FIESTAS, CELEBRACIONES Y GASTRONOMÍA *
(Tercera y última parte)
III.7 Celebración de día de Muertos, 1 y 2 de noviembre.
El día primero de noviembre, en los últimos 20 años la gente se amanece en el panteón de Bellavista, algunos para ese día ya lavaron o pintaron la tumba del ser querido, también adornadas con flores naturales y las coronas tradicionales. Esto de velar en el panteón más bien es una práctica reciente de los jóvenes, quien acompañados de bebidas alcohólicas y música popular. Se acostumbra también que algunas familias llevan el día 2 de noviembre grupos musicales para cantarle a sus difuntos, principalmente las canciones que a estos les gustaban. También muchas familias se van a comer al panteón organizando carnes asadas, mariscadas, pozole o cualquier antojito mexicano para convivir con la familia en recuerdo de sus seres queridos. Por la tarde, se celebra la tradicional misa en el panteón, acudiendo el párroco del pueblo para pedir por el descanso eterno de los fieles difuntos.
III.8 Tradición gastronómica de Bellavista.
Se dice que Bellavista es un lugar donde se cocina y se come bien, rico, sabroso, como lo he escuchado en diversas ocasiones, seguramente las mujeres se esmeraban en agradar al esposo, hijos, familiares y amigos, pues mucho tiempo del día se la pasaban lidiando con las máquinas de la fábrica, dejando un día especial para dedicarlo a la cocina y al buen comer.
Sin duda, el pozole de Bellavista es único, famoso en todo el estado de Nayarit, recordando a doña Cristi en la década de los 30´s que hizo muy popular el pozole de La Loma, hoy uno de los barrios del pueblo, así como el pozole de pato de Cuca Olí del barrio del Arguende. En la plaza Adela Rojas y Goya Cruz hicieron tradición hace 50 años, incluso Adela todavía vive quien recuerda aquellos tiempos.
Me dicen que en la calle del Salón de Actos y de la actual Delegación Municipal, en medio de la casa del tejuino y de la Coope, estuvo la cenaduría “El Dingo”, atendida por Ana, Irene “la negra” y Lesvia, hija de Cata de la Coope, con su tradicional dicho “no te hagas babocha”. En esta cenaduría se saboreaba los tradicionales tacos dorados de sesos, ricas tostadas de pollo y pierna, así como sus enchiladas y sopes, sin faltar el sabrosísimo pozole cocido con leña de la región.
Otro elemento que no podemos dejar de mencionar, que forma parte importante de la gastronomía de Bellavista es, sin duda, el sabroso Tejuino de Lala, el cual todavía se expende en la plaza del pueblo. Durante un tiempo esta mujer ofrecía para la cena, los fines de semana, ricos antojitos como pollo a la plaza, enchiladas, sopes elaborados al carbón y con manteca de puerco. Además de todas estas actividades culinarias, doña Lala fue durante mucho tiempo la partera del pueblo, trayendo al mundo a cientos de hijos de Bellavista.
Antes que doña Lala, recordamos a doña Micaela la china, quien en los años 30´s en la calle misma donde estaba la tienda de doña Elvira Ríos y Gustavo Castañeda, ofrecía a los habitantes deliciosa cena que lo mismo era pollo a la plaza como sopes y enchiladas rojas de pollo.
Hace aproximadamente 50 años, don Fidel Fuentes inauguró una época en los tacos tuvieron su esplendor en el pueblo, los preparaba de carne asada, chorizo y panela, acompañados con una rica salsa de chile, tomate y cebolla, quedando la gente satisfecha por los tacos y la convivencia que se armaba en esa tradicional esquina conocida como la cachucha de Fidel.
En otra famosa esquina, conocida como la Conasupo, que en ese tiempo administraba Everardo Cruz “el Tecolote”, se instaló una taquería que todos conocen como Tacos Mongol, atendida por Juanito y Ofelia, teniendo hasta la fecha una aceptación considerable que gracias a ello todavía ahí están sirviendo a la comunidad los sábados y domingos.
Como en la mayoría de los pueblos, Bellavista tuvo un experto en hacer churros, muchas personas recuerdan que al salir de misa los domingos, era inevitable dirigirse a comprar churros con el famoso Pedro Morquecho, elaborados en su anafre de carbón, con su bandeja de peltre repleta de aceite, donde se cocían las ruedas de harina, que una vez salidas de la bandeja se azucaraban y te las entregaban en bolsas de papel estraza, realmente era muy peculiar ver las filas que se hacían para degustar aquellos sabroso churros. Además, me cuentan que ese famoso churrero había sido obrero de la fábrica y, por muchos años fue el fotógrafo del pueblo, cuando solo se conocía el blanco y negro, tanto en fiestas como en eventos cívicos y culturales en la comunidad.
* Capítulo III del Libro Bellavista, Historia, Cultura e identidad de un Pueblo Obrero", de Raúl A. Méndez Lugo y Javier Vizcarra Rubio, Tepic, Nayarit, 2018.