Los desafíos de la XXX Legislatura local
Marco Vinicio Jaime
25 de septiembre de 2013
La XXX Legislatura local dio inicio el pasado 18 de agosto con el tercer y último año de su ejercicio constitucional, en cumplimiento del artículo 36 de la Constitución Política del Estado, y es en esta, la "recta final" de su mandato, que parece enfrentar los más complicados desafíos que han puesto a prueba a su vez, su propia capacidad de respuesta en función de los beneficios correspondientes que esperan los nayaritas.
Mediar en la singular transición político-democrática de nuestros días: de la interpretación de los objetivos y criterios gubernamentales aún en vigor (representativos principalmente de la clase política en su cuestionada pervivencia), a la cada vez mayor demanda social de apertura, transparencia y practicidad en el ejercicio del poder, constituye tarea titánica que exige de ineludible oficio político, a fin de garantizar un equilibrio estratégico que impida anteponer los intereses del gobernante por encima de los de la colectividad.
La diputación, contra todo, ha hecho su papel. La oportuna ejecución del Plan de Desarrollo Institucional 2011-2014 se ha vuelto quizá en el mejor elemento para la interacción con las demandas ciudadanas, y en consecuencia a favor de una labor lo mayormente productiva posible: a un grado razonable pues de las limitantes que todavía se imponen en la actual estructura jerárquica entre poderes y órdenes de gobierno. De conformidad, se ha salido al paso en la introducción de las polémicas reformas constitucionales últimas impulsadas a nivel federal: la educativa y laboral, sumadas a otras de proporcional impacto de la localidad, como las remitidas por el Ejecutivo: candidaturas independientes, de operatividad y tiempos electorales y hasta de uso de bienes patrimoniales, lo que ha supuesto decisiones delicadas que ponen en juego sin duda el capital político de los propios legisladores: al dar su aprobación o rechazo, más allá del efecto generado en imagen o de proyección ante la gente. Aunque tal proceso, cabe mencionar, sería menos complicado al enriquecer el debate, el análisis y la propuesta vía el intercambio de argumentos de peso con la oposición, en vivo y en directo: claramente expuestos al escrutinio público, mandando un singular mensaje con alto contenido comunicacional: "Nada que temer, nada que esconder".
Ahora, lo que está en puerta es el análisis de las propuestas de Ley de Ingresos de los ayuntamientos para el próximo 2014, justo en una coyuntura muy seria: la precariedad financiera por la que atraviesan, toda vez que será la Legislatura misma la que aprobará finalmente la tributación a ejercerse, y en la que se tendrá que tener mucho cuidado de no dar lugar a impuesto o acción fuera del marco legal, según lo expuso los últimos días el Presidente de la Comisión de Gobierno Legislativo, Armando García Jiménez.
No se espera menos pues, de una Legislatura con un plan, y el reiterado compromiso de trabajar por y para la sociedad. Adelante entonces.
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