Tepic, Nayarit, martes 16 de abril de 2024

Congreso latinoamericano de economistas

Manuel Aguilera Gómez

15 de Noviembre de 2017

En la Ciudad de Panamá, la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe, organización gremial de la que fui Secretario General durante varios años, organizó el XI Congreso Latinoamericano. Sus conclusiones –que gentilmente me hicieron llegar-- son elocuentes: demuestran que los sentimientos de nuestros pueblos han traspuesto los límites de un simple estado de ánimo y expresan una clara inconformidad respecto a la evolución y rumbo de la economía y de la política en nuestros países. En seguida transcribo algunos de sus pronunciamientos.

“En nuestro continente, la ofensiva del Capital ha conducido a la adopción de políticas macroeconómicas (monetaria, cambiarias y fiscales) que buscan atender solamente a los deseos del mercado. Nos imponen la “Disciplina Macroeconómica” como un dogma. Buscan minimizar el costo del trabajo para maximizar las ganancias; perpetuán el endeudamiento público, incluyendo la deuda externa, como mecanismo de transferencia de renta de los que están en la base hacia los que ocupan el tope de la pirámide social.”

“Así también operan nuestros sistemas tributarios, fuertemente regresivos, profundizando aún más la ya elevada concentración de la renta y de la riqueza. Los pueblos de América Latina y el Caribe desean el pleno desarrollo de la justicia social, mientras que los caminos apuntados por los apologistas del “Dios Mercado” han sido el recetario neoliberal, que condujo a la crisis de 2008/09 y cuyos productos son la exclusión social, el hambre, la negación al acceso a los servicios públicos esenciales de salud, educación, saneamiento y vivienda, a la precariedad social, y el desempleo”.

“El hecho es que la Región está enfrentando un proceso de desindustrialización, de creciente dependencia de las exportaciones de commodities agrícolas y minerales, de atraso tecnológico, atormentada por los flujos de capitales ficticios y especulativos, que solamente empobrecen los mercados domésticos y conducen a bajo crecimiento condenando a grandes segmentos de los pueblos a vivir por debajo de la línea de pobreza”

“Nos preocupa fuertemente la situación de la juventud latino-americana y caribeña, con las decenas de millones de jóvenes, hombres y mujeres, sin acceso a la educación de calidad, sin perspectivas de trabajo decente y bien remunerado, vulnerables al asedio de los trust del narcotráfico y de la criminalidad, con las decenas de millares de muertos cada año en la selva de las grandes metrópolis.

“También la corrupción es una plaga que asola nuestro continente, una corrupción sistémica que permea las relaciones promiscuas del mundo empresarial con los poderes ejecutivo, legislativo y judiciario”

Y más adelante los economistas latinoamericanos concluyeron: “En gran parte del continente, vivimos la realidad de regímenes que tienen por objetivo promover los ingresos de los banqueros, rentistas y capitalistas, nacionales e internacionales, explotadores de las riquezas de nuestros países a costa del sudor y lo sangre de nuestros pueblos. Es tarea de los economistas, en sus organizaciones profesionales y en la academia, defender la aplicación de la teoría económica en pro de las naciones y del bienestar de todos los pueblos del continente latino-americano y caribeño, buscando la integración económica, social y política”.

Para algunos sectores de la sociedad, las opiniones de los colegas economistas latinoamericanos pudiesen ser catalogadas como teóricamente incorrectas, afectadas por ciertos sesgos sectarios. Anticipando a sus críticas, conviene recordarles que durante el desarrollo de sus trabajos en el Congreso, los colegas economistas latinoamericanos simplemente refrendaron –actualizadas-- las críticas del profesor Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, aparecidas en sus libros “Inconformidad en la Globalización” y el “Precio de la Desigualdad”.  Son verdades inocultables.

¿Hasta cuando los sacerdotes del neoliberalismo rampante voltearán la vista hacia el desamparo reinante y cobrarán conciencia de la necesidad de abandonar los paradigmas de una doctrina económica claramente excluyente y condenatoria de la regresión económica en la que estamos atrapados? ¿Qué factores económicos y políticos inducirán al abandono de la cómoda cultura de la satisfacción de las élites? Esa es la esencia del reclamo de los economistas latinoamericanos.

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