Voluntariamente a fuerzas
Luis Alberto Bravo Mora
20 de Abril de 2023
Abril o mayo de 1987 en Tepic Nayarit caminábamos por el centro de la ciudad mi amigo y hermano Carlos Alberto (qepd) y yo, pasaríamos a las maquinitas y después iríamos a ver a nuestras chicas, íbamos con una bolsa de plástico en la cual llevábamos un refresco de cola tomándolo con un popote, platicábamos de una película que habíamos visto la noche anterior, eran entre las 11 y las 12 del mediodía si no mal recuerdo, el vestía sus regulares bermudas y yo unos levis, llevábamos un balón de basket por si se ofrecía en el día pues le dábamos a la pelota, así corrían nuestros días cuando no estábamos en clase en la popular ETI 1, cuando de pronto una patrulla municipal se detuvo a nuestro lado y nos preguntaron "ey ustedes que andan haciendo?... apenas y nos miramos sorprendidos, cuando uno de ellos nos gritó, ora súbanse cabrones vamos a hacer algo de provecho, vámonos a apagar el cerro" por alguna razón nos pusimos muy contentos y en dos movimientos ya estábamos trepados en la parte trasera de la patrulla, llegamos al cerro de San Juan, ya había mucha gente allá arriba, apenas logramos ver en la primera línea a elementos del ejército, después de ellos estaba otra línea al parecer conformada por elementos de la policía y algunas organizaciones civiles, a todos los jóvenes nos dejaban hasta la última línea, con palas en mano, movíamos la tierra, y formábamos cercos de tierra, el fuego no parecía tener fin, ya no supe que pasó con mi balón, las emociones cambiaban de un momento a otro, nosotros jamás estuvimos en peligro ni de cerca pero si fuimos de testigos de la voracidad del fuego, a nuestro lado pasaban en llamas tlacuaches, armadillos y ardillas envueltos en llamas, a lo lejos oímos gritar qué un par de venados corrían ardiendo y había qué detenerlos pero no los vimos, como a las 6 nos mandaron llamar para darnos una torta y un refresco la comimos con un gusto enorme, el hambre era mucha ya, de volada regresamos todos a nuestras labores, un par de horas después el fuego había sido controlado y comenzaron a bajarnos, nosotros decidimos irnos caminando éramos muchos y los vehículos no se daban a vasto, todos nos despidieron dándonos la mano, hasta ese momento me di cuenta que las tenía llenas de ampollas, bajamos felices en el trayecto nos dieron otra torta y un refresco más, esta vez la torta era de salchicha acompañada de un chile jalapeño, miramos atrás y nos sentimos tan contentos, todos nos decían buen trabajo y nosotros a ellos, lo habíamos logrado esa primavera del 87 salvamos al San Juan entre todos, jamás nos cuestionamos si fue un abuso de la autoridad, era necesario y urgente ayudar, mis levis quedaron inservibles y las bermudas de mi amigo le permitieron tener una depilación de sus piernas que le duro toda la vida, afortunadamente mis tíos se habían ido a Santiago y yo estaba solo en casa, no verían mi aspecto cómo de carbonero, hoy el San Juan arde y hoy solo miramos y a pesar del dolor en nuestro corazón simplemente volteamos a un lado, hoy no hay patrullas recorriendo la ciudad para buscar la ayuda ciudadana, hoy Tepic solo es testigo de cómo su principal pulmón y protector arde en fuego, los tiempos cambian y con ello también los intereses de las personas, hoy somos menos humanos, hoy simplemente lo dejamos arder!
Comentarios