Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Chisgarabís

Oscar González Bonilla

31 de Mayo de 2022

Durante el sexenio de Roberto Sandoval de manera esporádica acudí a Palacio de Gobierno, casi puedo asegurar que desconocí el lugar del edificio donde despacharon funcionarios de primera línea.

En el periodo que correspondió gobernar a Antonio Echevarría García, por espacio de cuatro años mis visitas a Palacio de Gobierno se concretaron en exclusiva al despacho de Antonio Serrano Guzmán, secretario general de gobierno, para la realización de entrevistas periodísticas, a las que con toda cordialidad accedía el funcionario.

Vino entonces el gobierno sexenal del doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, quien cambió nombre de Palacio a Casa de Gobierno, en un intento por democratizar aquel gran espacio público, es decir, implantar la idea de igualdad.

En la actualidad sorprende el trato que personal en la ahora Casa de Gobierno brinda a las personas que alguna u otra razón acude en busca de tal o cual funcionario.

En mi caso, intenté llegar hasta donde se ubica el contador Arturo Galaviz, quien hace las veces de secretario privado del gobernador Navarro. Topé con una joven sentada detrás de un cubículo al final de un pasillo. Me indicó que cuál era el despacho del contador, pero no podía tener acceso porque sólo está admitido al personal de la oficina. Me lo dijo en un tono altanero, por tanto, contesté que yo también soy persona, no animal, razón por la que tengo derecho a pasar. Persistió la negativa. Opté por retirarme.

En otra ocasión, acompañado por mi asesor Víctor Montoya, acudimos a la oficina en Casa de Gobierno de Javier Mercado, quien también es un personaje muy cercano al gobernador Navarro Quintero. Llegamos para preguntar si se encontraba allí. En la entrada en posición de firmes se hallaba un policía vestido de civil, debidamente avituallado con aparato de comunicación interna. Como si fuera estatua no contestaba al interrogatorio, solo asentía con la cabeza. Como si la propuesta causara algarabía, en el mismo cubículo mencionado anteriormente, se acercaron la secretaria de planta y una y un joven como dispuestos a entrar en defensa si la ocasión lo ameritaba. Decidimos dar marcha atrás. El intento fue fallido.

La última visita fue con el propósito de saber el lugar de la oficina que atiende lo relativo a las personas con el interés de visitar en los Estados Unidos hijos que tienen casi 30 años sin ver, muchos menos abrazar. Es el caso de mi suegra.

Con la amabilidad del varón que atiende el despacho de información al lado derecho de la entrada al viejo edificio nos indicó la ubicación. Hacía allá nos dirigimos, se trata del Instituto de Atención y Protección a Migrantes y sus Familias del Estado de Nayarit.

La secretaria al lado izquierdo de la entrada nos atendió de inmediato, y a petición de parte mencionamos nombres y apellidos de pila, así como nuestros respectivos números telefónicos. La joven morena salió de detrás de su escritorio para indicarnos que pasáramos a la sala siguiente. Aquí se encontraba solo una mujer, a quien pedimos nos dijera los requisitos a llenar para viajar a los Estados Unidos con la feliz intención de encontrarse con su hijo, ausente de su solar natío por muchos años.

Iba a darnos explicación, cuando a su celular entra una llamada. Prefirió contestar y lo hizo por varios minutos. Luego a la oficina entró un joven que ocupó silla frente a escritorio. La mujer empezó a soltar información, le pedí la anotara, se negó. Enseguida hicieron su arribo dos jóvenes mujeres que allí se desempeñan. El joven le proporcionó a Montoya papel y pluma para apuntar los requisitos a llenar. Así lo hizo. Una de las últimas en llegar agregaba información a la que nos concedía la primera. Total, el trato fue con displicencia no con la cordialidad que nosotros esperábamos.

No deseamos una atención que llane en lo cortesano. No somos personajes de alcurnia ni influyentes, tampoco personas que presuman amistad con los altos mandos del gobierno estatal en turno. No. Lo que molesta, y a veces hasta intimida, es el trato de indiferencia y menosprecio al ciudadano común y corriente.
     

CIERRE:"El periodismo crítico es indispensable para autoridades que saben escuchar, para gobiernos capaces de enmendar sus yerros y dispuestos a llevar adelante a su pueblo": Humberto Musacchio.

 


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