Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Un largo e inútil trámite burocrático

Sergio Mejía Cano

23 de abril de 2020

El sábado 18 de abril del presente año, en el portal de internet de “El Sol de Nayarit” apareció una nota informando de que se había clausurado una zapatería sita en la esquina de Durango y Zapata en el centro de Tepic, supuestamente porque había trabajadores dentro laborando con la puerta cerrada; y porque se había anunciado cero tolerancia contra empresas y negocios no esenciales que no acataran las medidas de protección para prevenir posibles contagios de covid-19.

Lo extraño del caso es que llama la atención que dicha zapatería por fuera se ve que es de dimensiones muy reducidas, y como la nota informativa decía que por lo menos cinco empleados se encontraban en su interior, así que entonces, ¿qué tanto podrían estar haciendo dichos trabajadores en su interior y con la puerta cerrada?, siendo que por lo visto ahí no hay producción de calzado, sino que aparentemente es nada más una distribuidora, es decir, que no se fabrica el calzado ahí o quién sabe, pero el caso es que se clausuró por estar trabajando a puerta cerrada. Y si bien al estar la puerta cerrada desde luego se supone que no molestaban a nadie; sin embargo, tal vez el asunto sea que por la proximidad de las personas que no cumplían la requerida “sana distancia”.

Se entiende que alguien se dio cuenta de que había gente trabajando o haciendo algo más dentro de esa zapatería y dio aviso a las autoridades o éstas mismas en sus constantes revisiones se enteraron por sí mismas y se dieron a la tarea de investigar a ver qué estaba pasando ahí; pero lo más probable es que a la mejor hubo dedo de por medio. Porque de bien a bien, se supone que no es ni ha sido ni será la única empresa o negocio que sigue laborando con las puertas cerradas, y esto debido a que los locales necesitan de aseo y mantenimiento constante. Así que podría ser que los empleados de dicha tienda de cacles estarían tal vez verificando que en cada caja fueran par los zapatos o posiblemente acomodándolos por numeración, colores o simplemente limpiando el lugar; pero eso es otra historia.

Comentado esto con un camarada que me encontré en la tienda de la esquina me comentó que ha visto gente en los hoteles, pero comprendió que dichos lugares necesitan de intendencia absoluta para que no se vengan abajo en cuestión de aseo; y desde luego, en cuestiones administrativas pues son días en que pueden hacer balances efectivos en su contaduría.

Pero añadió este camarada que en días pasados quiso hacer su buena obra del día, porque el lunes de la semana pasada que iba él en su automóvil a un mandado por el boulevard Colosio, le llamó la atención ver un negocio de perfiles y molduras de aluminio o algo así en donde estaba entrando una camioneta de doble rodado y antes de que cerraran las puertas miró varias personas como trabajadores en su interior porque se veía que cargaban bultos o cosas así; y a pesar de que circulaba lentamente debido a alguna detención del tránsito vehicular delante de él, no pudo observar de bien a bien, pero le dio la impresión de que había gente trabajando en su interior.

Así que preguntando aquí, allá y acullá, no faltó quien le dijera que llamara al 089 que, por cierto, no es nada anónima la llamada porque tuvo que proporcionar sus datos personales, y todo para que le dijeran que ahí no atendían este tipo de llamadas si no trabajaba ahí, que mejor llamara al 911, en donde le respondieron de la misma forma pero que mejor llamara por teléfono fijo a un número 800 y algo más. Así que al llegar a su casa llamó del teléfono fijo le respondieron que era la Secretaría de Economía y luego un largo menú de números a pulsar de acuerdo a en lo que deseaba ser atendido; e igual, si no era trabajador de la empresa o negocio que quería reportar no podían atender su llamada, pero de todos modos dio los datos del negocio en donde suponía que estaban trabajando a puertas cerradas; así que le dieron otro número 800 de la Profeco, y ahí, después de casi media hora de espera le dieron una dirección de correo electrónico al que mandó un mensaje y se le respondió con una contestación aparentemente automática con un punto nada más como texto y enseguida otro similar para que le salieran con que tenía que enviar otro correo a atenció[email protected], en donde como respuesta recibió un cuestionario en donde le preguntaban datos de los dueños del local, del gerente y nada más faltó que de todos los trabajadores. Así que mejor desistió y colgó el teléfono después de 45 minutos.

Sea pues. Vale.

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