún así hay quienes le aplauden todo lo que hace y está haciendo, sobre todo ahora que piensa alargar su estancia como presidente de lo que queda del otrora partido aplanadora.

Se ha documentado que ya son varios priistas de primer nivel que han abandonado las filas priistas; aunque en cierta forma todos sus militantes se pueden considerar igual, pero en este caso nos referimos a los que han sobresalido desde siempre en puestos y cargos importantes dentro del mismo PRI, así como en la política de nuestro país. 

Se dice que ya son varios expresidentes nacionales del tricolor que se han volcado a la disidencia protestando por las imposiciones que pretende, así como exgobernadores y exlegisladores otrora considerados como muy poderosos y muy allegados a los que fueron presidentes priistas y panistas (que ahora se sabe que fueron uno mismos) de la República Mexicana.

Ya para que la señora Dulce María Sauri Riancho y el señor Pedro Joaquín Coldwell, entre otros connotados priistas se estén pronunciando en contra de las pretensiones de Alito, quiere decir mucho y no es poca cosa dentro de las filas de los aún militantes del PRI, porque recientemente, Pedro Joaquín Coldwell ha dicho que, si Alito cumple su capricho de eternizarse en la dirigencia nacional del PRI, habrá una desbandada de priistas de todos sus sectores. Y tal vez no sea un farol, pues si bien se ven militantes que todavía le aplauden sus argumentaciones a Alito, en fotografías y videos no se les ve una cara feliz, como si aplaudieran por puro compromiso y nada más.

En caso de que se le llegaran a comprobar todas esas anomalía de las que se le ha acusado desde hace tiempo a Alito, y que hasta fue candidato a ser desaforado y que por alguna extraña razón ya no se siguió o se interrumpió ese trámite de desafuero, ¿con qué calidad moral se estará refiriendo Alito hacia otros priistas acusándolos de contubernios con el crimen organizado y hasta de haber encubierto el asesinato del malogrado candidato a la Presidencia de la República por el PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta? Estas acusaciones del actual dirigente priista en contra de sus congéneres sí que sorprenden en realidad, pues coloquialmente se ha dicho que entre bueyes no hay cornadas o que perro no como carne de perro, con respeto a los bueyes y perros, por supuesto. Esto se puede tomar como que el dinosaurio se está mordiendo su propia cola.

Algunos analistas políticos como los periodistas, Álvaro Delgado Gómez y Alejandro Páez Varela, han dicho que tal vez Alito la crea fácil, como si no tuviera cola que le pisen o que quizás quiera hacer del PRI un partido político rémora, como el Verde Ecologista o Partido del Trabajo afianzándose al partido dominante y así seguir mamando del presupuesto sin ningún problema.

Se dice que el PRI, en sus momentos de gloria tuvo una afiliación de millones de mexicanos de ambos sexos, pero tal vez no todos lo fueron por convicción propia, sino obligados, pues es muy sabido que cuando se creó el corporativismo en la época del tata don Lázaro Cárdena del Río (1934-1940) la mayoría, si no es que todos los trabajadores afiliados a los sindicatos afianzados por el PNR, luego por el PRM y después con el PRI, como la CTM, la CROM, la CROC, la CNOP, etcétera, para no tener problemas laborales los trabajadores era mejor afiliarse al PRI.

Posteriormente, cuando se hizo más flexible esta imposición y muchos trabajadores se sintieron apoyados por la Ley Federal del Trabajo que especifica claramente la no obligación de ser sindicalizado, pues en cierta forma comenzó a darse la desbandada soterrara de muchos militantes priistas que lo eran sin quererlo ser.

Sin embargo, en las décadas recientes ¿quiénes se afiliaron al PRI? Nada más quienes estaban convencidos de que al estar afiliados a esa institución política tendrían algún provecho económico, estar protegidos en sus transas y contar con tráfico de influencias.

Sea pues. Vale.

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