¿Cuando inició esta vorágine que ahogará a las próximas administraciones durante al menos 30 años? Cuando inició como bolita de nieve lo que ahora es un alud imparable. Hace apenas unos pocos trienios el presidente municipal a la sazón expuso su tesis de cómo enfrentar los rezagos históricos y las necesidades crecientes de los servicios requeridos por la sociedad. Todo esto, claro, en una condición de estrechez económica; No, no tengan miedo a ser audaces (dijo). Tenemos el enorme privilegio de una solvencia económica y moral que no hemos usado. Estamos en condiciones de pignorar ingresos y participaciones. ¡Qué chido se oye. A los caballos! (pignorar equivale a hipotecar). En vez de esperar que el futuro nos proporcione paulatinamente los recursos para ir resolviendo lentamente los problemas de los servicios. Entonces mejor adelantemos la resolución de los servicios a la sociedad. Podemos pedirle prestado al futuro. ¡Hagámoslo pues! La sociedad lo agradecerá.
¡CUATRO ELEFANTES SE COLUMPIABAN SOBRE LA TELA DE UNA ARAÑA. . . COMO VEIAN QUE RESISTÍA FUERON A LLAMAR A OTRO ELEFANTE! y claro. Se empezó a abusar de la calificación crediticia. Se empezó a pignorar. Luego en la medida que se disponía de enormes cantidades de dinero, donde manoteaban sin que se notara, en una espesa opacidad y ausencia de transparencia. Luego vino el susto de que los dineros no llegaban completos, en razón de que previamente convenidos Hacienda entregaba directamente a los bancos prestamistas la mensualidad. Ni para donde hacerse. La operación estaba amarrada. Oye, pero ¡No nos alcanza! Decía el titular, luego, puestos, los economistas recomendaron ahora bursatilizar la deuda mediante el esquema de comprometer los ingresos futuros a cambio de un pago presente, generalmente grande, comprometiendo la salud financiera de varios trienios y sexenios. Otra repasada. Se han hipotecado ingresos propios derivados de la tenencia, predial, ingresos sobre nominas y diversas participaciones federales. Naturalmente que al hipotecar ingresos se reduce el flujo disponible.
Ningún gobernador o alcalde debería tener la facultad de hipotecar su estado (o municipio) más allá de su periodo. No es ético, ni moral. No se vale heredar trácalas a futuras generaciones. No es justo. La opacidad y el aumento de las deudas deben ser señales más que de alerta, de alarma. Que paguen los que vienen, debe ser ya intolerable.
¡SIETE ELEFANTES SE COLUMPIABAN SOBRE LA TELA DE UNA ARAÑA. . .!
Este enorme endeudamiento es un destello de nuestros diputados que pasarán a la historia por autorizar préstamos cada vez mayores, sin rubor. Lo malo es que ahora la mayoría de los que autorizaron el desfalco andan en campaña, buscando otro cargo que les permita seguir medrando. Sería bueno que “los suplentes” decretaran una ley para pignorar los bienes de los diputados que firmaron y de los funcionarios involucrados.
¿Ud. qué opina?