Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Peor que un allanamiento de morada

Sergio Mejía Cano

09 de Abril de 2024

La invasión a la embajada de nuestro país en Ecuador ha dejado al descubierto que aún existen descendientes -al menos en pensamiento y forma- de aquellos mexicanos que fueron a traer a Maximiliano de Habsburgo, es decir, quienes aún sienten satisfacción de que nos agredan gobiernos extranjeros.

Según los estándares internacionales, una embajada se considera como una parte de la nación que la ocupa, por lo que es inviolable y no deben ser invadidas por fuerzas del orden del país anfitrión; sin embargo, tal vez al presidente ecuatoriano y demás autoridades este orden no significa nada, por lo que sin justificación alguna de peso se introdujeron a la embajada mexicana para apresar y llevarse a un político que no casa con las ideas de la actual administración ecuatoriana.

Lo inaudito viene a ser que, a pesar de la clara violación al Derecho Internacional, haya mexicanos que le achacan la culpa de todo esto al mismo presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), supuestamente por no atender la no intervención y la libre autodeterminación de los pueblos en asuntos de otros países, al haber hablado respecto a cómo y por qué se dieron las elecciones en ese país sudamericano y mencionar el asesinato de uno de los contendientes en los comicios electorales de aquel país y que conllevó al triunfo del ahora presidente de Ecuador.

Tanto estos mexicanos que culpan a AMLO, así como las autoridades ecuatorianas también alegan que la embajada de México albergaba a un “delincuente” y no a un perseguido político. Sin embargo, aquí cabe señalar que ese supuesto delincuente, Jorge Glas, aparentemente ya sentenciado y que, por cierto, acababa de cumplir una condena ya, fue vicepresidente junto con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien ahora está exiliado en Bélgica, precisamente por ser un perseguido político; porque si bien, al igual de Glas, es señalado culpable de varios cargos. El mismo Rafael Correa, afirma en una entrevista que dio a Milenio TV, y que también aparece en el portal de internet de El Universal, así como en otros medios informativos, que “el presidente Daniel Noboa confunde Ecuador con una de sus haciendas bananeras”, y reprueba la invasión a la embajada mexicana, poniendo énfasis en el hecho de que si el actual gobierno ecuatoriano es capaz de allanar una embajada, que es como una declaración de guerra al considerarse como la invasión armada a otro país, entonces nadie está a salvo de que las fuerzas armadas allanen sus casas, por lo que disidentes y opositores al actual gobierno de Ecuador están en peligro constante de que se introduzcan a sus domicilios y sacarlos por la fuerza.

Varios de los opositores y adversarios de AMLO, así como personajes políticos y hasta comunicadores se han apoyado en que la embajada mexicana había albergado y dado asilo político a un “delincuente”, tal vez sin tomar en cuenta que ese señalamiento es muy común que se le tilden y endilguen adjetivos de toda índole a quien se considera incómodo o representa algún tipo de peligro para un gobierno. Para casi nadie o nadie de los mexicanos nos es ajeno que esto se haya hecho con enemigos políticos a quienes sin fundamento alguno de pronto se les acusen de infinidad de delitos, aunque no haya cometido ninguno, pero es apresado y encarcelado, algunas veces hasta que se calma la marea o durante varios años hasta que alguien se acuerda de alguno o varios de estos acusados.

No es muy descabellado pensar que, al exvicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas, se le hayan achacado varios delitos al igual que al expresidente, Rafael Correa, pues se dice que Correa pisó varios callos de la oligarquía ecuatoriana cuando fue presidente, de ahí que una vez que dejó el cargo, sus enemigos o quienes se sintieron lastimados en sus intereses por Rafael Correa, ahora se las están cobrando.

Haya sido como haya sido, el caso es que bajo ningún motivo se tuvo que allanar la embajada mexicana en Ecuador y menos sacar a una persona a la que se le había dado asilo político; si es culpable de lo que se le señala, eso ya es otro asunto; sin embargo, al estar dentro de territorio mexicano, que se supone es toda embajada de México en cualquier país, así como las de demás naciones con relaciones diplomáticas, esa persona por la que entraron y sacaron de la embajada mexicana ya está protegida por las leyes internacionales y, según los analistas, al país que asila, en este caso México, no le toca juzgar al asilado si es culpable o no de lo que se le señala.

Sea pues. Vale.

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