Tepic, Nayarit, miércoles 24 de abril de 2024

La esclavitud moderna es propia del capitalismo transnacional

Octavio Camelo Romero

20 de Noviembre de 2017

Esclavo como categoría socio-económica, no es solamente la pérdida de la libertad, sino también, la reducción del humano a “cosa” u “objeto” y, en cuanto tal, a la pérdida de la pertenencia “a sí mismo” para pertenecer “a otro”. Ser esclavo por lo tanto, es ser un enajenado de la humanidad, y bajo ciertas circunstancias, es ser un enajenado del reino animal. Precisamente por eso, en el capitalismo el “asalariado” adquiere la categoría de “esclavo” dado que está impedido para ejercer o perdió sus facultades mentales de pensar, de sentir, de crear, de tomar decisiones, etc., pues tales facultades le pertenecen al “capital” a través de sus posesionarios, administradores o ejecutivos. En estas condiciones el trabajador se reduce a una máquina o instrumento material. Pero además ha perdido su libertad y su pertenencia “a sí mismo”, pues le pertenece al capital y no es libre ni de moverse fuera de las normas y reglas establecidas. El asalariado por lo tanto, es un enajenado de la sociedad, de la humanidad, de su “ser social”.

En esencia el capitalismo es una esclavitud para los trabajadores asalariados. Pero si a tal situación le anexamos la sobreacumulación que se generó en los países capitalistamente desarrollados y el atraso capitalista en bastantes países de Asia, África, América, etc., entonces con la liberación de los mercados iba aparejada la esclavización de esos pueblos. Sin embargo, surge de manera natural el “trabajo forzoso” y el “tráfico de humanos” como mecanismo de compensación del uso de bajas tecnologías productivas y de participación en el mercado mundial con precios competitivos, esto es, surge de manera natural la “esclavitud moderna” con la globalización del capitalismo o mundialización del capitalismo transnacional.

En la categoría de “esclavitud moderna” se insertan dos subcategorías, una, la de “trabajo forzoso” y otra, la de “matrimonio forzoso”. En el año de 2016 40 millones de personas eran víctimas de esclavitud moderna. Esta cifra se compone de 25 millones de personas sometidas a trabajo forzoso y de 15 millones de personas en matrimonios forzosos. En ese mismo año, en el mundo, había 5,9 por cada 1.000 adultos y 4,4 por cada 1.000 niños, víctimas de la esclavitud moderna. De las cifras del trabajo forzoso, el 90 por ciento corresponde a la explotación en la economía privada. De ellos, el 22 por ciento son víctimas de la explotación sexual y el 68 por ciento corresponde a actividades productivas. El 10 por ciento restante son imposiciones de los Estados.

Por otra parte, la esclavitud moderna genera ganancias anuales de más de 150.000 millones de dólares, lo cual equivale a la suma de las ganancias de las cuatro empresas más rentables del mundo. Se identifican las crisis de los ingresos y la pobreza como los principales factores económicos que empujan a los individuos hacia el trabajo forzoso. Otros factores de riesgo y de vulnerabilidad comprenden la falta de educación, el analfabetismo, el género y las migraciones. Además, se tiene que las ganancias anuales por víctima de trabajo forzoso son mucho más altas en las economías desarrolladas y en la Unión Europea que en ninguna otra parte del mundo. Sin embargo, cabe la comparación de la generación de la ganancia por regiones. Se generan más ganancias en Asia-pacifico que en las economías desarrolladas junto con la Unión Europea mientras que la relación por víctima es a la inversa. Esto lo que nos indica que la intensidad de la explotación del trabajo forzoso es mucho más alta en las economías desarrolladas que en Asia-pacífico. En fin.

 

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