Princesa Bacharie
Rocío Alegría Treviño. (Cielo)
06 de Marzo de 2024
Eran los tiempos del comienzo, los indios Tarahumaras o Rarámuris, vivían en constante desasosiego, pues miraban con tanta atención hacia el cielo, y pensaban en donde terminaba, cómo es que no se caía, era tan inmenso, su color azul los magnetizaba y a la vez asustaba, pues pensaban que un día caería sobre ellos.
Kandamiño, amo y señor de esas tierras, tenía una hermosa hija, llamada Bacharie, todos los mozos y potentados señores aspiraban a ser los dueños de su corazón, más ella estaba enamorada de un joven bello y apuesto llamado Tenachi, quien era despreciado por su padre, pues él quería para su hija lo mejor, ella lloraba y desesperaba por no poder ver a su amado, la tenían confinada en una enorme cueva hasta lo más alto de un peñasco.
Como todos tenían esa incertidumbre de no saber cómo era sostenido el cielo, vivían atemorizados de que éste les cayese encima, Kandamiño vio en ello la ocasión de alejar a los pretendientes de su amada hija. Los reunió a todos; uno de ellos era Tonachi, Señor de los Caminos, otro era Pamachi, Señor de Más allá de las Barrancas, le seguía Areponápechi, Señor de los Verdes Valles y Corechí, Señor de las Filigranas de la Cara del Viento, todos ellos eran poderosos y poseían el poder atribuido por el Dios que llamaban Padre, pero nadie nunca lo había visto
Los reunió Kandamiño sin invitar a Tenachi, quien era solo uno más del pueblo, para él no existía, éste se enteró de lo que pasaba y sin ser invitado se presentó a la reunión, pidiendo la oportunidad de demostrar que él era el escogido de la bella Bacharie y que haría hasta lo imposible por encontrar el misterio que tanto lo mortificaba, de cómo era sostenido el cielo. Kandamiño, se molestó mucho, pero los otros cuatro aspirantes en tono de burla le dijeron que aceptaban el reto y que él entrara en esta disputa, pues dudaban de que él tuviese alguna oportunidad.
Kandaminño, les ordenó que fuesen a todos los confines de la tierra a encontrar el misterio del cielo, y Pues eran años de investigar y nadie sabía nada al respecto, les intrigaba lo enorme del cielo, su esplendorosa y reluciente belleza cuando salía el sol y las nubes como algodones desfilaban una tras de otra formando mil figuras, por las noches tapizado de estrellas y la luna reluciente derramando sobre ellos su bellísima luz, pensaban que a lo mejor les podría caer encima, a veces cuando era Luna Llena, se escondían en sus cuevas y algunos poderosos que tenían hermosos castillos, no salían pues el temor los sobrecogía.
Partieron a esta aventura, cada uno se fue por diferente lado, curiosamente, todos se encontraron con el Padre, que ansiosos de conocerlo se acercaron a él y le preguntaron: ¿Cómo y de qué está hecho el cielo? ¿Acaso puede caerse? El Padre. . . les habló tiernamente: . . . No hijos míos. . . El cielo no puede caerse porque está sostenido por unas grandísimas columnas de fierro, además sepan ustedes que la tierra es circular. . . como una tortilla. . . o como un tambor. . . ¡Estaban asombradísimos! A coro preguntaron: ¿Podemos subir? . . . ¡Claro! . . . pero el que llegue allá que es donde yo vivo jamás podrá volver a ver a los suyos. . . Se quedaron pensativos. A la vez cómo se casarían con Bacharie si todos habían encontrado la respuesta a este dilema. Además, estos poderosos señores, no querían arriesgarse a no poder volver.
No sabían qué hacer. . . Pero Tenachi, que era más osado, optó por encontrar las columnas de fierro, quería verlas, cerciorarse de lo que había dicho el Padre era verdad. Así que sin decir nada se alejó en busca de esas columnas enormes que sostenían al hermoso cielo, junto con la luna y las estrellas, era sensacional saber qué encontraría ahí.
Se despidieron del Padre y notaron que Tenachi no estaba con ellos, pensaron que se les había adelantado. Furiosos dijeron. . . Tenemos que matarlo, pues quiere llegar antes que nosotros y nuevamente se dispersaron, con la encomienda de que el que lo encontrara le diera muerte. Llegaron a su pueblo, cansados y hambrientos fueron largos días de peregrinar por tierras áridas, llenas de polvo y calor. Nadie se había topado con Tenachi, lo creyeron muerto, pues él como era pobre viajaba solo y ellos llevaban a sus guardias y sirvientes. Suspiraron de alivio y se alegraron de tener un adversario menos.
Bacharie, los vio llegar y les preguntó por Tenachi, estos le dijeron que había muerto en el camino. Corrió desesperada ahogada en llanto, mientras su padre Kandamiño les pidió silencio. Le narraron lo que el Padre les había dicho y asombrado no paraba de hacer preguntas. Ahora el problema era a quién dar por esposa si los cuatro habían encontrado el misterio.
Bacharie con la cara bañada en llanto corrió por las grandes laderas hacia un enorme peñasco, que era el más alto y en su angustia de saber muerto a su amado, se arrojó al vació, convirtiéndose en una enorme cascada que desde siempre baña las rocas, las laderas y montes llenándolas de frescura, deslizándose por doquier y se escuchan sus sollozos en una lamentación profunda. Por la muerte de su amado Tenachi.
Este llegó a donde estaban las columnas de fierro que sostenían al cielo, al ir ascendiendo, se encontró con un hermosísimo Ángel, el Guardián de las columnas de Fierro. Y le dijo. . . ¿A dónde vas? . . . Crees que subir te serviría de algo? Si lo haces no podrás regresar. Tenachi contestó asombrado ante esa bella criatura. . .. No puedo explicarlo, pero siento esa enorme necesidad de subir. . . Pero ya no podrás volver. . . Le dijo el Ángel. Lo sé, pero debo hacerlo. El ángel se apartó y lo dejó subir. Tenachi sentía una felicidad y paz extraña, una rara sensación de tranquilidad y felicidad lo embargaba.
Al ascender, llegando hasta el cielo, se encontró al Padre. ¡Bienvenido Hijo! te esperaba, pues tu amada Becharie, se encuentra aquí. Emocionado a más no poder, y ante la imponente presencia del Padre la emoción lo embargó y se soltó a llorar. ¿Cómo es que está aquí? . . . El Padre le contó como en su desesperación de saberlo muerto se había arrojado al vacío y de esta forma su alma había subido al cielo, y que él también al subir, ya no podría regresar, pues su cuerpo se había quedado donde comenzó la subida a las columnas.
¡Qué extraño . . . dijo Tenachi,. . . ¿Cómo es que no sentí nada? . . . Es que eres bueno y el que tiene un corazón bondadoso, generoso, humilde como el tuyo. No siente dolor. . .. Le dijo el Padre. Ahora ven para que veas a tu adorada Becharie, que al verlo corrió a abrazarlo llena de alegría.
Abajo en el pueblo Kandamiño, lloraba amargamente la pérdida de su hija, buscando su cuerpo que no fue encontrado, pues fue convertido en cascada por órdenes del padre.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
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