Tepic, Nayarit, martes 16 de abril de 2024

Utópicos sueños guajiros

Sergio Mejía Cano

08 de Diciembre de 2016

Tal vez sea una utopía más, un sueño guajiro o posiblemente romanticismo puro, pero ¿acaso no sería viable que se legislara para que un servidor público con un cargo de elección popular lo cumpliera cabalmente hasta el término legal del mismo? Porque se supone que si el público elector eligió a un funcionario, éste se debe a quien lo eligió mediante el voto popular y por lo mismo está supeditado a lo que le dicte ése público elector, es decir, para acatar precisamente lo que el pueblo le demande, ¿o no podría ser así?

Porque así como está estipulado que cuando los Congresos entren en receso los representantes populares deben de ir a sus Distritos y recoger las demandas de sus supuestos representados, igualmente se debería de legislar de bien a bien, aunque legalmente no hay necesidad, pero sí para recordarles y que siempre tengan presente que como representantes populares tiene que ser la voz de quienes representan, así que cada vez que se tenga que votar una iniciativa de ley, también acudir a sus respectivos Distritos y preguntarle a sus representados cómo es que quieren que emita su voto referente a determinada iniciativa de ley, si a favor o en contra. Digo, porque cuando andan en campaña proselitista la mayoría de los candidatos ya sea al Congreso de la Unión o al estatal, prometen que serán la voz de sus representados en la máxima tribuna ya sea del país o de determinada entidad federativa, pero esto es nada más jarabe de pico porque ¿cuándo se ha visto que voten los legisladores ya sea aprobando o renegando una iniciativa de ley de acuerdo a los dictados de sus supuestos representados? Claro que de los legisladores que llegan a ocupar una curul gracias al favor de las dichosas plurinominales no es de extrañar que nada más levanten el dedo o la mano para votar de acuerdo a la línea que se les dictó de antemano, pero ¿qué de los que están ahí mediante el voto popular, por qué votan sin tomar en cuenta a sus representados?

Está como el caso reciente del ahora exlegislador a nivel federal Gianni Ramírez Ocampo que igual como hizo siendo diputado local, ahora igualmente deja inconcluso un encargo para el que fue electo mediante el voto popular, y por lo mismo se entiende que antes que pedir permiso al Congreso de la Unión para ausentarse de su cargo, primeramente debió hacerse presente ante quienes lo eligieron para preguntarles si querían que dejara dicho cargo para el que habían votado por él y obvio no por su suplente. Y desde luego que existe la figura del suplente pero solamente para un caso de fuerza mayor que le impida seguir a un representante popular seguir siéndolo, pero no por abandonar un cargo por el que mucha gente creyó que trabajaría por ella, para pasar a ocupar otro cargo que si bien también es de carácter público, en cierta forma se podría decir que les faltó al respeto a quienes creyeron en sus promesas o que al menos quisieron verlo sentado en una curul en el Congreso de la Unión, así no destacara en tribuna
para nada.

Igualmente está el también sonado caso de la reciente licencia solicitada por el doctor Leopoldo Domínguez González para separarse del cargo de presidente municipal de Tepic; sin embargo, esto ya no es novedad, y no nada más en Tepic o el estado de Nayarit, sino en gran parte del país ya es una tónica a seguir el que muchos funcionarios o legisladores no acabalen de bien a bien sus cargos para los que fueron electos, sino que antes de concluir los abandonan para ir en busca de algo más allá, tal y como si fueran peldaños o un escalafón por el que tienen que pasar para ir subiendo en la escalera política.

Aunque existe la posibilidad de que quienes votaron por el doctor Polo Domínguez ya lo hayan hecho con la plena convicción de que no culminaría su encargo por la costumbre generada por al menos dos de sus antecesores exceptuando al anterior que posiblemente no tuvo las agallas o comprendió a tiempo que no las tenía todas consigo para pretender ir más allá en un cargo de más relevancia en la escala política.

Así que por más utópico que parezca, no estaría nada mal que se obligara a todo servidor público electo por medio del voto popular a cumplir cabalmente con su encargo de acuerdo a los tiempos marcados por la ley máxima del país: La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y tener siempre en cuenta y en todo momento el artículo 39 que de ella emana, mientras no se le ocurra a alguien derogar este artículo que a fin de cuentas últimamente más bien parece letra muerta.

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