Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

El sismo tras el sismo: la fuerza de la unidad popular…

Marco Vinicio Jaime

26 de Septiembre de 2017

México enfrenta quizá el momento más crítico de las últimas tres décadas en materia de desastres naturales: la serie de poderosos sismos acaecidos los últimos días en distintas entidades del sur y sureste del país, ha dejado a su paso gran devastación material e irreparables pérdidas humanas. No obstante, también al igual que en el antecedente más cercano, el terremoto del 19 de septiembre de 1985,  o incluso con mayor impacto todavía, la fuerza de la unidad popular parece haber provocado tal réplica en el sistema político-gubernamental, que los esfuerzos por el rescate de víctimas humanas y fauna doméstica, con todo y sus bemoles, se ha ido multiplicando más allá de toda barrera partidaria e ideológica, a efecto de subsanar lo más que se pueda el daño provocado.

La comunidad internacional incluso, ha notado la singular sacudida generada por la unión decidida de rescatistas, ciudadanos y demás voluntarios que, a la par de la cooperación de la sociedad en general vía los respectivos centros de acopio de víveres de todas las latitudes de la nación, ha marcado el sendero de la participación coyuntural de las autoridades, y en ese marco es que ha tenido a su vez una significativa presencia solidaria.

Son los nuevos tiempos pues, de la dinámica social, en la que el pueblo ha empezado a salir de la mera expectación y hasta muchas veces resignación, para asumir un peculiar papel protagónico, actuante, para el empuje en situaciones neurálgicas en pro de la salvaguarda de sus más elementales necesidades. Es el sismo de la fuerza popular en el descubrimiento continuo de que la unidad de verdad hace la fuerza, y que ha conjurado un vuelco sobresaliente a los desgastados estereotipos de desenvolvimiento en lo que equívocamente se concibe por política, o en el propio usufructo del poder.

De conformidad, el sismo tras el sismo, por ahora generó una demoledora vorágine entre partidos y poderes, que no tuvieron más opción que enfrascarse en el obligado debate -vital en función de su propia razón de ser- de adquirir la responsabilidad de atender el creciente clamor popular, y en consecuencia pusieron sobre la mesa la delicada -por cuanto si no se garantiza un manejo eficaz puede resultar contraproducente- propuesta de destinar parte o hasta el cien por ciento de sus prerrogativas para sumarse a la reconstrucción del país.

Cabe destacar que en su momento, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) logró quizá romper lo que desde un inicio llevó el claro objetivo de una “impenetrable” polarización impuesta entre el Frente Político Nacional del PAN-PRD y Movimiento Ciudadano, y el polémico MORENA de Andrés Manuel López Obrador, toda vez que captó los reflectores tras haber sido prácticamente el primero en tiempo en hablar de renuncia a su presupuesto en favor de los damnificados, aunque hasta hoy, su apuesta se quedó en un 25 por ciento, contra el cien del frente y AMLO, equivalente a 258 millones de un total de mil, aunado a la oportuna captación de víveres vía sus respectivos comités directivos municipales y estatales, como el que en este caso, se efectúa bajo la dirección  coordinada del líder en Nayarit Enrique Díaz López y de la Capital, Salvador Hernández Castañeda.

“El PRI exige que este procedimiento se lleve a cabo cumpliendo estrictamente con la legalidad, bajo un método transparente y sin tintes políticos, en el que los recursos económicos sean transferidos directamente a la Tesorería de la Federación”, puntualizó su dirigente  Enrique Ochoa Reza.

“Los partidos políticos -agregó el jerarca priísta- tenemos que ser sensibles a las demandas de los mexicanos. Los damnificados por los sismos necesitan del apoyo de todos, sin simulaciones”.

Es ahí pues, en este último punto, en el que radica la clave de la propuesta priísta, en  su tiempo y circunstancias marcar la pauta de lo que debe ser el respaldo en este delicado episodio de la vida de México: regresar pues al origen de lo que los partidos representan ante la sociedad como entes públicos, del pueblo y para el pueblo, para institucionalizar su fuerza y su correspondiente representación en la gobernanza. De conformidad es que las demás fuerzas políticas no quisieron quedarse atrás, y como era obvio, plantearon rebasar al PRI.

No obstante, al margen del intercruce de iniciativas o retos  en el marco de situaciones de significativa urgencia, como la que nos ocupa -y las que se suman ya de índole hidrometeorológica-, entre corrientes, partidos, grupos y sectores políticos, económicos y gubernamentales, el sismo tras el sismo, siente el gran antecedente de que el pueblo unido, seguirá siendo punta de lanza en aras de las grandes transformaciones y de lo que exige por ley en el derecho siempre inalienable de vivir en paz. ¿Se consumará el objetivo?



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