¿Y si nos casamos?

Después de muchos años de no verse, el destino los reunió en el panteón, ella iba a llevar Flores a la tumba de su esposo, y entre el tumulto no distinguió de dónde provenía la voz que le dijo: “adiós Leonor", así que avanzó, creyendo que no era con ella el asunto, pero enseguida le volvieron a decir lo mismo; entonces buscó con la mirada y no encontró a nadie conocido, se disponía de nuevo a alejarse, cuando surgió el mismo mensaje, aunque está vez identificó al hablante y se dirigió a él.

"¿Es a mí? Le preguntó al hombre que la miraba fijamente; y él asintió. Luego le contestó con otra pregunta: ¿no me reconoces Leonor?

Ella le clavó la mirada, buscando algo que le permitiera recordarlo, ¿Quién, de dónde era? Pero no lo logró. "Perdóneme señor, pero no sé quién es"; él la miró sonriente y le dijo: ¿Te acuerdas de cuando trabajabas en la gasolinera? Ella parpadeó varias veces, y se hizo la luz en su mente: "¡el flaco! ¿Eres el flaco? ¡Sí, soy el flaco! ambos se miraron unos instantes y después se saludaron efusivamente.

Platicaron brevemente; ella todavía estaba muy sorprendida de tener enfrente a Robert, y bromearon acerca del apodo del flaco, del cual ya no quedaba nada, y de los cambios generados en ambos, a lo largo de las más de tres décadas que habían dejado de verse.

Al despedirse, quedaron de frecuentarse, de volver a encontrarse para platicar; ella le dijo que cuando quisiera fuera a su casa a tomar un café, y se fueron cada uno por su lado.

De regreso a su casa, ella recordó que no le dio su domicilio, y pensó qué cómo se iban a volver a ver si olvidó ese pequeño detalle; así que cuando días más tarde lo tenía tocando la puerta, no lo podía creer, ya que después él le comentó que la tenía ubicada, que ya sabía dónde vivía.

Era muy grato recordar cuando fueron compañeros de trabajo, y las aventuras que pasaron, las fiestas a las que fueron, traer a memoria a sus familias, etc.

Con el tiempo, los lazos afectivos entre ellos se fueron estrechando, y como encontraban muy grata la compañía uno del otro después de un breve noviazgo se hicieron la pregunta: ¿y si nos casamos?

Las familias de ambos, (entiéndase hijos), cuatro hijos de ella, y cinco de él, no estuvieron de acuerdo; pese a que Leonor era viuda, y Robert, era divorciado desde hacía muchísimos años.

La oposición fue grande, los enconos, muchos; reproches iban y venían, y aquello se estaba volviendo insostenible.

Total, que un día se armaron de valor y organizaron todo para casarse, haciéndose el ánimo de que fueran los que fueran, y faltaran los que faltaran su matrimonio se efectuaría.

Hoy en día algunos hijos se han hecho a la idea, y otros siguen con el entripado, pero ellos ya no toman en cuenta las actitudes de sus vástagos, pues decidieron hacer su vida como a ellos les plazca, pues bastante grandecitos son como para estar esperando la aprobación de aquellos.