Desubicación y lejanas casillas para votar
Sergio Mejía Cano
11 de Abril de 2022
Como a eso de las 11:00 de la mañana, tocan a la puerta dos mujeres jóvenes, a quienes a pesar del cubrebocas que traían, las reconozco como vecinas del entorno del barrio donde habito. Ellas me preguntan que, si ya fui a votar o si voy a ir, a lo que les respondo que un rato más; preguntándoles a la vez si había mucha gente, contestando que ha estado tranquilo, con poca afluencia de votantes. Dan las gracias y se retiran, mirando que tocan a la puerta de al lado.
Llego poco después de las 13:00 horas a la secundaria número 44, en la confluencia de las avenidas Prisciliano Sánchez y Victoria, y ahí están, sentadas en unas de las jardineras de la escuela, esas mujeres que habían tocado a mi puerta, las saludo y pregunto que donde está la mesa de recepción, me indican que al fondo a la izquierda. Hay dos personas antes que yo esperando turno, son dos mujeres de la tercera edad. Al momento de recoger mi credencial para votar, le pregunto al encargado de la mesa de recepción si así ha estado de solo a lo largo de la jornada, a lo que me responde el muchacho que, ha estado “graneadito”, que no ha dejado de haber gente, y señalándome las dos urnas que están ahí, me dice que mire que ya están por arriba de la mitad. Al retirarme de ahí, ya hay otras dos personas esperando su turno. Me regreso y le pregunto al de la mesa si la mayoría de los que habíamos acudido eran de la tercera edad, respondiéndome que sí; pero que también habían llegado personas más jóvenes.
Ya para salir, de nuevo me topo con las mujeres que habían ido a mi domicilio, y les pregunto el porqué andaban haciendo esa labor de proselitismo a pleno Sol, me responden que un grupo de vecinos se habían puesto de acuerdo para ir a los domicilios que abarcaban las cuatro secciones que se aglutinaron en esta escuela secundaria, para decirle o recordarle a la gente que acudieran a votar, y también por si no sabían en dónde había quedado ubicada la casilla; que ya fuera en contra o a favor, pero que fueran a votar. Una de las mujeres me comentó que en algunas casas las habían hasta corrido con “cajas destempladas”, y que hasta las regañaron por andar promoviendo el voto. Sin embargo, de todos modos, las felicité por su labor y porque no era nada grato andar caminando bajo ese inclemente Sol.
En eso estábamos, cuando vi que estaban llegando más personas, la mayoría de la tercera edad; entre estas personas, una señora conocida, esposa de un compañero ferroviario y detrás de ella, en bicicleta, otro jubilado del ferrocarril quien, al verme, me dijo en tono enojado que no sabía dónde estaba la casilla, que de no ser porque la señora de la tienda le dijo que posiblemente le tocaba en esta secundaria, se iba a quedar sin votar. Esto lo oyeron las mujeres proselitistas y me dijeron que eso les había dicho mucha gente, que no sabían de la votación y otra, que no sabían dónde ir a votar porque habían cambiado la ubicación de las casillas.
Y sí, desde luego que faltó promoción y, además, si bien se señaló en algunos medios cómo ubicar las casillas, en este caso tal vez no se contempló a infinidad de personas que no tienen acceso a internet o que no le saben mover a una computadora o a su teléfono móvil o porque estos no cuentan con la aplicación debida para buscar algo.
Al legar a casa, me llama una tía ya algo mayor de edad, para preguntarme que dónde había votado, porque había ido a la escuela “Héroe de Nacozari”, en las inmediaciones de la estación del ferrocarril, y que no había nada ahí. Le pregunto por el número de su sección respondiéndome que era la 0682; la busco y veo que, junto con otras cuatro secciones, la ubicación para votar era la escuela secundaria “Presidente Alemán”, a lo que mi tía, decepcionada, me dijo que no iría, porque estaba lejos. Y al ir a la tienda, me encuentro a otro jubilado del ferrocarril que, junto con su señora esposa, ya ambos de la tercera edad y más allá, me preguntan que dónde había ido a votar, porque la otra vez habíamos votado en donde mismo, por la calle Hidalgo, entre la calle Guadalajara y la vía del ferrocarril, y al decirles en donde, el jubilado comentó que entonces no irían, porque estaba muy lejos, y apenas podían caminar y aparte el solazo que estaba haciendo, pues ni modo.
A modo de colación, no faltó quien no criticara al presidente Andrés Manuel López Obrador por haber anulado su voto al escribir la leyenda ¡Viva Zapata! Sin embargo, ¿qué más podía hacer, si él es quien está en el banquillo? Pero, en fin.
Sea pues. Vale.
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