Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Similitudes que podrían ser mera coincidencia

Sergio Mejía Cano

09 de junio de 2020

Derivado de las aprehensiones ilegales, levantones y posibles desapariciones forzadas, originada por las protestas bajo la consigna de “justicia para Giovanni”, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en las redes sociales han surgido un sinfín de testimonios, señalamientos y acusaciones al respecto, escritos y hasta videos de muchachas y muchachos que dicen haber sido afectados en sus garantías individuales y derechos humanos.

Entre estos testimonios resaltan dos, uno escrito por un tal “Paco Jiménez” y un video de una muchacha de nombre Inés M. Michel, en donde dan santo y seña de lo que les ocurrió a ellos y sus acompañantes que fueron vejados, humillados y golpeados por individuos aparentemente policías de la Fiscalía del estado de Jalisco, pero vestidos de civil y armados con garrotes, toletes y hasta bates de beisbol.

Resalta lo dicho por la señorita Inés M. Michel porque narra que fueron despojados de sus pertenencias y a su novio lo golpearon con saña, y que ella alcanzó a aventar su celular a una de las industrias que están por la calle 14 de la Zona Industrial, muy cercana a las instalaciones de la Fiscalía, para ser subidos a una camioneta con el logotipo de una panadería, obligándolos a ella y sus acompañantes a  permanecer con la cabeza gacha y sin que hablaran lo más mínimo; y que después de dar varias vueltas, la camioneta se detuvo dentro de un galerón en donde había al menos dos “jaulas”, dos espacios enrejados en forma cuadrada en donde fueron introducidos y que ya había más jóvenes en el interior de ambas jaulas, diciendo que aproximadamente pudo haber más de 30 jóvenes entre mujeres y varones ahí encerrados. Agrega además la chica, que algunos de sus aprehensores les gritaba muchas majaderías y que los iban a desaparecer, que los iban a entregar a la maña, etcétera. Y que después de ser separados por sexos, los subieron de nuevo a unas camionetas para irlos a dejar en las afueras de la zona conurbada de la Perla Tapatía, en lugares muy apartados y de dos en dos, sin ninguna pertenencia; pero sí recuerda esta muchacha, que los individuos les dijeron que pasaran al día siguiente por sus cosas a la Fiscalía, pero que si los volvían a ver después haciendo argüende, no se la iban a acabar, porque así le iba a ir.

Esto de los enrejados en el interior de un local que, quién sabe en dónde estará, me trajo a la memoria un relato que me hizo un señor que me tocó como compañero de asiento en un autobús foráneo cierta vez que viajaba a Guadalajara, hará aproximadamente ya como unos tres años.

Me comentó este señor, por cierto ya mayor, que él y su yerno había acudido a una Plaza Comercial en el Periférico Sur, ahí en Guadalajara, y que habían dejado su carro al otro lado del periférico, lo cruzaron después de hacer su negocio, y que cuando ya estaban próximos a llegar a su carro, se detuvo una camioneta panel cerca de ellos de donde bajaron tres individuos que los hicieron subir a la camioneta en la que iban varias personas del sexo masculino. Después de rodar unos metros, la camioneta se detuvo y lo sacaron a él, al señor que cuenta, aventándolo sin ningún miramiento, quedando tendido en el suelo. Se incorporó como pudo y se acordó que su yerno llevaba las llaves de su auto, por lo que tomó un taxi y se fue a su casa a contar lo sucedido y dar parte a las autoridades.

Comenta el señor que en su casa había unas visitas y un amigo de una de sus hijas y amigo de su yerno que, al enterase de lo sucedido, salió al patio de la casa y realizó una llamada que duró varios minutos. Regresó este muchacho y le dijo que no llamara a la policía, que su yerno ya venía para la casa. Y así fue, como dos horas después llegó el yerno pidiendo para pagar el taxi; el suegro le preguntó por las llaves de su carro y ahí las traía, pero ya no quería ir para aquel lugar, así que el que fue a recoger el carro que había quedado en el Periférico Sur, fue el muchacho que había hablado por teléfono.

La relación de todo esto, es porque cuando le preguntaron al yerno a dónde lo habían llevado, el muchacho comentó que los habían bajado en un local grande, en donde había unas rejas formando un cuadrado con muchos jóvenes dentro, mirándose asustados unos y otros; que no se veía que fueran muchachos estrafalarios, pues la mayoría traía el pelo corto y ropa formal. De pronto el yerno oyó que gritaban su nombre y lo sacaron de esas jaulas, lo subieron a una camioneta sin ventanas, agachado, y lo fueron a dejar al periférico norte.

Sea pues. Vale.

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