Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara
Fuego que corre y canta,
agua que crea,
crecimiento,
transforma nuestra vida,
saca
pan de las piedras,
oro del cielo,
ciudades
del desierto,
danos,
energía,
lo que guardas,
extiende tus dones de fuego
allá
sobre la estepa,
fragua de la fruta, enciende
el tesoro del trigo,
rompe la tierra, aplana
montes,
extiende
las nuevas
fecundaciones
por la tierra
para que desde entonces,
desde allí,
desde donde
cambió la vida,
ahora
cambie la tierra,
toda
la tierra, las islas, el desierto y cambie el hombre.
Pablo Neruda. Oda a la energía (fragmento)
En la agenda nacional se discute la iniciativa para abrir la explotación del petróleo a la iniciativa privada nacional y extranjera. Uno de los argumentos centrales del gobierno es evitar el excesivo endeudamiento que costaría revitalizar la empresa de Petróleos Mexicanos.
¿Por qué debemos confiar en las propuestas del gobierno, cuando vemos el uso privado de recursos públicos en diversos ámbitos?
Los ingresos derivados del petróleo representan el 40% de las finanzas públicas por lo que se convierte en el pivote de la economía mexicana.
Lo que me pregunto es lo siguiente: si los gobiernos se han endeudado para llevar adelante otras acciones como infraestructura carretera o incluso, si el gobierno ha invertido para salvar a los banqueros de sus bancarrotas, por qué ahora se tiene el prurito de no endeudarse cuando de lo que se trata es de conservar los beneficios del petróleo para el desarrollo nacional, para el bien colectivo.
Sin duda, el diseño de la explotación petrolera no puede quedar inamovible desde 1938, fecha de la expropiación, puesto que de esos años a la fecha ha cambiado la tecnología y ha cambiado el mercado de hidrocarburos. Sin embargo, es preciso que los planeadores de la reforma establezcan los ejes centrales del cambio ante una sociedad cada vez mejor informada. No basta con calificar de retrógrados a quienes cuestionan la reforma. El gobierno debe saber que está frente a una ciudadanía adulta, interlocutores capaces de cuestionar los actos de gobierno.
El petróleo no es un recurso más, es parte de la conformación de la identidad nacional, parte constitutiva de la ideología de la revolución mexicana y sin duda, se encuentra en el centro del nacionalismo mexicano y cimiento de la república el cual sirvió de base a los nacionalismos latinoamericanos.
La expropiación mexicana de 1938 transformó la discusión de la expropiación de un recurso en un asunto de identidad nacional y de soberanía. México fue el primer país en América Latina que llevó a cabo una acción de esa envergadura, porque se proponía que económicamente el petróleo mexicano serviría para impulsar el desarrollo nacional.
Enfrentarse al poderío de los intereses empresariales norteamericanos y hoy globalizados, nunca ha sido fácil. Ni en 1938 ni ahora. Por eso, en la discusión de la iniciativa de reforma, es preciso tener muy claro lo que se aprueba y lo que no.
Ni quedarnos en el pasado ni simplemente dejar que el mercado gobierne los recursos del subsuelo.
Preguntarnos ¿qué nuevos ricos producirá esta reforma? ¿los negocios de quién serán beneficiados? ¿qué familias de la clase política están esperando la apertura para llevarse las utilidades?
En lugar de abrir las puertas a los empresarios (locales o extranjeros) que se llevarán las ganancias, lo que se debe es atender la agenda pendiente del petróleo: transparentar las acciones de PEMEX, capitalizarla empresa, promover la investigación científica y tecnológica en ese ramo para fortalecer el principal capital que tenemos en México.
No es mucho lo que se pide, sólo que los gobernantes actúen a partir de compromisos, se comporten con honestidad y rindan cuentan. Y además, que los beneficios del petróleo sean colectivizados: no sean el financiamiento de las campañas políticas ni se dilapiden en gobiernos del espectáculo.
Socióloga. Investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit
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