Un sector de la población prácticamente olvidado

En el portal de internet de meridiano.mx del día de ayer jueves 25 de este mes de abril, aparece una nota firmada por el reportero Oscar Gil, en donde da cuenta de un sector de la sociedad del que casi nadie nos acordamos -me incluyo-, nada más cuando aparecen en los medios informativos como en este caso: los pepenadores.

Informa el señor Gil que varias personas pertenecientes a este grupo social se hicieron presentes a las puertas del Palacio Municipal, para dar a conocer que están siendo muy afectados en sus intereses debido al incendio en el basurero municipal, denominado y conocido como “El Iztete”, ya que no les han permitido trabajar, por lo que acudieron ante las autoridades municipales buscando una solución a su triste situación laboral. Así que en la misma nota se informa que al parecer les dieron esperanzas por la posibilidad de permitirles trabajara en las zonas aledañas al relleno sanitario en donde no corran riesgo alguno, es decir, en zonas alejadas del foco principal que ha generado este incendio.

Independientemente de los reclamos de hoy en día, los pepenadores que por generaciones se han dedicado a este insalubre trabajo, no es la primera vez que se ven amenazados con perder el sustento de sus familias, pues a lo largo de su existencia se han visto amagados con ser retirados de los rellenos sanitarios habidos y por haber, como en el año 2018, cuando se dijo que iba a entrar una empresa concesionaria para el reciclaje de la basura, por lo que ya no se les permitiría la entrada a los pepenadores o al menos a una parte de ellos. Aunque según comentan algunas personas, hoy han suspendido sus labores debido al incendio; sin embargo, ya ha habido otros incendios que les ha impedido trabajar durante el tiempo que duran los incendios, pero también ya van varias ocasiones en que se ha querido concesionar a empresas privadas ya sea la recolección de la basura o para hacerse cargo de su reciclaje.

También en el año de 2019 se pretendió quitar de en medio no nada más a los pepenadores, sino también a los chatarreros cuando se emitió una iniciativa de ley propuesta, según se dijo en su momento, por el Partido Verde, dizque ecologista, para que fuera nada más una sola empresa en todo el país la que se dedicara a estos menesteres del reciclaje. Una iniciativa de ley que afortunadamente no prosperó, pues de haber sido aprobada, se dijo en aquella ocasión, eliminaría miles de empleos directos e indirectos dejando sin trabajo precisamente a familias que por generaciones en décadas se han dedicado a hurgar entre basura y desechos de todo tipo para satisfacer el sustento familiar diario.

Pero pepenadores no nada más los hay en el relleno sanitario, sino que también los hay por la mayor parte de las calles de la capital nayarita, pues en cuanto la gente saca la basura de su casa, de inmediato comienzan a pasar por las calles tanto del centro de la ciudad como de la periferia, muchas personas ya sea a pie o en triciclos que se dedican a abrir las bolsas buscando algo a lo que le pudieran sacar algún provecho, tal vez en el entendido de que lo que no le sirve a alguien, a la mejor a otra gente sí. Lo malo de este tipo de pepenadores de las calles es que muchos de ellos al no poder deshacer el nudo de las bolsas las rompen, lo que genera que su contenido se esparza ya sea en el mismo instante que se rompe la bolsa o cuando los recolectores municipales recogen la bolsa que, por estar rota riega su contenido aún más.

Y a propósito de la recolección de la basura y de los pepenadores, se dice coloquialmente que es un trabajo sucio, pero que alguien lo tiene qué hacer. Y vaya que no es cosa fácil tanto para el personal de los camiones recolectores de la basura, así como para los pepenadores. Porque tanto el personal recolector como los pepenadores corren el riesgo de cortarse o infectarse de algún modo, pues no hay que olvidar que hay gente para todo y sobre todo personas inconscientes a las que se les hace fácil tirar vidrios rotos sin envolverlos en papel o cartón, así como jeringas con todo y su aguja y posiblemente sin tomar en cuenta si esa jeringa se usó en alguna persona con alguna enfermedad infecciosa.

Pero, sobre todo, estar expuesta toda esta gente que se dedica a la recolección y búsqueda en la basura de algo que pudiera dejar alguna ganancia, a la materia fecal debido a que mucha gente acostumbra a embolsar los papeles usados en el retrete en vez de echarlos a la taza para que se diluyan en el agua.

Sea pues. Vale.