AMLO es un demócrata que oxigenará al capitalismo mexicano

No cabe duda que la visión de los dirigentes empresariales no va más allá de la punta de su nariz. Seguramente la ideología del neoliberalismo les afectó su capacidad visual, además de su modo de ver las cosas. Ni siquiera se han dado cuenta de las graves consecuencias que acarrean las contradicciones sociales en la perspectiva de una posible crisis existencial de la enorme mayoría de los mexicanos. Mucho menos han ponderado adecuadamente el triunfo electoral de AMLO con más de 30 millones de votos y su legítimo liderazgo popular. Más aún, no han sabido dar el significado al gran nivel de aceptación que arrastra en las diversas mediciones que se han hecho.

El planteamiento de “primero los pobres” que, entre otras cosas, son la mayoría de los mexicanos, es de una enorme trascendencia para el “bienestar” del capitalismo mexicano. No solamente se deriva de una problemática moral, sino también de una económica y de otra política. Moralmente no se puede estar de acuerdo con la extrema desigualdad de los mexicanos, con la pobreza alimentaria del Pueblo de México. Económicamente no es posible vivir con míseros salarios, uno de los más bajos de los países de la OCDE. Y políticamente es inaceptable un gobierno que atente contra el bienestar de las familias mexicanas por darles a los grandes empresarios nacionales y extranjeros, el beneficio de obtener ganancias extraordinarias.

¿Y qué habrá que darle a los pobres? En primer término “capacidad de consumo”. Empero, para consumir en el capitalismo hay que comprar primero los satisfactores. Hay que darle dinero, hay que bajar los precios y hay establecer canales de distribución de los consumibles populares. El dinero rescatado de la corrupción AMLO lo está invirtiendo en apoyos económicos a discapacitados, a adultos mayores, a estudiantes de todos los niveles, a “ninis”, a madres solteras, etc. Con estas acciones aumenta la capacidad de compra de la gran masa de consumidores y se reactiva de manera directa la producción y reproducción capitalista.

Para bajar los precios de los artículos de amplio consumo popular, hay que impulsar científica y tecnológicamente su producción. Aquí entran los artículos agroalimentarios que el gobierno de la República va a impulsar a través de su producción mediante programas especiales: granos, leche y carnes. Pero también aquí entran las comercializadoras anteriormente conocidas como Diconsa y Liconsa.

Un tercer factor es el asunto de los salarios. Estos habrá que incrementarlos pero a la vez, habrá que regular la voracidad empresarial para limitar la opulencia, el dispendio, la corrupción, la evasión de impuestos, la vinculación con los paraísos fiscales, etc. Los salarios necesariamente tendrán que verse como una política redistributiva de la riqueza nacional en donde la clase trabajadora, que constituye la gran masa de consumidores, juegue su papel de activadora de la economía del país. Con estas medidas no únicamente se reactiva el patrimonio de los mexicanos, sino que impulsa el crecimiento con justicia social, como anteriormente se decía. Hoy se dice el desarrollo de México. Por eso no tiene razón Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), cuando afirma que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) es muy importante para generar confianza y continuar con las inversiones. En fin.