Todos los cambios son para bien; nada es para siempre
Sergio Mejía Cano
08 de Abril de 2022
Pues hoy se inaugura oficialmente el primer viaje turístico hacia las Islas Marías; viaje inaugural que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esto desde luego, significa un cambio muy radical respecto a lo que sirvió la isla mayor, María Magdalena, pues ahora en vez de ser un penal, será un centro turístico; aunque se dice que no contará con hoteles ni permitirá que pernocten ahí los turistas más de una noche o ninguna, para cuidar de bien a bien el ecosistema y, obviamente, no contribuir a la contaminación del subsuelo por aquello de los desechos orgánicos de quienes visiten estas islas del Pacífico Mexicano.
Para muchos mexicanos de ambos sexos, o al menos en mi círculo familiar, de amistades, conocidos y gente ocasional, el tan solo oír el nombre de las Islas Marías, nos daba cierto resquemor, por lo que significó durante más de un siglo: un centro penitenciario sin bardas; pero como lo dijo y señaló alguna vez el bien recordado escritor mexicano, José Revueltas, con sus muros de agua.
Desde siempre se oyó hablar a mucha gente decir que, si se cometía algún delito grave, era para ir a parar a las Islas Marías; incluso entre los trabajadores ferroviarios, nos decían los antiguos a los novatos que, en caso de un accidente de graves consecuencias y que se demostrara que había sido por violación a las reglas, entonces nos esperarían las Islas Marías; así que, por lo mismo, tratábamos de andar con pies de plomo evitando cualquier tipo de violación a las reglas y cumplir con todo. Sin embargo, como los accidentes están presentes a la orden del día, muchas veces sin esperarlos, sino simplemente porque se dan, a la hora de deslindar responsabilidades se sentía un gran alivio cuando se comprobaba que el accidente se había dado por circunstancias del terreno, del equipo, mal clima, etcétera, y no por no haber cumplido con las reglas; entonces se nos iba la ideas de estar ya recibiendo el Sol en las playas de las Islas Marías.
Se ha documentado que, en un principio se enviaban a las Islas Marías a los reos más peligrosos; pero también a los disidentes políticos y personas incómodas para el régimen gubernamental en turno; de ahí que el escritor y novelista José Revueltas, haya caído allá hasta en dos ocasiones: por sus posturas e ideas políticas; sin embargo, y como no hay mal que por bien no venga, la estancia de Revueltas en las Islas Marías, sirvió para que mediante su descripción de la isla penal, muchos mexicanos y de otras nacionalidades llegáramos a conocer estas islas desde su interior, pues José Revueltas describe ampliamente la flora y fauna y especies únicas que ahí habitan y, de las que llegan en temporadas.
Y si bien en sus principios y gran parte del tiempo en que sirvió como penal la isla mayor de este archipiélago, sirvió para albergar a los reos más peligrosos -aparte de los presos políticos-, poco a poco se fue cambiando esta situación de tal manera que, últimamente mandaban para allá a los presos con mejor comportamiento, para vivir prácticamente en una libertad relativa debido a que ya últimamente, se podría decir que se vivía en una población como la de cualquiera otro municipio del país, con su plaza principal y calles tal y como si fuera cualquier otro pueblo. Así que, tal vez por esto, ya no significó un gran problema el cambiar el estatus de lo que fue un penal, para que ahora sea un centro turístico.
Con esto queda claro que, tal y como se ha dicho desde siempre, que nada es para siempre, pues todo tiende a cambiar. He ahí el caso de lo que ahora es un emporio turístico en la Riviera Maya que, se dice antes fue denominada como la “Siberia Tropical”, pues ahí mandaban también a quienes molestaban al gobierno, así como a varias etnias a las que les habían quitado su hábitat, desapareció San Juan de Ulúa, desapareció el Palacio Negro de Lecumberri, desapareció el Penal de Oblatos; y ahora, las Islas Marías cambian también su estatus; aunque sin desaparecer, pues son islas y no inmuebles como lo fueron los penales antes dichos y, si bien tampoco desaparecieron estos inmuebles, sí tienen otras funciones.
Así que, si antes daba miedo y temor oír hablar de las Islas Marías, hoy da gusto saber de su existencia por la posibilidad que podría tener mucha gente de todas partes del mundo, de ir a conocerlas y, al estar ahí, con un poco de imaginación, darse una idea de lo que fue en sus tiempos más oscuros de su existencia. Queda claro también de que, todos los cambios son para bien.
Sea pues. Vale.
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