Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El Reloj Mágico

Rocío Alegría Treviño (Cielo)

29 de Abril de 2024

Marcelo, caminaba feliz con sus amigos, después de haber encontrado un reloj en el sótano de su casa, había estado hurgando entre baúles que empolvados contaban muchas historias al abrirlos, se encontró con hermosas fotos familiares donde apreciaba la figura de sus abuelos, siendo éstos muy jóvenes; juguetes viejos, en fin, pero lo que le llamó la atención, fue ese hermoso reloj, que lo encontró hasta el fondo de uno de los baúles, como queriendo pasar desapercibido, éste colgaba de una hermosa cadena de oro, recordaba una de las fotos del abuelo en la que vio colgar del bolsillo esa  brillante cadena, por lo que intuyó que ese reloj, había pertenecido a su abuelo.

Feliz caminaba enseñando a sus amigos tan preciada joya, era increíble, que a pesar de haber estado ahí entre libros, fotos y juguetes, el reloj funcionaba de maravilla, estaba fascinado, lo mostró con orgullo a sus amigos y ellos se rieron de ver un reloj que jamás pensaron que alguien de su época lo poseyera.  . .  Eres afortunado, le dijo Damián. . .  A mí siempre me han interesado los relojes, es algo que no me explico, me atraen, pienso que cómo pueden medir el tiempo, si éste no se ve ni se siente, solo vemos pasar las horas, los días, pero no lo sentimos.

Es verdad. . .  Dijo Marcelo, a mí también me parece algo extraordinario eso del tiempo. . .  Y sacó un pañuelo de entre sus ropas y comenzó a limpiar su bello reloj, al hacerlo, sin sentirlo siquiera; todo había cambiado, sus amigos y él estaban en un lugar muy extraño; todos se frotaban sus ojos pues pensaban que era una ilusión. La gente pasaba y los veía extrañada, pues sus ropas no pertenecían a la época a donde ellos habían llegado.

¿Qué está pasando?  . . . Dijo Sebastián. . .  No lo sé. . .  Respondió Marcelo, tal parece que estamos en otra época, como esas de las películas antiguas que hemos visto. . . . ¡Miren, una carreta! Estaban de verdad asombrados. . .  Vengan. . . Les dice Marcelo, vamos a dar un paseo, a ver quién nos dice en que época y lugar estamos. ¿No sería mejor preocuparnos por cómo volver?  . .  Le dice Sebastián. . . . Mira sé que a lo mejor el reloj tuvo algo que ver en ello, porque al frotarlo con el pañuelo sucedió esto. Así que para qué nos preocupamos, lo vuelvo a frotar y de esa manera volvemos a casa. . . . Dirás bien, comentaron todos a coro. ¡Vayamos a ver las calles y la gente! 

Así lo hicieron, pero se dieron cuenta, que las personas hablaban otro idioma, tal vez inglés o francés, no podían comunicarse, ya que ellos hablaban español, no distinguían bien, así que se mortificaron por ello. En eso Marcelo que era muy bromista, les dice. . .  Miren, hay un lenguaje que nunca falla. . .  ¿Y cuál es ese lenguaje? Preguntaron sus amigos. . .  Pues cuál ha de ser, dijo Marcelo, el de las señas, la mímica, ese es genial, nunca falla. Jajajaja, se rieron todos y continuaron su camino.

Llegaron a un restaurante, tenían hambre, sin embargo, se dieron cuenta que traían muy poco dinero, además ese dinero no pertenecía a la época, así que no hallaban qué hacer, se acerca una joven y les dice: ¿Ustedes de dónde son? Visten muy curioso, pero ellos no le entendían, salvo que al señalar sus ropas entendieron que se refería a ello.

Se rieron y con señas, le dijeron que venían de otro País. Ella se rio y trató de darse a entender, al rato ya estaban otras amigas con ella, pues ellos llamaban la atención por sus cortes de pelo, la ropa, zapatos, etc. Era imposible que pasaran desapercibidos.

Los invitan a comer, pues ellos les dicen tener bastante hambre, los llevan a un restaurante muy bonito, había cantantes y música en vivo, la gente bailaba feliz, cosa que eso a ellos les sorprendía, pues en su País, no hacían eso, solo se bailaba en los Antros, Discotecas, etc.

Marcelo tocaba la guitarra y cantaba, así que sus amigos lo hicieron que se subiera al pequeño escenario y tocara y cantara; las muchachas estaban encantadas,

Los jóvenes de la banda eran muy amables y se dispuso a tocar, ellos lo acompañaron, ya que la canción era conocida por ellos; admirados de que se supiera esa canción, pues era de las más modernas, la gente lo aplaudía, creían que se había vestido así para ir a cantar y bailar.

Sus amigos le aplaudieron y como cantaba muy bien le pidieron que siguiera cantando, él cantó una canción que había compuesto y los de la banda le siguieron el ritmo de inmediato eso lo hizo feliz, pues su canción estaba siendo escuchada por personas de otra época.

Siguieron cantando y bailando muy contentos cuando sin darse cuenta, ya había oscurecido.

Se hizo de noche, eran como las nueve y las jóvenes se tenían que ir a sus casas, ellos no tenían a dónde ir; se le ocurre a Marcelo frotar el reloj sin decirle a nadie, al instante, ya están en otro lugar, llegan a un desierto.  Y ¡Oh que sorpresa! Las jóvenes se fueron con ellos, las jóvenes asustadas, sin saber lo que pasaba, no sabían más que llorar y desesperarse, como pudo Marcelo les explicó lo del reloj mostrándoselo.

Marcelo pensó en hacer esa broma, creyendo que regresarían a casa, pero no, ahora estaban en un Desierto, sabrá Dios dónde. Ya Marcelo se comenzó a preocupar,  viendo que el reloj, los mandaba a dónde quería, además el inclemente sol los abrasaba y no existía lugar alguno para resguardarse, las jóvenes estaban sofocadas; en eso ven que se acercan unos Beduinos venían en camellos y protegidos por vestiduras de algodón y en la cabeza llevaban turbantes para proteger sus cabezas; su cara cubierta a la mitad por sus vestiduras. Los vieron y no les hicieron muy buena cara, esto les asustó muchísimo, pues temían por su vida y la de las jóvenes que sin desearlo se encontraban lejos de su casa y de su época.

Les narró brevemente lo del reloj a los Beduinos que se habían acercado curiosos al verlos con esas ropas y en el desierto, Les llamó  la atención, la brillante cadena que salía de unos de los bolsillos del pantalón de Marcelo, con señas le dieron a entender que se los enseñara, Marcelo confiado, les dio el reloj, los Beduinos a cambio les regalaron agua y comida, pero no querían devolverle el reloj, sacó una daga y amenazaba con ella a Marcelo, él como puede, le jala el reloj, corre y todos detrás de él, los beduinos los perseguían furiosamente, en eso, les dice tómense de las manos, así lo hacen en un movimiento rápido, frota el reloj y ante los asombrados ojos de los Beduinos se marchan dejando un remolino de arena.

Los Beduinos no podían creerlo, habían desaparecido ante sus ojos, asustados, se inclinan y se ponen a orar. Mientras tanto Marcelo y sus amigos ya se encuentran ahora sí en su País, en su ciudad, Felices se abrazan, sin embargo, las chicas, comienzan a llorar. Ahora Marcelo, no sabe cómo hacer para regresarlas a su época y a sus hogares.

Caminan despacio a sus casas, se despide de sus amigos y se lleva a las tres jóvenes a su casa; les explica lo sucedido a sus padres, quienes al principio no le creen, pero al ver a las jóvenes, sus ropas y el idioma, es cuando ven que lo sucedido es real.

Los padres de Marcelo reciben con mucho cariño a las jóvenes, quienes lloran por sus familias, Marcelo se siente culpable y se deshace en atenciones con ellas.

Las jóvenes son buscadas por sus familias en su País y muy tristes piensan que fueron asesinadas, ya que, en ese tiempo, las jóvenes eran raptadas por hombres malos que llegaban en sus caballos y las subían por la fuerza, muchas veces jamás volvían a saber de ellas.

Marcelo investiga en las Guías telefónicas de varios Países, hasta encontrar el lugar de dónde ellas venían, solo sabía que ellas eran de Europa, hablaban inglés, por lo tanto, debían ser de Inglaterra, decía Marcelo.

Buscan en la guía de Inglaterra y para su sorpresa, en las más viejas de años pasados encuentra los apellidos de una de ellas, el número de teléfono. ¡Era increíble! 

Tomó el teléfono y marcó, para su sorpresa contestaron, le pasa el teléfono a la joven de esa familia y feliz habla con su madre. ¡Era Inexplicable!  ¿Ella era de un siglo atrás, cómo podía comunicarse con ella?

La joven, cuenta a su madre lo sucedido, quien incrédula, pero feliz de saberla bien, le dice que ojalá esté pronto de regreso; aunque tampoco entiende cómo podría volver a un siglo atrás, si ella le llamaba desde una ciudad donde vivían cien años adelante.

Todo era confuso, Marcelo, no se atrevía a tocar el reloj, ya que temía que lo mandase a otro lugar peligroso y sabrá Dios en qué época.

Las jóvenes están tranquilas porque sus padres saben que se encuentran bien, aunque dudosas de saber cómo regresarían a su época y País. Pues si se iban en avión, encontrarían a sus padres o a ellas mismas, ya fallecidas, pues los separaban más de cien años.

Ante semejante incertidumbre, Marcelo, lo único que hace, es guardar cuidadosamente el reloj, lo esconde y trata de investigar cómo hacer que las jóvenes vuelvan a sus lugares de origen, mientras tanto, se adaptan, buscan trabajo y estudian a la vez, viviendo en casa de Marcelo, sin dejar de ver a sus otros amigos.

A Marcelo se le va el sueño tratando de averiguar cómo hacer para que el reloj los lleve a donde él quiere ir, trata de recordar, dónde estaban las manecillas del reloj, ese día en que se fueron de viaje a través del tiempo, así amanece, quedándose dormido en la mañana.

Sus padres están contentos de tener ahí a las jóvenes, siempre desearon tener una hija, sólo tenían a Marcelo y aunque no eran ricos su padre tenía un excelente trabajo así que vivían muy bien, las jóvenes se adaptaron muy pronto a esa vida, aprendieron a hablar español y todos las querían por ser tan bellas.

Marcelo seguía en su afán de buscar la forma, en un intento, vuelve a frotar el reloj y de pronto, ya está en un País Chino, lo frota de nuevo y lo lleva hasta Nueva Zelanda, ahora, no encuentra como volver.

Sus padres al ver que no estaba, pensaron que se había ido otra vez de viaje, sin embargo, Marcelo se encuentra triste, pues frota el reloj cada que puede y lo lleva a todos lados, menos a su casa, seguiré intentando, dice y se queda dormido en unas rocas, sin darse cuenta que unos muchachos drogadictos, con sumo cuidado, le roban el reloj.

Y colorín, colorado, este cuento, se ha terminado.

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