La golosina empalagosa del Poder
Sergio Mejía Cano
04 de Agosto de 2021
No cabe duda de que el Poder llega a empalagar de tal manera, que quien llega a ocupar algún cargo ya sea gubernamental o sindical o simplemente en cualquier tipo de empresa o negocio, se le llega a obnubilar de tal manera el cerebro que se ciega de forma que tal vez llegue a pensar que es el non plus ultra, el ya no hay más; más que yo y nada más.
En varios medios de información tanto a nivel nacional como local, se da la nota de que Daniel Ortega, va por su cuarto mandato consecutivo como presidente de Nicaragua, siendo que supuestamente su única meta era derrocar al dictador Anastasio Somoza, para que llegara una verdadera democracia a ese pequeño país sudamericano. Sin embargo, al parecer ya estando en el Poder, se ha engolosinado tanto disfrutando de esas mieles que se dice, las de precisamente ese Poder tan anhelado, que ahora difícilmente se quiere desprender de él; tanto así, que les ha puesto numerosos obstáculos a sus opositores e incluso, se dice, hasta a sus propios seguidores que han querido sustituirlo. Aunque claro está, sus motivos muy poderosos ha de tener, porque es bien sabido que a los Estados Unidos de Norteamérica (EUN), jamás les ha agradado del todo el que Ortega les haya tumbado a su títere Somoza, quien les daba todas las facilidades a los gringos para hacer y deshacer a su antojo en Nicaragua.
Tal vez no por nada, Daniel Ortega está actuando como lo está haciendo, quizás por el temor de que los gringos quieran otra vez apoderarse del pequeño país centroamericano o tal vez ya siente pasos en la azotea y hasta se haya vuelto esquizofrénico pensando que ahora muchos nicaragüenses le quieren hacer lo mismo que él hizo con Anastasio Somoza. Posiblemente ya la paranoia haya hecho presa de Daniel Ortega que ahora piensa que todo mundo lo quiere tumbar o, a la mejor piensa lo que la mayoría de los que han llegado al Poder por la lucha armada: que ya nada podría avanzar en su país si no está al frente de ese Poder.
Ejemplos hay infinidad a nivel mundial de gobernantes convertidos en dictadores y hasta en tiranos que se aferran al Poder a más no poder, pensando quizás que son los salvadores de su patria e incluso, hasta de los que mandan asesinar por ser opositores, pues los salvan de seguir sufriendo mandándolos a otra vida mejor, en donde reina el misterio y la oscuridad: la muerte.
Aquí en nuestro país, Porfirio Díaz llegó y se enquistó en el Poder, convirtiéndose a su vez en un dictador en donde nada más su chicharrón tronara. Y vaya que llegó bajo la bandera de “sufragio efectivo, no reelección”; frase que también tomó Francisco I. Madero, como bandera de batalla, convirtiéndola en karma para el mismo Porfirio. Y como el hubiera no existe y no aplica por lo regular, ¿qué hubiera pasado si no asesinan a Francisco I. Madero? ¿Se hubiese perpetuado en el Poder hasta que cuajara de bien a bien la Revolución por él encabezada? Obvio que esto quedará en el misterio para siempre.
Fidel Castro Ruz, con su Revolución Cubana, también se enquistó en el Poder, precisamente porque tal vez pensó que sin él al frente, su revolución fracasaría, porque posiblemente algún posible sucesor inmediato, no seguiría su ideas y tumbaría todo haciendo esa revolución como algo inconcluso, más de lo que lleva hasta hoy en día, en que no termina esa revolución cubana debido al bloqueo y embargo que ha sufrido el pueblo cubano a manos de los gobiernos gringos que se enojaron por haberles quitado su gran burdel en el que habían convertido a la isla mayor de las Antillas: Cuba la Bella.
Y en cierta forma podrían tener razón estos dictadores que se aferran al poder, con la idea de que sin ellos nada seguirá y todo acabará, pues algo parecido pasó aquí en nuestro país cuando el Tata don Lázaro Cárdenas del Río, dejo el poder en 1940, pues su sucesor, Manuel Ávila Camacho, ya no continuó con los programas sociales emprendidos por don Lázaro Cárdenas, y ni con la Reforma Agraria con la que tanto benefició Cárdenas del Río a miles de campesinos en todo el país, repartiéndoles tierras para sus labores agrícolas.
Comentan los que fueron niños allá en los años en que fue presidente el Tata don Lázaro, que en las escuelas primarias se les repartían útiles escolares, lo que también suspendió, se dice, Manuel Ávila Camacho. Y así por el estilo. Y otra vez otro hubiera: ¿qué hubiera pasado si don Lázaro Cárdenas se hubiese perpetuado en el Poder? Porque fuerza militar, la tenía efectiva y suficiente, y muchos seguidores.
Sea pues. Vale.
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