Elección 2024: difícil tarea para los mexicanos

El segundo debate entre las candidatas y candidato presidenciales, está en puerta, y todavía, para el caso de muchos, aún se mantiene un amargo sabor de boca que deriva del primero, ante el inocultable incumplimiento de expectativas por lo que debió haber sido, y no lo fué, a saber, el intercambio de ideas y de propuestas en pro de un contraste estratégico; y las secuelas son palpables: hay quienes incluso consideran que se trató de un ejercicio irrisorio, pues los tres candidatos solo se dedicaron a atacarse, cual si el objetivo fuera demostrar quien está más involucrado en ilícitos, y que se elija al menos peor. 

En consecuencia, uno de los factores que evidenció mayormente lo antedicho, fue cuando el moderador planteó a los candidatos las preguntas respectivas (previamente seleccionadas de diversos sectores sociales), pese a que el tiempo exprofeso se había agotado, y de vez en cuando alguno respondía, por supuesto con descalificaciones, abonando con ello más a la desorganización. En la asociación de periodistas a la que pertenezco, un compañero cuestionó si estos eran los candidatos que merece el pueblo de México, y en mi mente pensé, con un dejo de tristeza -y sin palabras-, que sí, pues es la viva imagen del país, la realidad en la que nos desenvolvemos. 

Veamos. La primera candidata a revisar, es la que el oficialismo y sus partidarios ven ya como la virtual ganadora, aunque a decir verdad, es muy temprano, toda vez que en el trayecto de aquí al día de la elección y, durante su desarrollo, o después inclusive, pueden suceder muchas cosas que probablemente introduzcan elementos de trastoque, inesperados. Además, no pocos ven a la abanderada de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” (MORENA, PT, PVEM), Claudia Sheinbaum Pardo, con un mal significativo: la obediencia contundente al Presidente de la República, y en consecuencia con la imposibilidad de esbozar una imagen y criterio propios que le permitan reconocer aciertos y desaciertos con total libertad, lo que se ha hecho bien de lo que no, y presentar sus particulares soluciones de cara a una realidad nada fácil e inocultable.

Desde el cómo fue elegida la candidata a través de mecanismos que hasta al interior mismo del partido fueron criticados, a la par de artilugios que evadieron los tiempos y formas establecidos en la ley electoral, y aún ahora se siguen aplicando. También, otro de los aspectos que más ha llamado la atención no solo de la oposición, sino de cada vez más ciudadanos que se consideran afectados, es la negación artificiosa de los problemas, el pan de cada día en las mañaneras, obviamente para efectos de un blindaje puntual de la campaña. Por ejemplo, se ha hecho hincapié recientemente en materia de seguridad, en un supuesto descenso en los crímenes de alto impacto, en más del 60 por ciento, contra una cruda verdad que padecen millones de ciudadanos en gran parte del territorio nacional. De igual forma, se afirma que es en el actual sexenio, donde más apoyo ha recibido la educación, medio ambiente, cultura, etc. Por supuesto, que no hacen falta grandes esquemas de medición para saber la verdad.

Mientras tanto, la segunda candidata, Xóchitl Gálvez Ruiz, de la coalición “Fuerza y Corazón por México” (PRI, PAN, PRD), avanza con la pesada loza que comporta la imagen negativa de estos partidos, quienes, es un hecho que hay que reconocer, jamás pensaron en su momento, cuando tuvieron la responsabilidad de dirigir los destinos de este país, que los mexicanos se cansarían de comportamientos fuera de los cánones de la legalidad y del bienestar colectivo. Por consiguiente, no es de extrañar que asemejen a una caricatura, en el que los políticos de siempre, quieren encajar con la ciudadanía joven, empleando las estrategias de siempre: una campaña que si no le ‘tira’ a Claudia o al Presidente, se queda sin ideas y sin tema para hablar. 

Paradójicamente, se pueden ver más a los dirigentes de los partidos opositores haciendo mayor campaña que la misma candidata. Por tanto, es común escuchar entre familiares o con amigos un peculiar factor en común: no se percibe mayor razón para votar por ella, que el que MORENA no gane y ya, más allá de cualquier simpatía hacia sus ideas o sus propuestas. En consecuencia, el voto por castigo, conlleva sin duda un problema que deriva de sentimientos de enojo, encono y frustración por no haber recibido lo pactado, en la ausencia de una decisión verdaderamente racional. 

En este preocupante escenario, surgirá la primera presidenta de México, de entre las dos fuerzas políticas descritas, que en lo personal estimo poco prometedor, y con ello contestaría pues a cabalidad la pregunta que a su vez me habría sido planteada, si son los candidatos que merecemos. La primera opción, por lo visto hasta ahora, muy probablemente no tenga mayor plan que el seguir los dictados del jefe máximo del movimiento guinda, y la segunda, únicamente el dar un giro en sentido contrario, comenzando por votar con recelo en contra del oficialismo, por quien sea, siempre y cuando frene la continuidad. 

En lo que toca al último candidato, Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano (MC), lo dejaremos para otro aporte, que también trae su propio compendio de elementos, y nos reporta mayor cuerda.