Los trenes nunca van a tener la culpa por arrollamientos en los cruceros
Sergio Mejía Cano
03 de Noviembre de 2022
El que los trenes impacten cotidianamente vehículos automotrices en los cruceros públicos a nivel, es prácticamente casi todos los días a nivel nacional y, esto se podría considerara como el cuento de nunca acabar o la historia sin fin. Y todo debido a la imprudencia de quienes conducen un vehículo sin hacer alto total al llegar a las vías férreas, tal y como lo establecen la mayoría de los reglamentos de tránsito en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal.
El día de ayer día de muertos, sale en el portal de internet del medio informativo de “El Sol de Nayarit”, una nota cuyo encabezado reza que “Tren choca contra un auto y un camión de pasajeros en Nuevo León”. El problema aquí estriba en que el tren no choca, sino que arrolla. Un tren puede chocar contra otro tren, ya sea de frente o por alcance; sin embargo, en el argot ferroviario y por reglamento, el choque queda únicamente establecido cuando es de frente y el de alcance así queda: alcance y nada más.
Pero, así como señala esta nota de El Sol de Nayarit de que el tren choca, en otras informaciones respecto a accidentes de los trenes contra vehículos, se ha escrito “el tren embiste o embistió un vehículo en tal crucero o localidad” y a veces se ha puesto como cabeza de una información algo así como que “el tren se dejó ir en contra de un vehículo”; pero casi nunca se dice que por imprudencia de los conductores de los vehículos automotrices se atravesaron al paso del tren queriendo ganarle el paso al tren y por no hacer caso de los señalamientos que existen en todos los cruceros públicos a nivel de hacer alto total, ver y oír si no se aproxima ningún vehículo sobre los rieles; ojo, en el reglamento federal de tránsito vehicular dice “vehículo” y no nada más trenes, porque aparte de los trenes, también circulan otra clase de vehículos sobre los rieles como armones y ahora camionetas adaptadas que utiliza el departamento de Vías y Estructuras que se denominan como “Hig-Riel”.
Desde luego que los trenes no embisten porque no son toros ni tienen la facultad de tomar otra dirección para ir sobre cualquier cosa que no esté encima de los rieles; de ahí la frase tan conocida y a veces cuestionadas por gente afectada en un accidente con el tren de que “el tren no se sale de la vía”. Y digo que es una frase también cuestionada, porque da la casualidad que alguien que resultó afectado en un crucero público a nivel al ser arrollado por un tren, en medio de su dolor el afectado les ha dicho a los tripulantes de un tren: “sí, ya sé que van a salir con su tarugada de que el tren no se sale de las vías”; ¿y acaso se salió para impactarlo?
Otra de las voces que salen de los afectados por un accidente contra los trenes, es decirle a la tripulación que no pitaron; sin embargo, se ha descubierto que por lo regular quienes emiten esta exclamación, llevan todos los vidrios polarizados arriba y con el estéreo a todo volumen; pero aunque no sea así, y traigan los vidrios de las ventanillas abajo y no vayan oyendo su estéreo o que lo traigan a bajo volumen, aun así, si los impactó el tren es porque no hicieron alto total cinco metros antes de llegar al riel más cercano, tal y como lo establecen los reglamentos de tránsito antes referidos.
Comentan trabajadores ferroviarios en activo que temen más arrollar vehículos en un crucero público a nivel que un descarrilamiento o cualquiera otra clase de accidente a sus trenes, porque cuando hay arrollamientos, la empresa ferroviaria los manda a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCE), hoy ya de Infraestructura también o en ocasiones elementos de esta Secretaría se hacen presentes en el lugar del accidente y ya no los dejar trabajar hasta después de hacerles análisis corporales y de antidoping, y lo malo de esto es que esto tarda de 20 días hasta un mes, tiempo que duran sin trabajar y, obviamente sin ganar ni devengar sueldo en forma alguna, volviendo al servicio hasta que llegan los resultados de laboratorio desde la Ciudad de México.
Un maquinistas en activo, comenta que en alguna ocasión les dijo a unos oficiales de la empresa ferroviaria y a elementos de la SCTI que, hipotéticamente, bien podría ir manejando un tren alcoholizado, drogado o en sus ocho sentidos con las substancias que quisieran; pero jamás iba a tener la culpa de arrollar un vehículo automotriz en un crucero público a nivel, pues como se le quisiera ver, toda esta clase de accidentes se deben a la imprudencia de quien se atraviesa.
Sea pues. Vale.
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