La división interna, talón de Aquiles de la oposición
Francisco Cruz Angulo
04 de julio de 2013
Estamos a unos cuantos días de que se realicen 14 elecciones estatales en donde estarán en disputa presidencias municipales, diputaciones locales y la gubernatura de Baja California norte, hoy en manos de panistas desde 1989.
Tienen relevancia estos procesos electorales porque medirá el posicionamiento de cada uno de los partidos políticos luego de las elecciones presidenciales en donde ganó el candidato del PRI Enrique Peña Nieto.
A partir del triunfo del candidato priista sus dos competidores más importantes PAN y PRD enfrentan divisiones internas que han debilitado su estructura territorial.
El blanquiazul vive la peor crisis de su historia. Su actual dirigencia nacional encabezada por Gustavo Madero enfrenta el embate de la corriente calderonista cuya cabeza más visible es el senador de la república, Ernesto Cordero.
Esta corriente del ex presidente Felipe Calderón acusa a su dirigente nacional del blanquiazul de estarle engordando el caldo a Peña Nieto con el “Pacto por México”. Subraya el legislador panista que se dejó de lado la agenda política de Acción Nacional al treparse al carro de la agenda del tricolor.
Estas controversias entre panistas doctrinarios y neopanistas hizo imposible realizar una reforma a los Estatutos y Programa de Acción del partido. Una y otra asamblea nacional fue boicoteada por los contrarios a las posiciones de Gustavo Madero.
Como es del dominio público estas pugnas internas hicieron crisis en la bancada de los senadores panistas cuando su entonces coordinador Ernesto Cordero se sacó de la manga un proyecto de reforma política-electoral apoyado por 23 senadores afines y senadores del PRD y, lo que es peor, sin consultarlo previamente con su dirigente nacional Gustavo Madero, lo que provocó su enojo y lo desconoció de facto.
Esta acción de insubordinación trajo de inmediato una respuesta: Ernesto Cordero fue separado del cargo como coordinador de la bancada panista. Las reacciones consecuentes todos las conocemos: ambos grupos se sacaron sus trapitos sucios al sol; exhibieron sus flaquezas y sus ambiciones y dejaron escapar el tufo de la corrupción y de la falta de rendición de cuentas de los recursos públicos.
El panismo territorialmente está dividido; carece de fuertes y prestigiados liderazgos. Está prácticamente desmantelado. Dice alguien de sus correligionarios que el poder presidencial los pudrió.
Los partidos de izquierda se la están jugando el próximo domingo 7 de julio en las elecciones locales, sobre todo el PT y el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) ya que siempre giraron como satélite del PRD y del movimiento lopezobradorista.
En esta elección los tres partidos dizque de izquierda dejaron de lado sus principios ideológicos y en un claro pragmatismo el PT pactó una alianza con el PRI en el municipio de Durango, en tanto que el partido (Movimiento Ciudadano) hizo lo propio con el tricolor en Chihuahua. Por su parte el partido del Sol Azteca volvió a su misma estrategia de pactar alianzas con el PAN que tan buenos resultados le dio hace seis años en varias gubernaturas de los estados de Oaxaca, Puebla, Guerrero y Sinaloa.
El problema que enfrentará el PRD es su carencia de una estructura territorial nacional. Podemos decir que su fuerza electoral radica en el Distrito Federal y en el estado de Morelos. Gran parte de su membresía nacional se la llevó López Obrador a su partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Los actuales dirigentes del PRD no podrán presumir que de los 14.5 millones de votos que sacó López Obrador en el pasada elección presidencial un gran porcentaje corresponde a candidatos d partido del Sol Azteca afines a los “chuchos”. Sin López Obrador en las boletas electorales el 7 de julio podremos ver que tanto peso electoral tendrán los candidatos de la alianza PRD-PAN antes los electores.
Si bien es cierto que a los “chuchos” les ha ido muy bien en el “Pacto por México” porque desde allí construyen acuerdos con el PRI, PAN y el presidente Enrique Peña Nieto para pactar acuerdos de la agenda de izquierda como lo es la reforma Educativa y de Telecomunicaciones que sin duda modernizará al país. Sin embargo, de sacar magros resultados electorales en la contienda próxima debilitará su posición de fuerza en el cuerpo colegiado del “Pacto por México”. No obstante todavía podrá seguir siendo interlocutor válido hasta el 2015 cuando se renueve la Legislatura Federal.
Por su parte el PRI va en caballo de hacienda. Pese a que pactó un blindaje para evitar el uso de recursos públicos en las campañas electorales, todo quedó en papel. Los gobernadores siguen haciendo de las suyas. Burlan la ley y apoyan discrecionalmente a los candidatos priistas.
Los partidos de oposición deben tomarle la palabra a Peña Nieto documentando todas las irregularidades ante los órganos electorales. Peña Nieto como jefe político de su partido sí puede promover ante los órganos jurisdiccionales de su partido un castigo ejemplar para quienes violentan la Ley. El juez, por su casa empieza. Veremos.
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