“No hay enfermedades, sino enfermos”: Hipócrates
Sergio Mejía Cano
08 de Diciembre de 2022
Recientemente en varios medios informativos y portales de internet se está anunciando el repunte de la pandemia e incluso, se dice que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está alarmada por este repunte por lo que se está sopesando la posibilidad de volver a tener que utilizar el cubrebocas, así como tomar las medidas adecuadas para prevenir lo más que se pueda este repunte. Sin embargo, esto más bien se debería de tomar con prudencia debido a que posiblemente podría ser también tratar de seguir manipulando a la ciudadanía.
Claro que esto se agranda por las noticias surgidas desde China, en donde se habla de que se han tenido que tomar medidas precautorias y cierre de poblaciones porque no se la acaban con los contagios de esta pandemia que, si bien podría tener el mismo origen, ahora ha mutado y se denomina de otra manera.
La pandemia en sí ha causado muchos estragos en la mayor parte del mundo; pero existe la posibilidad de que precisamente el uso del cubrebocas pudo haber contribuido a que la enfermedad se extendiera aún más, porque se entiende que lo que el cuerpo humano expele ya no lo ocupa, pues por algo lo desecha, de ahí que al tener que volver a respirar el aire que expulsa el organismo humano sea más dañino por el contenido de dióxido de carbono que contiene el aire que se expele. Asimismo, también pudo haber contribuido a que la pandemia se extendiera debido al encierro sugerido de permanecer en casa y, desde luego, el cierre del paso a parques y jardines, de estar en las playas, pues lo que necesitan los cuerpos vivientes es el convicio con la Naturaleza.
Y a propósito de la pandemia, prácticamente desde su inicio en nuestro país y desde antes, la Secretaría de Salud ya se había pronunciado por evitar la venta de comida chatarra en las escuelas y no venderla en los estanquillos a menores de edad, incluso en alguna de las conferencias matutinas, el doctor Hugo López-Gatell, puso énfasis en esta práctica y además, propuso el no ingerir el “veneno embotellado” refiriéndose a las bebidas gaseosas; esto tal vez, porque saben algo más que la mayoría de la población; pero el problema es que como la las empresas de bebidas y “comidas” industrializadas son muy poderosas a nivel mundial, por lo que tal vez López-Gatell no se refirió abiertamente en contra de estas empresas. Sin embargo, mucho tendría que ver la ingesta de estos productos en la expansión de la pandemia.
No por nada el periodista, escritor y dibujante michoacano, Eduardo del Río (Rius) en su libro “La panza es primero”, emitido en 1973 por editorial Posadas, afirma que todas los males del cuerpo humano son por la comida que nos llevamos a la boca; y parafrasea a Hipócrates al afirmar que “no hay enfermedades, sino enfermos” y, entre muchas otras cosas, afirma que nada más existen tres formas de muerte en los humanos: por vejez, por accidente y por intoxicación, y precisamente esta última es la que más muertes genera, pues la mayoría de lo que comemos e ingerimos producen una gran intoxicación en el organismo humano. Y aduce también el gran Rius que “Los dolores de cabeza revelan la irritación producida en el cerebro por los vapores tóxicos de un aparato digestivo en plena fermentación pútrida”.
Señala Rius en La panza es primero que no se debe confiar en los productos en cuya envoltura dicen que están adicionadas con súper vitaminas, pues podría ser contraproducente debido a que lo más probable es que dichas vitaminas adicionadas a esos productos sean artificiales y he ahí lo malo, pues la química artificial es la peor enemiga de la química orgánica.
Hoy en día en realidad ya no sabemos si lo que comemos es sano y puro, incluso hay duda en las frutas y verduras que, ahora en su mayoría son de invernadero debido a que frutas anteriormente de temporada las hay todos los días del año, con sus excepciones por supuesto; y muchas de estas frutas, para que luzcan más atractivas, son bañadas con cera que, se dice, esa parafina es altamente dañina para nuestro cuerpo.
Cierta vez en una caja de manzanas, en su etiqueta decía: “Producto de Chile, cosecha de abril de 2014”, el problema es que ya era el mes de octubre del mismo año; ¡seis meses ya después de la cosecha!; y aparte, como era manzana “gala”, es decir, supuestamente “fina”, estaba cubierta de cera que la hacía ver más brillosa, así que qué vitaminas y proteínas naturales podrían contener ya esas manzanas, después de un proceso posterior a la cosecha para aguantar la exportación.
Sea pues. Vale.
Comentarios